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Último adiós en Gijón al motorista fallecido en Aller: "Era un tío disfrutón"

Sus compañeros de "Los Froilanes" portaron el féretro de una persona "muy leal a sus amigos, simpática y que vivió la vida plenamente"

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VÍDEO: Los moteros asturianos rinden un emotivo homenaje a Vicente Navarro, el motorista fallecido en Aller

"Un tío disfrutón". Así es como definió ayer, en su funeral, su pareja Cristina al motero Vicente Navarro, fallecido el pasado martes en el corredor del Aller a los 48 años de edad, tras un aparatoso accidente con su moto al intentar un adelantamiento y cegarse con la luz del sol. De esta manera es como su entorno más íntimo, familiares, amigos y compañeros de rutas moteras quisieron recordar al fallecido. Una persona que "lo único que no era, es triste. Era alegre, activo, siempre con proyectos en la cabeza. Un correcaminos", enfatizó su pareja durante el funeral, celebrado en la gijonesa iglesia de San Lorenzo. Las medidas de seguridad impuestas por la pandemia del coronavirus no evitaron que el templo estuviera repleto para despedir a "Vicen", una persona "afable y divertida", según sus amigos más cercanos.

"Todos estamos tristes, pero te recordamos con una sonrisa", ahondó Cristina, que valoró del motorista que "siempre estaba dispuesto a ayudar" en todo lo que se le pidiera. Pero también le recordó como una persona que "disfrutaba mucho de todo. De una buena comida, de sus viajes y salidas en moto, de una reunión familiar o de un paseo". Una persona, a fin de cuentas, muy alegre. "Nunca conocí a nadie que cantara tan mal y le gustase tanto cantar", recordó su pareja.

Navarro era, como se recordó en el texto leído en la iglesia por su compañera, "muy amigo de sus amigos, cariñoso y familiar". Un cariño que ayer le fue devuelto en parte. Dos decenas de sus compañeros de club motero, "Los Froilanes de España", estuvieron presentes en el funeral. Media docena de ellos, además, fueron quienes cargaron con el féretro para introducirlo y sacarlo de la iglesia. Durante la misa, sobre el ataúd, una imagen del fallecido y su chaleco motero, naranja, con el nombre a la espalda, a juego con el que portaban sus compañeros motoristas. También quiso darle su último adiós un puñado de motoristas del club "Asturguardianes", con los que habitualmente salía también el fenecido, que gestionaba una conocida tienda de zapatos de Gijón.

"Dejas un vacío imposible de llenar", reconoció Cristina, ya visiblemente emocionada. "Ahora, cada trueno que suene sabremos que eres. La pareja del fallecido finalizó su emotivo discurso dando gracias "por haber coincidido contigo. Ha sido un placer". La familia del fallecido -su madre Isabel, sus hermanos Isabel, Liliana y Jorge, su sobrina Daniela- estuvo en todo momento arropada por sus compañeros moteros, que acompañaron la comitiva fúnebre hasta el cementerio del Suco, donde se le dio sepultura en el panteón de la familia.

Funeral en Gijón por Vicente Navarro, motorista fallecido en Aller

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No pudo estar presente sin embargo Javier Fernández Arrojo, el mejor amigo de la infancia del fallecido, que tuvo que volver a su residencia en Madrid tras acompañar a la familia en el tanatorio. Fernández asegura guardar "un recuerdo magnífico" de una persona que, valora, "fue siempre muy leal a sus amigos, familiar y simpático" y con la que "podías contar para cualquier cosa, siempre estaba predispuesto y apoyándote y dándote ánimos".

Fernández reconoce que Navarro "era muy querido", en parte porque "la lealtad fue siempre una de las cuestiones más esenciales para él". Como ejemplo, recuerda el amigo del motorista cómo, durante sus estudios, Navarro rompió su examen de dibujo técnico, "que le había salido fenomenal" para acompañar a su amigo a la recuperación, consciente de que este iba a suspender. "Eso no lo hace cualquiera", alaba Fernández.

"Siempre te apoyaba y animaba y siempre defendía al más débil", incide el amigo del fallecido, que recuerda a Navarro como una persona "muy deportista" a la que "le encantaba nadar", un deporte que practicó en el Real Grupo de Cultura Covadonga en su juventud. También las motos, desde aquella primera vespino amarilla con 15 años. "Es una gran pérdida", asevera su amigo de la infancia, que ayer aún recordaba cómo el pasado viernes habían hablado por teléfono mientras ambos se tomaban un whisky, uno en Madrid y otro en Asturias. "Vivió la vida plenamente, fue un tío feliz. Aún no me lo puedo creer", concluye.

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