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Papagore se resistió durante minutos a su detención y dañó el vehículo policial

“La discusión que denunciaron los vecinos era en otro piso”, asegura la pareja del arrestado, acusado de agredir al menos a ocho agentes

Dos policías locales, tras acudir al domicilio de la pareja de Papagore, en la plaza Jacques Cousteau. Ángel González

Papagore Ndoye, el exmilitar senegalés afincado en Gijón que resultó detenido este sábado acusado de haber agredido a varios policías y enviado al menos a ocho de ellos al hospital por lesiones de diversa índole, tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, pasará previsiblemente hoy a disposición judicial tras casi dos días en el calabozo, donde seguía ayer “muy alterado”. Acabó arrestado a última hora de la mañana del sábado por posibles delitos de atentado a la autoridad y lesiones después de que, según el relato policial, varios vecinos alertasen de una fuerte discusión en la vivienda de su pareja. De camino a Comisaría, dañó una puerta y dos ventanas del vehículo patrulla. Su pareja, que en el momento del incidente rechazó denunciar al detenido, insistió ayer en su relato. “Claro que no le voy a denunciar. Nos habíamos levantado tarde y estábamos desayunando. Había una pareja discutiendo en el edificio, pero era en un piso de arriba, no aquí”, aseguró ayer a este diario. Papagore tiene dos condenas firmes por agresión a la autoridad y una tercera recurrida al Tribunal Supremo.

Papagore Ndoye, en una imagen de archivo. Juan Plaza

Buena parte de los vecinos que residen en el bloque en el que fue arrestado Ndoye, en la plaza de Jacques Cousteau, manifestaron ayer su sorpresa al descubrir lo sucedido. El edificio, muy grande, se subdivide en varias alas, por lo que casi ninguno de los residentes se enteró de la actuación policial. La mujer comparte un rellano diminuto con otras dos viviendas. “Con lo pequeño que es esto, y como se juntaron varios policías, era imposible no enterase”, explicó la inquilina de uno de estos pisos, cuya puerta todavía presentaba ayer desperfectos visibles. La vivienda está en una tercera planta y da a un gran patio de luces, así que la trifulca, que duró varios minutos, supuso el riesgo de que alguno de los implicados cayese al vacío.

El relato policial sostiene que varios vecinos les alertaron de “estar escuchando ruidos y golpes contra muebles”. Y que, a la llegado de los agentes, Papagore Ndoye opuso resistencia a que entrasen a la vivienda para hablar con su mujer. Por eso, los policías, al ver la “actitud violenta” del exmilitar, pidieron refuerzos. Desde Comisaría, al saber que se trataba del senegalés, enviaron a varias dotaciones más. Según la versión policial, el arrestado se negó a colaborar y tuvo que ser reducido a la fuerza.

La versión de los testigos es confusa. Sí está claro que los agentes volvieron a recurrir a la técnica que sus compañeros ya habían usado en la última trifulca con el africano: usaron dos pares de esposas, ante la imposibilidad de moverle los brazos, para atarle las muñecas. Varios escucharon cómo el agredido gritaba “yo no hice nada” a los agentes, pero también cómo profería insultos e improperios contra ellos. “Las leyes españolas no valen para nada” y “en mi país os mataba y no se enteraba nadie” fueron, según estos testimonios, algunas de las frases que lanzó el exmilitar. De camino a Comisaría, consta también que el exmilitar desencajó a patadas una puerta de la patrulla policial y que dañó dos de las ventanas del vehículo, así como que trató de encararse con el agente que le metió en el calabozo.

Su pareja, que rechazó denunciar cualquier tipo de maltrato, hablará con su abogada para estudiar cómo abordar la situación. Ayer, dos agentes de la Policía Local la visitaron en su domicilio para interesarse por su estado. “Estoy bien, pero (los agentes) me dañaron la casa de cuando lo sacaron de golpe al rellano. Yo no me negué a que hablasen conmigo”, asegura. Ndoye fue condenado en enero de 2016 y en enero de 2017 por los mismos delitos y tiene recurrida ante el Tribunal Supremo otra sentencia en contra por una tercera agresión acontecida en 2019. Por esta última afronta 16 meses de cárcel que podrían saldarse a cambio de que abandone España.

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