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Daniel linde | Presidente del Lloreda

Daniel Linde: un aprendiz de Anselmo López

Estudiante de Magisterio de 20 años, se pone al frente del histórico club de fútbol base inspirado por la juventud del fundador del Sporting

Un aprendiz de Anselmo López

Cuando le preguntan sobre las razones por las que recién estrenada la veintena se ha decidido a asumir la presidencia del Lloreda, histórico club local de fútbol base, Daniel Linde López (Gijón, 20/6/2000) cita como “inspiración” la figura de Anselmo López, que fue fundador y primer dirigente del Sporting a los 14 años de edad. Quienes tratan a Dani, como es conocido en el club, destacan que tiene una gran madurez y que ha sabido rodearse de una junta directiva en la que se conjugan juventud y experiencia. “Estamos en las mejores manos”, afirman en Tremañes. Hoy mismo, una vez tomada posesión, el flamante presidente, muy posiblemente el más joven de toda España, estrena el cargo en el partido que el equipo juvenil de la entidad disputa contra el Lealtad de Villaviciosa B. Todos quieren brindarle un primer triunfo para agradecer así su compromiso con un club con más de medio siglo de historia a sus espaldas y al que ha salvado de un serio riesgo de disolución.

Daniel Linde López, gijonés del barrio de Moreda, es la cara opuesta a esa Superliga europea presentada por Florentino Pérez y de la que se han ido desvinculando a marchas forzadas la mayor parte de los clubes fundadores. En las antípodas del fútbol concebido como un negocio, este estudiante de tercer curso de Magisterio, de prácticas ahora en el Colegio Público Xove, ha dado un paso al frente para conjurar el peligro de desaparición de una entidad deportiva de barrio en la que juegan al fútbol casi un centenar de niños y jóvenes, entre benjamines, alevines, cadetes y juveniles. Un Lloreda que Linde siente como una segunda familia y al que no quiso dejar tirado en una situación de lo más complicada. Y es que, con apenas una decena de socios debido a la crisis del coronavirus, la continuidad del club estaba en entredicho una vez que el anterior presidente, Gerardo Ruibal, decidió no presentarse a la reelección y que la persona que se perfilaba para darle el relevo diera marcha atrás. En plena pandemia y con el fútbol parado, el futuro del Lloreda pendía de un hilo. Fue entonces cuando Linde dio el paso para garantizar su supervivencia.

Ilustración

Dani llegó al Lloreda hace algo más de cuatro años, como un juvenil procedente del Puerto de Gijón, otro histórico del fútbol base que acababa de desaparecer. Era un delantero sin demasiada calidad, pero siempre combativo, de esos que se dejan en el campo hasta la última gota de sudor. Muy pronto se ganó el cariño de todos los estamentos de la entidad. Personificaba al jugador de club de toda la vida, el que nunca faltaba a un entrenamiento ni a un partido. Alguien casi más necesario en la caseta, para el buen ambiente del vestuario, que en el terreno de juego. Callado y servicial, Linde jugó dos temporadas en el juvenil del Lloreda, para dar a continuación un paso más en su trayectoria como delegado del equipo alevín y, después, del juvenil.

El joven estudiante de Magisterio disfruta en el banquillo y se identifica plenamente con los valores de una organización deportiva que no ha perdido el carácter familiar y que promueve la inclusión social a través de la práctica del fútbol con una de las cuotas más baratas de Asturias. Así fue como, a la vista de que nadie estaba dispuesto a asumir la presidencia, Dani comentó con sus allegados y con los responsables de la entidad la posibilidad de coger el club para evitar una disolución que cada día parecía un poco más cercana, con lo que ello supondría para sus jóvenes futbolistas. El hecho de que personas como el presidente saliente o el coordinador, Fermín Montes, se comprometiesen a acompañarle fue lo que le decidió finalmente a embarcarse en una aventura en la que quienes han seguido hasta ahora su trayectoria le auguran muchos éxitos. El flamante presidente conoce a la perfección el fútbol base porque lo ha mamado tanto en el Lloreda, como en el Puerto o en el Manuel Rubio. Por ello, tiene muy claro que, lejos de los oropeles futbolísticos, su impagable labor se centrará en inculcar a los chicos sanos valores deportivos que también les sirvan para la sociedad.

Dani valora especialmente el sentido de pertenencia. El compromiso que ha adquirido así lo demuestra. Es, además, una de las señas de identidad que mas aprecia y que quiere potenciar en el Lloreda, un club que no dispone del nombre de otros y que tampoco tiene a sus equipos en las principales categorías del fútbol base, pero que ofrece alicientes como la seriedad y la cercanía a los chicos de la cantera. Quizás sea por todo lo expuesto por lo que Linde aborrece proyectos faraónicos como el de la Superliga europea. El suyo es otro fútbol y no el que busca el negocio puro y duro. A su juicio, lo que quieren los grandes clubes que secundaron la iniciativa del Real Madrid es que un chaval de Gijón no sea del Sporting, sino de uno de esos equipos repletos de estrellas a los que únicamente podrá ver a través de las televisiones de pago.

Cuatro años después de su llegada al club, Daniel Linde, un chava veinteañero, ya es la cara visible del histórico Lloreda y su juventud le coloca como digno heredero de Anselmo López, padre del Sporting de Gijón. Hay más proyectos que irán viendo la luz, pero el primer objetivo es formar un prebenjamín que complete la estructura deportiva de una entidad histórica en la que soplan nuevos y esperanzadores vientos.

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