El Arzobispo de Oviedo carga contra la amnistía en el centenario de la Basílica de Gijón: "Me duele España"

Sanz Montes criticó la medida en el inicio de las celebraciones del siglo de la Iglesiona, que se llenó para la misa

Vídeo: La Basílica del Sagrado Corazón celebra sus 100 años

Ángel Gonzalez y Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Una jornada de celebración religiosa, pero en la que también hubo espacio para la reivincidación política. La Basílica del Sagrado Corazón de Gijón, el templo conocido popularmente como "la Iglesiona", se llenó esta mañana para dar el pistoletazo de salida a su nutrido calendario de actos para celebrar su siglo de existencia. El primero de estos actos fue una misa que estuvo presidida por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, así como por el rector de la Basílica, Manuel Robles. La celebración prestó especial atención importancia a la efeméride. Robles hizo un breve repaso de la historia del templo en el inicio de la eucaristía y dijo que en la Basílica cabe "todo el universo de la fe católica". Sanz Montes también tomó la palabra para hablar de la importancia del Sagrado Corazón y para cargar, casi al final de su discurso contra la amnistía. "Me duele España", afirmó, parafraseando a Miguel de Unamuno.

"Me duele España. Me duele tanto", prosiguió el religioso, que recordó que "pertenecemos a un pueblo que tiene 500 años de convivencia, con sus altibajos, sus contradicciones y sus revueltas". En ese sentido, añadió que el país es un "pueblo rico en regiones y paisajes, cultura y lenguas". "Es un pueblo que ha sabido convivir en unidad, sin ninga extraña partición mal avenida", recordó. "Me duele España porque esta mañana se ha aprobado en el Parlamento Español una amnistía enormemente nociva para el orden que nos hemos dado, para un Estado de Derecho sin que queden conculcadas las diferentes realidades que equilibran una razonable gobernanza", dijo.

Sanz Montes dijo que le "preocupa la patria" y que quería pedir "luz" para los que "tienen en su mano la gobernanza desde la política". "Quiero pedir para que no hagan daño, para que no priven y potencien por intereses suyos privados que pueden ser tan extraños como bastardos en maleficio de la entera comunidad. Por España, roguemos al señor", finalizó. Ese parte de su discuros fue, en realidad, un extracto de unos dos minutos de una intervención mucho más larga en la que Sanz Montes habló del amor, del corazón, de la familia y de toda la historia que atesora la Basílica.

Una Basílica que, por otro lado, se llenó para las celebraciones. Unas celebraciones que prosiguen en los próximos días. Para rematar la misa, sonó el himno de España, la marcha real, y, tras esto, uno de los asistentes gritó un "Viva España" que fue secundando por buena parte del templo.

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