Opinión

Un nuevo despertar cultural

Gijón vuelve a mirar a la cultura como un fiel aliado para impulsar una necesaria transformación de la ciudad que le permita situarse de nuevo en el mapa nacional e internacional. Llega este objetivo en el mejor momento, con un creciente interés ciudadano por el amplio abanico cultural en la villa de Jovellanos –así lo constatan los datos cada año– y con un plan de actuación desde el Ayuntamiento "ambicioso", "valiente" y respetuoso con la historia local, como definió la alcaldesa, Carmen Moriyón, en el acto "La transformación cultural de Gijón. Una ciudad de museos", organizado esta semana por LA NUEVA ESPAÑA de Gijón dentro de la celebración de sus treinta años, en un abarrotado Club de Regatas. Esta hoja de ruta tiene en Tabacalera su piedra angular y en el Palacio de Revillagigedo su gran aspiración. Pero lo importante será ensamblar toda la red museística ya existente con estos nuevos proyectos.

Lo que ya se conoce a pie de calle como "vía gijonesa" debe avanzar poniendo en valor el pasado, por ejemplo, para desarrollar el antiguo convento de las Agustinas Recoletas, ligado a la recuperación del Palacio de Revillagigedo (buena noticia sería que el año de cesión para su explotación desde el Ayuntamiento se mantuviese en el tiempo). Y, al mismo tiempo, se debe apostar por la innovación y los nuevos talentos para garantizar el futuro. Ahí está la futura transformación de los viejos depósitos de agua de Roces en espacios de creación y exposición artística. O la actual residencia de artistas que hace poco más de un mes abrió sus puertas en el albergue de San Andrés de Cornellana de Contrueces. Un punto de encuentro, con espacios diáfanos, despachos a estrenar y varias salas multidisciplinares, del que ya disfrutan cuatro jóvenes artistas y que tiene la vocación de impulsar nuevos talentos. Cuatro pilares para vertebrar el futuro cultural de la ciudad de norte a sur.

Esos proyectos en ciernes, además, van de la mano de un plan de mejoras para las infraestructuras municipales que desde hace años acercan la cultura a gijoneses y visitantes. Museos que cerraron el pasado año con su mejor registro histórico, alcanzando los 436.792 visitantes (un 8% más que en 2022), pero cuyos espacios van camino de quedarse obsoletos en algunos casos y, por tanto, deben afrontar una redimensión de sus instalaciones para adaptarse a las nuevas necesidades de una ciudad en expansión. Dentro de la red gijonesa están los que dan buena cuenta de los orígenes, como las Termas Romanas de Campo Valdés –el más concurrido de todos ellos– o la Campa Torres y la Villa Romana de Veranes. Los espacios dedicados a las bellas artes como la Casa Natal de Jovellanos, el Nicanor Piñole o el Muséu del Pueblu d’Asturies son otros de los reclamos. Sin olvidar la iniciativa privada como el Evaristo Valle o las galerías de arte.

Gijón ya consiguió una vez ser un referente cultural. En este nuevo despertar hay todavía más ingredientes que entonces, pero resultará imprescindible contar con un liderazgo claro para ofrecer una propuesta coherente y atrayente para gijoneses y visitantes que sepa combinar el presente y el futuro.