Europa construye regasificadoras para el triple de la demanda de gas prevista: así afecta a la de Gijón

Las plantas de España funcionan al 35% de su capacidad, lo que aleja la posibilidad de que la asturiana se utilice para algo más que almacén

La planta regasificadora de El Musel.

La planta regasificadora de El Musel. / Pablo Solares

Ricardo Mir de Francia / Pablo Castaño

La invasión rusa de Ucrania no solo forzó a Europa a diversificar sus fuentes de suministro, sino que puso en marcha una carrera por incrementar la soberanía energética del continente. El pánico al desabastecimiento de gas y el aumento de sus precios, a medida que el Kremlin convertía el suministro en un arma de guerra y recortaba las exportaciones por tubería al continente, aceleraron la búsqueda de soluciones. Y una de ellas fue la construcción de nuevas plantas regasificadoras, instalaciones industriales que devuelven al gas transportado por barco en estado líquido su naturaleza gaseosa. Nada que objetar, si no fuera porque la capacidad que se está construyendo supera con creces la demanda de gas prevista en Europa para los próximos años. Una demanda que ha caído un 20% desde 2021, según el Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA).

El laboratorio de ideas energético asegura en su último informe que el consumo de gas en Europa cayó en 2023 hasta su cifra más baja de los últimos diez años. Es una buena noticia para el clima, motivada por la creciente implantación de las renovables, las medidas de eficiencia adoptadas en la UE y un clima anormalmente benigno. Y no parece que la tendencia vaya a cambiar. Según el análisis del IEEFA, la demanda de gas en el continente tocará techo en 2025 para reducirse de forma inexorable a partir de entonces. Una realidad que choca con la explosión de las plantas regasificadoras. En estos dos últimos años han entrado en funcionamiento ocho nuevas, mientras que otras cuatro expandieron su capacidad. Y está previsto que otras 13 sigan su estela antes de 2030.

La caída de uso de las terminales aumentará a medida que avance la década, según expertos

"Esto significa que la capacidad combinada de las terminales europeas de gas natural licuado (GNL) podría ser tres veces mayor que la demanda prevista a finales de esta década", asegura la analista jefe para Europa del IEEFA, Ana María Jaller-Makarewic. Este año pasado, sin ir más lejos, las regasificadoras de la UE operaron a una media del 58% de su capacidad. Ocho de las 37 lo hicieron por debajo del 50%. Y la perspectiva es que aumente su infrautilización a medida que avance la década. El IEEFA prevé que la demanda de GNL no superará los 135 billones de metros cúbicos (bcm) en 2030, lo que dejaría una capacidad inutilizada de 265 bcm.

España es un ejemplo de lo que no se debe hacer, según recalcan los expertos. Con sus siete plantas de regasificación –incluida la de Gijón, que se utiliza solo como almacén– es el país con más capacidad de todo el continente. Pero también donde más infrautilizadas están. En 2023, solo se utilizó el 35% de su capacidad, según el IEEFA, que bebe de datos de instituciones públicas y privadas. Esa escasa utilización aleja las posibilidades de que la planta del puerto de El Musel, activada el pasado año, incremente sus usos más allá del almacenamiento de gas para la reexportación. "La desproporcionada infraestructura de GNL de España podría convertirse pronto en una desventaja estratégica, teniendo en cuenta que el pico de demanda podría llegar tan pronto como 2025", asegura Jaller-Makarewic.

Para el contribuyente europeo no son buenas noticias porque el coste de construcción de las regasificadoras puede superar los 1.000 millones, como ha pasado con alguna de las nuevas en Alemania. "Al ser un negocio regulado, buena parte de los costes, así como de su mantenimiento, se traslada en la factura a los consumidores", asegura Jaller-Makarewic.

Suscríbete para seguir leyendo