Poliédrica Universidad Laboral: 75 años del inicio de la construcción del coloso

Las peculiaridades de un complejo que empezó a construirse hace ahora 75 años y que ha pasado por variopintas etapas

Canteros esculpiendo capiteles en 1950. | Fototeca del Muséu del Pueblu d’Asturies

Canteros esculpiendo capiteles en 1950. | Fototeca del Muséu del Pueblu d’Asturies / Héctor Blanco

Héctor Blanco

Héctor Blanco

La Universidad Laboral contiene en su biografía múltiples circunstancias que conforman un puzle tan complejo como interesante. En ella, se entrecruzan la historia oficial, la leyenda blanca, la leyenda negra y la historia real, aún en parte por hilvanar y completar. Al cumplirse este mes el 75.º aniversario del inicio de su construcción, cabe señalar algunas peculiaridades de un proyecto que comenzó su andadura como centro de formación técnica para niños mayores de 10 años, regido por la Compañía de Jesús y con una comunidad de monjas clarisas al cargo de la intendencia doméstica, y que actualmente acoge actividades diversas reconvertido en Laboral Ciudad de la Cultura.

Inicio de la construcción de la Granja Agronómica de Somió (1948).   | BIBLIOTECA PADRE PATAC

Inicio de la construcción de la Granja Agronómica de Somió (1948). | BIBLIOTECA PADRE PATAC / Héctor Blanco

Desde sus inicios hasta el presente abundan artículos y publicaciones sobre la Laboral y su contexto: panegíricos fundacionales, crítica arquitectónica en la segunda mitad del siglo XX y análisis sobre múltiples aspectos durante las tres últimas décadas. En este amplio repertorio, cabe destacar la entrevista realizada por Javier Morán al arquitecto José Díez Canteli –responsable de la dirección de obra entre 1948 y 1957– publicada en LA NUEVA ESPAÑA en 1998.

José Díez Canteli y Luis Moya, en las obras de la Laboral.   | ARCHIVO DÍEZ CANTELI

Albañiles construyendo una bóveda de rasilla (h. 1950). | FONDO LUIS MOYA. ARCHIVO DE LA POLITÉCNICA DE MADRID / Héctor Blanco

La inspiración.

Como apunta María del Mar Díaz, el antecedente directo y que probablemente sirvió de inspiración para el proyecto amparado por el ministro franquista José Antonio Girón fue L’Université du Travail de Charleroi (Bélgica). Esta iniciativa del político socialista y masón Paul Pastur fue creada a comienzos del siglo XX teniendo como finalidad la formación profesional de los hijos de los mineros de la provincia valona de Hainaut.

Canteros esculpiendo capiteles en 1950. | Fototeca del Muséu del Pueblu d’Asturies

José Díez Canteli y Luis Moya, en las obras de la Laboral. | ARCHIVO DÍEZ CANTELI / Héctor Blanco

Inicialmente el proyecto impulsado por Girón se denominó "Institución de Formación Profesional y Social para huérfanos de mineros" –de manera extraoficial el nombre se redujo a "Orfelinato minero de Somió" y "Orfelinato Girón"–. Acabó llamándose Universidad Laboral a partir de 1951 tras la conversión del proyecto inicial en un nuevo modelo educativo de ámbito nacional que supuso la creación de otros veinte centros en otras tantas localidades del país.

Poliédrica Universidad Laboral

Poliédrica Universidad Laboral / Héctor Blanco

La primera piedra que no existió.

La historia oficial estableció el 1 de abril de 1948 como la fecha del inicio de las obras, incluso hay varias referencias que afirman que ese día se colocó la primera piedra del complejo, acontecimiento que nunca se produjo. Díez Canteli lo aclaró en 1998 recordando que lo efectuado entonces fue el replanteo de la Granja Agronómica de Somió. Todo apunta a que la Fundación Girón quiso dar un contexto significativo al inicio de la construcción vinculándolo al entonces denominado "día de la victoria" con el que la dictadura conmemoraba el fin oficial de la guerra en 1939.

En la prensa local, comienzan a aparecer ofertas de empleo para peones mediado el mes y el 22 de abril el diario "Voluntad" da cuenta de que el día previo se había comunicado oficialmente al alcalde, en aquel momento José García-Bernardo, el inicio de las obras. Para las mismas nunca se solicitó la correspondiente licencia urbanística o al menos no consta en el Archivo Municipal. El primer acto institucional, no tuvo lugar hasta el 13 de agosto de ese año, con la inauguración de la exposición de la maqueta del edificio en la Escuela de Comercio.

Lo primero, los establos.

El planteamiento inicial del proyecto como un centro autónomo y autárquico obligó a que los trabajos comenzasen por la citada Granja Agronómica que, junto a la ganadería emplazada en la quinta La Llorea, contaban con la función esencial de abastecer de alimentos a los habitantes del complejo. Por ello los primeros edificios en levantarse fueron silos, cuadras, gallineros y cochiqueras ya que debían de estar a pleno rendimiento previamente a la apertura del centro. Finalmente nunca entraron en uso, pasando a albergar al INTRA.

La más peculiar entre estas primeras construcciones fue una batería de cámaras zimotérmicas destinadas a la transformación de los residuos ganaderos en abono para los terrenos agrícolas del complejo. Fue demolida hace una década durante la adaptación del recinto del INTRA para dependencias del Parque Científico y Tecnológico.

De grande a enorme.

Si Luis Moya concibió la Laboral como un gran edificio modificaciones posteriores hicieron que aún fuese mayor de lo inicialmente proyectado, tanto en superficie construida como en altura al aumentarse la de la torre hasta casi llegar a 120 metros. El complejo inicial estaba previsto para acoger a 1.400 personas si bien llegó finalmente a cobijar a algo más de 2.000.

Pero si el tamaño del las edificaciones es relevante aun es mayor la extensión de los terrenos vinculados a la Laboral, unas 388 hectáreas según ha cuantificado Ramón Alvargonzález, provenientes de compras y expropiaciones en las parroquias de Somió, Cabueñes, Castiello de Bernueces y Deva. Incluso el campo de fútbol de El Molinón formó parte de este patrimonio. Esa gran reserva de suelo rústico resultó posteriormente esencial para que fuese posible dar cabida a los diversos recintos y edificaciones que hoy conforman la Milla del Conocimiento.

Los otros (y otras).

Es bien conocida la nómina de técnicos –arquitectos, ingenieros, aparejadores– y artistas que, con Luis Moya Blanco a la cabeza, participaron en los 16 proyectos constructivos del complejo. Entre ellos, aunque no siempre se cita, estuvo María Juana Ontañón coautora del Paraninfo, una de las partes más interesantes del conjunto, y la primera arquitecta que trabajó en Asturias. Recientemente ha trascendido que una artista de vanguardia, Delhy Tejero, también realizó el diseño de un mural que finalmente se frustró. Moya desveló en 1981 que se habían mantenido contactos con Salvador Dalí para realizar la Sala de Pinturas.

Como contrapunto son anónimos los albañiles, canteros, encofradores, carpinteros o pizarristas que intervinieron en la Laboral entre 1948 y 1957. Durante ese periodo 13 fallecieron en el tajo. En 1950, la obra llegó a ocupar simultáneamente a 1.200 trabajadores.

Un monumento a los oficios.

La Universidad Laboral fue posible gracias a esa pléyade de obreros duchos en los oficios tradicionales de la construcción. Con apenas maquinaria, empleando materiales económicos y el domino de métodos constructivos clásicos, en especial albañilería y cantería, esta mano de obra sabia, eficiente y anónima logró levantar el complejo con economía y rapidez. La Laboral entró en servicio en 1955 y el grueso de la obra se solventó en una década. El edificio es, a la par, el canto del cisne de muchas de estas profesiones seculares y un monumento a las mismas.

El orfanato huérfano.

José Antonio Girón de Velasco, falangista, ministro de Trabajo desde 1941 y padre político de la Universidad Laboral, fue cesado el 25 de febrero de 1957. Poco después, a escasos meses de que el complejo estuviese terminado, se dio orden de parar la construcción. Aquel orfanato ideado en la posguerra quedaba huérfano, inconcluso y nunca fue inaugurado. Las obras emprendidas a comienzos de este siglo para su adaptación al proyecto Laboral Ciudad de la Cultura quedaron también sin acabar.

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