Basta un solo dato para comprender la burla que supone para Gijón el proyecto de Presupuestos Generales del Estado hecho público hace dos días por el Gobierno central: el vial de Jove, con un coste que superará ampliamente los 200 millones de euros, apenas tiene asignados dos. Pero si pésimos son los números que recogen las cuentas para la ciudad, peor es aún constatar que llueve sobre mojado. Porque, desde hace unos años, empezando por el pasado 2021, los gijoneses se tienen que conformar con migajas debido fundamentalmente a la parálisis que sufren los grandes proyectos pendientes a causa de una preocupante falta de empuje político por el decreciente peso de Asturias en el conjunto de España. Una situación que se ha agravado con el Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos que preside Pedro Sánchez, camino de convertirse en el que menos dinero por habitante ha dado al concejo durante el actual periodo democrático. Suya es la responsabilidad principal de esta marginación, pero también tienen culpa los dirigentes autonómicos y locales, que no han sabido exigir con fuerza lo que es justo y denunciar sin tapujos el incumplimiento de promesas.

Hacer un repaso por las partidas destinadas a Gijón en los Presupuestos Generales es desolador. La inversión total apenas supera los 20 millones de euros y prácticamente toda se la lleva El Musel, que recibirá 19,7 millones para la prolongación de vías y nuevos equipamientos (seguramente, solamente en la Autoridad Portuaria el documento haya levantado una leve sonrisa). Los dos millones previstos para el vial de Jove se comentan por sí solos, más teniendo en cuenta que se trata de un proyecto que lleva sobre el tapete 17 años y que la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, prometió que esta infraestructura recibiría "buenas noticias" en otoño durante una visita a la ciudad hace unos meses. Del plan de vías, dos décadas después, no merece la pena hablar: las cuentas ni siquiera explicitan el gasto de la redacción de los documentos necesarios para construir la estación intermodal, a pesar de que el Gobierno se comprometió a agilizar todos los trámites después de respaldar el cambio de ubicación a Moreda.

Con semejante panorama, no es de extrañar que la alcaldesa, Ana González, se declarase ayer "decepcionada" con las cuentas, una postura valiente, dada su filiación política, si bien es cierto que apenas le quedan ocho meses en el cargo. También es lógico que todos los partidos de la oposición municipal hayan puesto el grito en el cielo al conocer los números al detalle, como también ha hecho Izquierda Unida, socio del PSOE en el Ayuntamiento y que, además, cuenta, al igual que Podemos, con representantes en el Consejo de Ministros. Gijón no se merece este trato denigrante por parte del Gobierno central, sostenido en el tiempo y en medio de compromisos rotos. Hace falta que alguien dé ya un golpe en la mesa.