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Los negocios 24 horas de Gijón, contra las cuerdas por el toque de queda

Los locales de venta ininterrumpida cifran en un 30% las pérdidas al no abrir de noche por las restricciones: “Somos necesarios”

Javier García y Manuel Pardo, en la cafetería-tienda Johy. Marcos León

Cuando a José Manuel Pardo se le ocurrió en 1976 abrir un negocio de 24 horas muy pocos le apoyaban e incluso le veían como un temerario. “Vi que era un servicio de necesidad, pero costó mucho crear el hábito”, rememora. Ahora, aunque se ha jubilado, más de cuatro décadas después sigue pendiente para echarle un cable a sus hijos, Jesús Carlos y Begoña, los propietarios de Johy, el hotel, cafetería y tienda situada en la calle Aquilino Hurlé, en el barrio de La Arena, que espera que pronto levanten las restricciones para respirar. “Necesitamos que nos permitan abrir para ir librando las pérdidas, el verano no nos va a salvar el año, pero sí será un soplo de aire”, relata. En su caso, cifra en un 90% las pérdidas por las restricciones, al no poder abrir por la noche por el toque de queda. Una cifra superior a la de las otras dos tiendas que hay en la ciudad que tampoco cierran, y que fijan la caída de ingresos en un 30 por ciento por las restricciones y confían en poder abrir pronto con normalidad. “Somos necesarios, pero tiene que ser cuando la situación lo permita, con garantías, y todo empiece a rodar”.

A los negocios 24 horas se les agota el tiempo

Gerardo Puente lleva veinte años junto a su hermano Ramón con el local De Sol a Sol, en la calle Marqués de Casa Valdés. Durante el último año de pandemia, solo durante el periodo estival abrieron por la noche. “Somos un servicio esencial para trabajadores de hostelería que salen tarde y pueden necesitar agua o leche, también para los sanitarios o cualquier urgencia”, relata. Ahora, con las limitaciones de horarios, han reducido su plantilla a la mitad, de ocho a cuatro trabajadores, y han salvado gracias a las loterías un impacto mayor: “Solo la noche ya nos suponía un 20 por ciento que ahora no tenemos, pero gracias a la administración lo llevamos mejor”.

También en el barrio de La Arena se encuentra el otro negocio de Gijón que nunca cierra, El Trasgu, con 16 años de historia. Un negocio, en parte familiar, que de seis empleados ha pasado a tener solo uno a tiempo completo y otros dos a media jornada. “Hay que tener conciencia. Para volver a abrir toda la noche tiene que estar la situación sanitaria bien y que abra todo el ocio nocturno, lo primero son las leyes y la salud”, indica su propietaria, que cifra en un 30 por ciento sus pérdidas por la pandemia, y que lamenta que la normalidad tardará en recuperarse: “La gente tiene miedo de gastar y salir, aunque tenemos la fidelidad de la gente del barrio, pero falta el turismo”.

Belén Betolaza, en una tienda de la calle Marqués de Casa Valdés. Ángel González

En Gijón, los tres negocios 24 horas sobrellevan como pueden la crisis. “Es muy sacrificado, por eso no hay muchos más”, reconoce José Manuel Pardo. “Llegué a hacer turnos de 24 horas enteros, durmiendo apenas un par de cabezadas en una silla”, detalla. “Aquí ha llegado gente a pedir si teníamos herramientas o piezas para reparar un coche averiado”, señala el fundador de Johy, que ahora tiene el hotel cerrado.

“La crisis nos ha servido un poco para reinventarnos también, he empezado con los pedidos a domicilio, y será algo que mantendré después”, cuenta Gerardo Puente. “Aunque seamos 24 horas, y estemos siempre disponible, cada vez hay que tener más ingenio”, subraya antes de añadir una anécdota: “Por el toque de queda he visto como un fumador encargaba un taxi que viniese a recogerle una cajetilla de tabaco para llevársela a su casa”.

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