Opinión

Una joya que vuelve a casa

La fortuna de que esta obra acabase siendo adquirida por Arturo Muñiz

El lunes 8 de diciembre de 1930 Gijón vivió un día de fiesta. El motivo fue la celebración de la entrada en uso de la traída de Nava, un importante alivio para solventar el déficit de agua potable que lastraba la vida cotidiana de la ciudad desde hacía décadas.

Con tal motivo, el Ayuntamiento organizó un acto oficial en la pérgola de Los Campinos. Fue una representación efectista a la que acudió un considerable gentío y que fue detalladamente cubierta por la prensa local. El evento consistió en ver al alcalde Claudio Vereterra abrir la llave de paso de una cañería de notables dimensiones que vertió abundante agua en el estanque allí ubicado. Era la mejor manera de mostrar que el líquido captado en el manantial de Perancho realmente ya llegaba a la villa.

Quien tenga interés por conocer más en detalle la historia del abastecimiento de agua en Gijón, tiene a su disposición en la web municipal la publicación "La ciudad del agua" editada por la EMA en 2003.

Aquel 8 de diciembre, el acto quedó inmortalizado, además de por las fotografías, mediante un documento conmemorativo de gran interés.

Se trata de una carpetilla de cartulina conteniendo varias hojas de pergamino, siendo la primera un acta oficial con gran componente artístico y el resto una recopilación de firmas de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas asistentes.

El acta tiene reseñada su autoría con un nombre, Iván, que casi con seguridad corresponde a Iván Fernández Candosa (1906-1976), dibujante, pintor y reputado profesor de matemáticas. Su formación científica fue pareja a otra autodidacta en el campo artístico, ámbito en el que conoció un reconocimiento notable. A esta obra de juventud de Candosa, probablemente la primera de carácter oficial, le siguió una peculiar trayectoria como pergaminista oficioso del Ayuntamiento, ya que en las décadas posteriores raro fue el evento protocolario de enjundia que no incluyó la entrega de un diploma realizado por él. En la posguerra recibió el comprometido encargo de diseñar el escudo oficial de Gijón, prácticamente es el que hoy conocemos, y también fue nombrado en 1966 conservador de la pinacoteca municipal.

Volviendo al documento, el cuadernillo quedó depositado en su día en el lugar apropiado: el Archivo Municipal. Tenemos testimonio de ello gracias a la publicación "Algunas notas sobre la evolución progresiva de Gijón en un cuarto de siglo" elaborada por el secretario municipal Fernando Díez Blanco con motivo de su jubilación en 1947. En ese libro se incluye una fotografía del acta, única imagen que se conocía de ella hasta ahora, especificando su custodia en el Archivo.

No sabemos en qué momento se sustrajo este documento pero es evidente que el robo se produjo. A finales de la década de 1980 ya era una de las "ausencias" llamativas de este fondo documental.

Fue una fortuna que esta obra acabase siendo adquirida por Arturo Muñiz, coleccionista de todo tipo de materiales relacionados con la historia de Gijón. Su devolución al Ayuntamiento supone para gijonesas y gijoneses recuperar una joya de nuestro patrimonio y para el Archivo Municipal, a donde cabe suponer que volverá, recuperar uno de sus documentos singulares..

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