Pese a no haber podido celebrar grandes jornadas de puertas abiertas ni tener todavía del todo claro cómo se organizará el próximo curso lectivo, parece que la pandemia por coronavirus no ha llegado a lastrar del todo el volumen de matrículas de los colegios gijoneses. Las direcciones temían una bajada general en las solicitudes del primer nivel de Infantil, un curso considerado clave porque permite estimar cuál será la carga de trabajo de los próximos años y si el centro tendrá que reducir o no personal. El temor este año era que muchos padres decidiesen aplazar un año esta primera entrada al sistema educativo por el virus, pero a falta de que las últimas solicitudes enviadas de forma telemática se actualicen este lunes -el plazo oficial terminó ayer justo antes de medianoche-, los centros se dan de momento por conformados: "Al final imperó la sensación de que con tres años, ahora, lo normal es empezar a ir al cole para coger la rutina".

La caída en picado de la natalidad en toda la región hace que ante cada nuevo curso lectivo el principal reto de un director de colegio sea no quedarse con ninguna plaza desierta en este primer año de Infantil. "Siempre interesa poder baremar entre varias solicitudes, y aquí, cuando ya teníamos a interesados en las jornadas de puertas abiertas, nos tuvimos que confinar. Para lo que podría haber sido, cubrimos expectativas, aunque muchas familias sí han esperado casi al último momento para apuntarse", razona Sofía González, directora del Severo Ochoa, que sumaba ayer 36 solicitudes para sus 30 plazas de primer curso de Infantil. "Estamos conformes", reconoce.

Manejan cifras similares desde el San Lorenzo, de la concertada, que a falta de las últimas confirmaciones esperan llenar casi con exactitud sus 25 huecos para alumnos de tres años. En Las Dominicas, también justos: esperan llenar con los cambios de última hora sus 50 plazas y no tendrán que baremar, pero reconocen que esperaban cifras algo peores. En el colegio El Llano, de la red pública, ya hay 26 peticiones para 23 sillas. Números que les hacen salvar con escaso margen de maniobra, pero suficiente, un curso cuyo desarrollo aún está por determinar y que podría haber echado para atrás a los padres de niños de menos de seis años. "Al no ser obligatorio matricularlos, sí que nos planteamos la posibilidad de quedarnos con alguna plaza sin cubrir, y que incluso habría menos afluencia a las guarderías por el miedo a los aforos, pero el balance está siendo bastante parecido a otros años", aclaran desde San Lorenzo. Desde El Llano, lanzan un posible motivo: "Aunque no les obligue la ley, los padres ya tienen inculcado que un niño tiene que empezar a ir al colegio con tres años, aunque aún no se sepa muy bien cómo". Otros ejemplos de balances ajustados: el colegio San Miguel afronta el curso con 55 solicitudes para 50 plazas del mismo curso y el Montedeva cubre con algún sobrante las suyas, que eran 75.

Sí ha habido una bajada inesperada en centros como el Corazón de María o el de Laviada. Simón Cortina, director del primero, contaba ayer unas 80 solicitudes para sus 100 plazas. "Estuvimos menos días abiertos para presentar la solicitud y todo fue raro. No es un año para extraer conclusiones", opina. En Laviada suman de momento 42 niños, unos 20 menos que los del curso pasado, para 66 plazas. "También puede deberse a la baja natalidad, pero es el primer año que nos pasa", reconoce Ana Romero, la directora. Al contrario, en el Atalía se han presentado 59 peticiones para cubrir solo 46 plazas del primer curso de Infantil. Su director, Mikel de la Torre, entiende, como Cortina, que buscar explicaciones en el actual contexto de pandemia es imposible. "Fue un proceso algo deshumanizado sin poder hablar con los padres en persona y solventar dudas, es difícil para todos", aclara.