La feminista y docente Clara Serra Sánchez (Madrid, 1982) defendió ayer en las jornadas de la Escuela de Pensamiento Feminista de la Asamblea Moza d’Asturies (AMA) de Gijón, que terminan hoy, la necesidad de incluir a los hombres y a las personas transexuales en un movimiento que, a su juicio, perderá su poder transformador si se “repliega” a los discursos “excluyentes” de lo que ella llama el “feminismo más conservador”, que en Gijón tiene presencia en la Escuela Feminista Rosario de Acuña celebrada este mismo mes.

–Vino a Gijón a defender que el feminismo amplíe su sujeto político. ¿Eso incluye también a los hombres a las personas ‘trans’?

–Sí, la charla se enmarcaba, y en esto creo que estar jornadas eran muy necesarias, en un momento político en el la ultraderecha está reclutando a un ejército de hombres contra el feminismo, como si el feminismo fuese un movimiento contrario a ellos, alimentando una guerra de sexos que no existe. Por eso creo que es muy importante que el feminismo interpele también a los hombres para decirles que para lograr una sociedad más justa ellos también son necesarios. El sistema patriarcal puede suponerles ciertos privilegios, pero los roles clásicos también les quitan muchas libertades.

–La llamada masculinidad tóxica.

–Claro, debemos preguntarles si esos roles clásico son compatibles con su libertad, si realmente ellos quieren una sociedad así.

–Suele usarse como argumento antifeminista las cifras de víctimas varones por suicidios y asesinatos.

–Y justamente esa es la evidencia de que a los hombres también les debe importar el feminismo. Se echa en cara al movimiento un problema que responde a la sociedad patriarcal, que es violenta. Al final, esa masculinidad clásica supone para muchos un gran malestar e inevitables fracasos en el intento de ser hombres que no quieren o pueden ser. Tenemos que politizar este malestar masculino, no en sentido reaccionario, sino en uno transformador.

–El debate de cuál debe ser el sujeto político del feminismo también surge desde dentro.

–Del feminismo más clásico que considera, por ejemplo, que las personas “trans” no competen a sus asuntos. Y yo creo que el desacato a las normas de género que representa el colectivo claro que son un asunto feminista, como cualquier desobediencia a la cultura patriarcal.

–¿Se están extremando las posturas?

–Sí, se están potenciando las inercias excluyentes, pero siempre que un movimiento se preocupa en exceso por resguardar su sujeto se vuelve menos transformador. En la lucha por la vivienda digna no preguntamos a quién han desahuciado y a quién no, porque entendemos que es una batalla conjunta. Hay una parte del feminismo que se está replegando en ideas conservadoras, pero también es importante recordar que no es la primera vez que esto sucede. El feminismo ha tenido discusiones antes, y muy serias, y al final debemos centrarnos más en lo que nos une.

–¿Y cómo se puede lograr eso?

–Demostrando que hay muchos hombres que son feministas, porque así es como se desarticula a Vox. Y eso nos obliga a discutir con algunas feministas que están siendo demasiado conservadoras, pero es que si desde dentro cuestionamos que los hombres tengan algo que ver con el movimiento, si dudamos de que tengan algo que ganar y por lo que pelear, estamos justificando el relato de Vox de la lucha de hombres contra mujeres. Y la lucha es por una sociedad más justa para todos.