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Jaime Torner

La prematura relajación ante el coronavirus

Recientemente, se informaba sobre las modificaciones del Ministerio de Sanidad al protocolo asistencial del covid19, basadas en: a) Sustituir el registro general de pacientes con covid19 por, únicamente, los casos graves o considerados vulnerables; b) Suspender la cuarentena en contagios leves o asintomáticos; c) Suprimir las pruebas diagnósticas de cribado (rastreo); emplazándose a derogar en breve el uso obligatorio de mascarillas en espacios interiores. Dichas modificaciones han recibido diversas críticas de expertos epidemiólogos y médicos de Atención Primaria que procedería analizar:

En primer lugar, la vigente incidencia de covid–19 es diez veces superior a la registrada en la “nueva normalidad” del año pasado; tras lo cual, según el profesor Alfredo Corell, la supresión de cuarentenas todavía parece prematura; mientras el doctor César Carballo alerta del aumento de contagios por la variante BA.2 de ómicron, declarando: “No es momento de eliminar mascarillas”.

En segundo lugar, modificar actualmente la “escala de riesgo” de contagios mediante criterios arbitrarios implicaría la pérdida del rigor científico: Así, parecería absurdo que, ante idéntico patógeno, la incidencia tipificada hace un año de “alto riesgo” ahora resulte de “bajo riesgo”. Además, registrar un caso “grave o vulnerable” de covid19 implicará utilizar criterios con muchas variables, dependiendo del cuadro de cada paciente.

En tercer lugar, la doctora Margarita del Val considera que esta nueva estrategia del covid19 pretende “gripalizar” la pandemia y que, consiguientemente, se incrementarán notablemente los contagios. De hecho, esta “gripalización” de la población (con pretensión de una inmunización generalizada) parece actualmente ilógica, dado que este “coronavirus” ha demostrado su elevada capacidad de mutación en sucesivas variantes y que ello limita el potencial inmunológico de las vacunas elaboradas.

Finalmente, las medidas sanitarias no deberían estar orientadas a recuperar un nivel de “nueva normalidad” que alivie la actual crisis económica del país, secundaria a las bajas laborales por la variante Omicron del covid19 o al dramático incremento del IPC de marzo (9,8%), sea por encarecimiento de la energía eléctrica, del combustible o materias primas del sector alimentario. En definitiva, las recientes modificaciones en el protocolo del covid19 conllevan una prematura relajación de las medidas sanitarias.

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