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Aniversario con indulto para el “Castillo de Salas”

El hundimiento frente al Cerro del granelero al que se culpó hasta ahora del carbón en la playa cumple hoy 35 años

La popa del “Castillo de Salas”, con parte del puente de mando hundido.

El 11 de enero de 1986 el granelero “Castillo de Salas”, que estaba fondeado frente a El Musel a la espera de entrar al muelle, se vio arrastrado hacia la costa al garrear el ancla y acabó embarrancando a 740 metros del cerro de Santa Catalina.

Aquella mañana de hace 35 años no sólo fue el inicio del hundimiento del barco, sino también el de la leyenda urbana que desde entonces había atribuido todas las manchas negras que periódicamente aparecen en la playa de San Lorenzo a las 99.072 toneladas coquizable que traía en sus bodegas el buque para Ensidesa y Química del Nalón. Una idea que ha quedado desterrada con el informe concluido a finales del año pasado por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar), desvelado por LA NUEVA ESPAÑA, concluyera que la gran mayoría del carbón de la playa tiene características distintas al que traía el barco. El informe, que apunta a El Musel, supone el indulto para el “Castillo de Salas”.

Y aún así, su hundimiento no fue inocuo para la costa gijonesa. Cuatro días después de haber embarrancado frente al Cerro, el barco se partió en dos y el 24 de enero de 2011 toda la playa de San Lorenzo y sus proximidades sufrieron una marea negra de fuelóleo mezclado con carbón, procedente del buque.

Muchos gijoneses optaron por acercarse a la Atalaya para seguir las labores de rescate del barco, que consistieron en el vertido al mar de parte de la carga del buque para poder remolcar mar adentro su sección de popa, el 23 de febrero de aquel año, hasta hundirla en una fosa marina de 4,5 kilómetros de profundidad.

En cuanto a la proa, el rescate se prolongó hasta octubre, pero dejando sumergida parte de la zapatilla del barco, para que sirviera como arrecife artificial. Una decisión que se demostró errónea cuando en 2001 aparecieron restos de fuel envejecido en la costa. Dos años después la zapatilla se llevaba a tierra. Parte de la misma fue usada por Joaquín Rubio Camín en una escultura instalada en el paseo de La Providencia.

El juicio penal contra el práctico y el capitán del barco acabó sobreseído en 1993, tras haber la acusación el Ayuntamiento, que dos años antes recibió un indemnización de 175 millones de pesetas.

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