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Hevia Corte, clave en la historia reciente de Asturias

En recuerdo del relevante papel que jugó el “extraordinario empresario”, fallecido a los 88 años

En muchas ocasiones conversé con José Antonio Hevia Corte, extraordinario empresario asturiano que acaba de fallecer, y me hizo comprender mil datos clave de la historia contemporánea de Asturias. Porque, indudablemente, su biografía enlaza con el papel fundamental que el carbón generó para alterar positivamente la economía del Principado, a más de fenómenos de migración y de desarrollo fortísimo en ese distrito industrial, basado en el triángulo con vértices en la cuenca minera, Gijón y Avilés, con un centro complementario, Oviedo, que completaba los servicios precisos para ese ámbito industrial, ligado a la metalurgia y a la industria química; pero centrado, como primer motor, en la minas de carbón. De esta manera, Asturias pasó a ser, a partir de la Restauración, un punto clave –con Bilbao, Barcelona y Madrid– de la vida económica española.

En ese ámbito surgieron una serie de cambios sin los cuales no se explican acontecimientos vitales de José Antonio Hevia. Uno de ellos es la vinculación que, a través del ámbito creado por el socialismo minero y mensajes de la Universidad de Oviedo –vinculados, a su vez, con la Institución Libre de Enseñanza–, creaba un ambiente que se plasmó en él, con el nombre inicial que apareció, en 1932, en el Registro Civil de Pola de Laviana, donde se le anotó con el nombre de Placer. También él algo me habló de haber deseado participar, o de haber participado en las colonias veraniegas que, cerca de la playa de Salinas, se habían montado, dentro de la política de Extensión Universitaria por el grupo fundamental krausista de la Universidad de Oviedo. Y a continuación, es preciso ofrecer otro dato. La situación familiar era catastrófica, como consecuencia de la Guerra Civil, y el niño fue acogido en un comedor de la Sección Femenina. Una de las chicas que allí se encontraban, al conocer el problema de su nombre, con el agua de un lavabo lo bautizó y le puso el nombre que él perpetuamente ha mantenido.

Con gran esfuerzo pasó a recibir posibilidades de enseñanza a través de la Fundación Revillagigedo de Gijón y, a continuación, en la Escuela de Artes y Oficios, especializándose en cuestiones relacionadas con la siderurgia. Desde entonces, se convirtió en un experto en empresas del sector y, a partir de 1955, inició una actuación crecientemente importante de tipo empresarial. Se dió cuenta de que Asturias había perdido el papel central que había tenido con el carbón; pero, también, de que las empresas públicas que allí se instalaban, no conseguían generar una actividad fortísima, precisamente. Por eso, comprendió con claridad las posibilidades de la libertad económica, que se derivaban de una acción empresarial que él pasó a efectuar con eficacia notabilísima. A eso contribuyó, de modo continuo, su previa formación en los centros señalados de Gijón.

Pero además, consideró fundamental para Asturias la existencia de actividades docentes de la mayor importancia, como, por ejemplo, el Ateneo de Gijón y el patrocinio de los Cursos de La Granda.

Nunca agradeceré bastante su interés en todos los momentos y, en alguna ocasión, los hubo críticos. Su reacción ante ello fue ejemplar y le pareció siempre muy bien que el lema de estos cursos de La Granda fuese el que hiciera famoso la Infantería de Cromwell: “Ni un paso atrás”. Como mínima recompensa a su asidua colaboración, se le concedió la medalla de oro de La Granda, que, desde entonces, por haberla recibido él, condecora a esa Institución.

Al recibir la noticia de su fallecimiento, inmediatamente recordé, porque se lo merecía, las palabras que ese gran economista Schumpeter escribió a la muerte de otro gran economista, Böhm-Bawerk: “Ninguno de quienes estuvimos cerca de él, podría describir el estado de ánimo que en estos momentos nos embarga, porque no hay palabras para expresar lo que significó para nosotros, y aún no conseguimos hacernos a la idea de que, en adelante, un abismo insalvable nos separará de sus consejos, de su aliento, de su crítica, y que el camino que nos queda habremos de recorrerlo sin él”.

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