De aula en aula | Un recorrido por los centros educativos de Gijón

El San Eutiquio cultiva la quietud

Los alumnos del centro reciben técnicas de "hara" para favorecer la tranquilidad y hacer frente a la ansiedad en época de exámenes: "Se trabaja la autoconfianza"

Pablo Palomo

"Pensaba que no, pero funciona". Inés Suardíaz, alumna de segundo de Bachillerato del San Eutiquio-La Salle es quien pronuncia estas palabras. Se refiere a las técnicas de relajación impartidas en el centro de Cimadevilla. Unas técnicas llamadas "hara", término cuyo significado literal es "cultivo de la vida". Busca, a través de ejercicios de respiración y autoconocimiento hacer que los alumnos estén mucho más tranquilos ante fechas clave como un examen global o a la hora de afrontar la prueba de Selectividad. Se lleva desarrollando varios años a todos los niveles, no solo con alumnos de Bachillerato, sino también con los de Formación Profesional. Y es un éxito. "Se trabaja mucho la autoconfianza", explica Sara Pérez, una de las docentes.

Para comprobar que el "hara" funciona como un bálsamo en el San Eutiquio solo hace falta presenciar una sesión como la que se impartió el pasado jueves, víspera de un viernes festivo. Una clase de segundo de Bachillerato tiende a ser un nido de emociones. Tanto por la edad como por los nervios que implica afrontar el último curso antes de salir hacia la educación superior. Una formación que, sobre todo ante determinadas titulaciones universitarias, exige sacar buenas notas para optar al grado deseado. Sara Pérez es profesora de Lengua y se encarga de impartir estas técnicas al Bachillerato tecnológico. Los alumnos entran a la sesión entre bromas, con risas y alguna que otra pedorreta para hacer la gracia. Y la terminan relajados y sin que se escuche una voz más alta que otra.

La actividad se imparte en el salón de actos. El suelo se llena de colchonetas. Sobre ellas, se tumban descalzados, con los ojos cerrados, mientras su tutora les va dando indicaciones. Les hace reflexionar sobre el estrés y sobre que, en la vida (esto tiene mucho de estoicismo), hay situaciones que no dependen de ellos, por lo que deben enfocarse en aquello que sí pueden controlar. Poco a poco la relajación va haciendo efecto. Los hay que se tumban con una manta y hasta quienes se acuestan con antifaces para aumentar la sensación de quietud. "Buscamos trabajar la dimensión interior del alumno y su espiritualidad. Están mucho más tranquilos, sobre todo, de cara a los exámenes", puntualiza Pérez, que, como el resto de los docentes, ha recibido formación específica para impartir esta clase de técnicas.

El "hara" en el San Eutiquio se imparte adaptándolo a todos los niveles, pero es especialmente relevante en segundo de Bachillerato. Este curso es para muchos alumnos como una carrera de Fórmula 1. Un simple traspiés les puede complicar la entrada en la titulación de sus sueños. La presión para ellos es constante. Así que el "hara" les sirve para ir con más calma en un curso de mucha adrenalina.

Lo cuenta, por ejemplo, Pablo Sandoval, que quiere hacer el doble grado de Física y de Matemáticas el año que viene. "Sobre todo, cuando toca un global, nos viene muy bien para estar más tranquilos", reflexiona. También lo explica Eva León, una alumna que quiere hacer una ingeniería. "Antes, nos poníamos muy nerviosos y tratábamos de repasar a última hora. He descubierto que en los últimos cinco minutos no vas a aprender nada que no hayas podido estudiar antes", concreta. Y es que, a veces, en un mundo tan complejo y voraz, saber estar tranquilo, como hacen los jóvenes del San Eutiquio, es una de las mejores lecciones de vida.

Suscríbete para seguir leyendo