Presenta "Gregoria" en la sección oficial de cortometrajes | Celia Viada Cineasta

"Nunca aprendí tanto de nadie como de Gregoria, vivió toda su vida de lo que quiso"

"Estudié Antropología, por eso me gusta tener siempre en cuenta esa mirada un poco antropológica audiovisual en los documentales"

Celia Viada, ayer, en la Escuela de Comercio.

Celia Viada, ayer, en la Escuela de Comercio. / Ángel González

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Celia Viada, fotógrafa y cineasta, persenta en el FICX "Gregoria", un corto en el que retrata a una mujer de 90 años que nunca dejó de trabajar la tierra para llevar sus productos al mercado de El Fontán. Presenta de nuevo trabajo en el FICX, tras el gran reconocimiento que tuvo con "La calle del agua".

–Vuelve al FICX y lo hace con uno de los tres trabajos de asturianos que entra en la sección oficial.

–La última vez, por pandemia, fue todo online. Estaba en Gijón, pero no pudimos proyectar la película. Fue especial, pero raro. Ahora vengo con mi primer corto. Y que estemos tres asturianos en Sección Oficial es muy ilusionante.

–¿Qué es "Gregoria"?

–Un cortometraje, de 25 minutos, que lo grabé en 2019, cuando conocí a Gregoria, una mujer que vendía en El Fontán. Y a lo largo de ese verano estuve con ella varios días en su casa y en El Fontán, y grabamos lo que ahora en la película simula ser un día en su vida. Nunca pensé realmente en lo que estaba haciendo. El material grabado estaba lleno de errores y cosas espontáneas, por eso dejé el proyecto a un lado. Y cuando lo volví a ver, con el paso del tiempo porque Gregoria se murió, fue lo que me permitió mirar de otra manera el material. El montaje está cargado de permitir todos esos errores. Trato a Gregoria con muchísimo respeto y cariño. En la película se ve nuestra amistad, pero a la vez plantea qué significa mirar a alguien y contar su historia.

–¿Qué aprendió de la protagonista?

–Muchísimo. Nunca aprendí tanto de nadie. Fue una mujer que vivió toda la vida de lo que ella quiso. Vendía en el Fontan los productos que cultivaba en su casa. Creo que es muy interesante ver esa manera de estar un poco en los márgenes del sistema, eso le ha permitido ser siempre la mujer que quiso, para mí eso es muy interesante.

–¿Qué le sorprendió durante la grabación?

–Pues que tenía en ese momento 92 años y muchísima vitalidad. Bajaba al mercado cargada de kilos y kilos en cada brazo.

–¿Sirve para homenajear a muchas figuras anónimos de nuestro pasado?

–Sí, porque no es solo que estemos rindiéndole un homenaje a Gregoria, sino también a muchas otras personas que viven así, no solo mujeres, sino también mucha gente; es una manera de vivir que no sé si es que está desapareciendo, o que simplemente no le prestamos la suficiente atención. Deberíamos mirar un poco más a esa manera de estar y vivir, es algo importante.

–¿Qué papel juega el cine para visibilizar nuestras raíces?

–Mucho más del que jamás pensé. Con la peli anterior, "La calle del agua", pensé que era una historia muy local, centrada en Asturias. Y cuando la iba a estrenar no sabía si le iba a interesar a nadie, pero lo sorprendente es que llegó a mucha gente, se puso en Argentina, México o Estados unidos, y la gente puede conectar con ello. Es como una manera de llevar lo local a muchos otros sitios.

–Lo ha bautizado como antropología audiovisual.

–Estudié Antroplogía, y a mí me gusta mucho tener siempre en cuenta la mirada un poco antropológica audiovisual en los documentales. Por eso me meto en la película, para mostrar un poco la subjetividad de ver dónde hablo.

–¿Cuál será su siguiente proyecto?

–Estoy con un largometraje, "Un verano sin pájaros", con el que miré al festival "Márgenes".

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