Un cañón para acertar a 18 kilómetros, una enfermería como un quirófano y muchas colas: así son los buques de la Armada que están en Gijón

"Son espectaculares", afirman los gijoneses, que llegaron a hacer cola en el puerto para ver la fragata "Álvaro de Bazán" y el buque de aprovisionamiento "Cantabria"

La fragata “Alvaro Bazán” y el Buque de Aprovisionamiento “Cantabria”, gran atracción en el Musel

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Sostiene Marcelino Martínez que el espigón de la tercera alineación de El Musel es un lugar tan idóneo para pescar como cualquiera porque allí lo mismo puedes sacar un chicharrón, que una lubina. Sin embargo, esta tarde, como las últimas tardes, no estaba siendo la suya. Contaba todo esto repanchingado en una silla de tela, con una faria entre los dientes, protegiéndose del sol gijonés intermitente con una gorra de La Legión y casi sin prestar atención a la imponente proa de la fragata "Álvaro de Bazán", que tenía a cien metros de él. Este barco de guerra de la Armada junto que con el buque de aprovisionamiento "Cantabria" fueron esta tarde la gran atracción en las tranquilas aguas portuarias. Decenas de gijoneses, incluyendo muchas familias, fueron al extremo más oeste de la ciudad para participar en la primera jornada de puertas abiertas de las dos embarcaciones. Estas recalan en El Musel con motivo de la jura de bandera de mañana. "Son espectaculares", comentaron muchos de los visitantes.

La apertura de puertas para la visita a los dos buques estaba prevista a las cuatro de la tarde. Minutos antes de esa hora ya había casi 50 personas esperando a que abrieran la verja del espigón. Una patrulla de la Policía Portuaria aparcó en la zona sobre las cuatro y cuarto, cuando la cola ya llegaba casi a la altura de la Torre de Control del Puerto. Dos agentes abrieron la valla y los presentes pudieron caminar para llegar hasta la proa del "Álvaro de Bazán". La fragata llegó ayer a Gijón desde el Golfo de Vizcaya. Allí participó en unas maniobras lideradas por el Ejército del Aire y del Espacio de Francia. Las aguas de El Musel estaban infinitamente más tranquilas que las vascas, donde la tripulación, unos 165 marineros, tuvieron que capear una fuerte borrasca.

La Armada cuidó al milímetro la visita. El acceso al buque se hacía desde una pasarela de metal, con tres escalones de madera para salvar una pequeña altura y poner pie en el helipuerto del buque, en la popa. Ariana Fernández es una pequeña de siete años que jugaba esta tarde primero al pie de los lanzadores verticales de misiles del barco y luego buscando la sombra bajo la cabina del cañón de cinco pulgadas de la fragata y capacidad de disparo eficaz a una distancia de unas 18.000 yardas, casi 18 kilómetros. "Me gusta mucho el barco. Lo que más los cañones", contó la cría, en proa, que vino acompañada de sus abuelos Álvaro González y Secun Martínez. Los dos disfrutaron de la visita, quizás más el segundo, porque se ganó la vida trabajando en un astillero.

-"Me gusta, pero me da un poco de yuyu. Espero que no tenga que usarse nunca", afirmó Secun Martínez.

-"Eso esperamos todos", le responde Mario Martín, alférez de fragata, que acompaña a LA NUEVA ESPAÑA en su visita al barco.

"Mola mucho", respondió seguro, a su vez, Diego de la Vega, otro crío que se lo pasó de lo lindo en la cubierta de la fragata. Cuenta su madre, Marina Marcos, que el crío es todo un fanático de los buques de guerra y de los aviones y que hoy fueron a El Musel casi de sorpresa. "Me mandó el abuelo un tuit donde se explicaba que venían los barcos. Imagínate, el crío cuando se enteró se puso como loco de contento", dijo, con una enorme sonrisa, la mujer. La visita guiada no se queda solo en la cubierta. Se adentra en las tripas del barco, plagadas de fotos y medallas, pero también de equipos de respiración y contra incendios.

El recorrido desentraña lugares tan llamativos como la enfermería, que es casi como un quirófano, y que cuenta con una televisión plana con una web cam para conectar con el Hospital Central de la Defensa Gómez Hulla por si las cosas se complican. También pasan por el puente de mando donde el teniente de navío Valdés responde varias preguntas sobre navegación a los visitantes. Todos miran para él salvo un busto de la Virgen del Carmen que preside el compartimento, que mira al frente, a través del cristal y de los limpias.

El "Cantabria" también hizo las delicias de los visitantes. El buque es de provisiones. Lleva, sobre todo, combustible. Rara vez porta agua porque lo normal es que los buques ya tengan capacidad para hacer la suya. "Es geniaaaaaaaaaaaaaal", dicen al unísono Dani García y Lucas García, otros dos pequeños, nada más poner un pie en la nave que, como el Álvaro de Bazán" maravillo a los gijoneses. Y estos, a su vez, a los miembros de La Armada que ni ellos se esperaban tan buena acogida.

Las visitas guiadas seguirán hoy, de cuatro a ocho de la tarde, y el domingo, de diez a una de la tarde.

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