Opinión

Vial de Jove: el ser o el estar de Barbón

Solo nos queda crear un nuevo frente movilizador, sostenible en el tiempo, visible, organizado y plural

Mientras España entera se rendía a la pasión religiosa, la fe de los vecinos de Jove perdía intensidad tras la decisión del Ministerio de Transportes de anular la licitación de la obra del vial soterrado de acceso a El Musel y ofrecer, a cambio, una alternativa en superficie con tufo y abuso de irresponsabilidad política más propia de un estado de ánimo decaído que de argumentos creíbles y de base técnica sólida que, obviamente, ha generado una explosión de angustia en los vecinos y ha estremecido a la población social y a la clase política gijonesa, sin obviar, a la asturiana.

Una vez más, y van muchas, Asturias en general y Gijón en particular, soportan el menoscabo de ministros y políticos entrenados en la mentira y en faroles de tahúr hacia un Gobierno de Adrián Barbón, pusilánime, por falta de resuello para encararse a los agravios del ministro o la ministra de turno. Con la decisión salomónica del ministro Óscar Puente se resitúa la historia del vial de Jove (Ronda Oeste) al año 1994. Es decir, se han cumplido y, por tanto, perdido, treinta años por caprichos ególatras y casi dos décadas de operatividad portuaria, desde aquel macroproyecto de autovía que Areces y cía se sacaron de la chistera y que fue tumbado por la presión movilizadora del Colectivo por la defensa del valle de Jove y por la Unión Europea que consideró viciado todo el procedimiento administrativo, amén de otras irregularidades, como subvertir el PGOU de 1986.

Todo un maratón electoral sobrevenido de allí a esta fecha para concluir en un proyecto de alta toxicidad ambiental a sumar a la ya degradante y manifiesta de la zona. Para nada han tenido en cuenta que el vial soterrado se fraguó en forma rigurosa y técnica fiable y viable tras una negociación bien labrada desde abajo (puedo dar fe) que no solo pasó el filtro de los órganos competentes, sino que dejó a salvo los intereses en conflicto enfrentados, es decir, ecosistema, urbanismo sostenible (1.200 viviendas) empresariales, económicos, políticos y sociales. Fue este pegamento transversal el que puso fin a las movilizaciones ciudadanas al ver cumplidos sus objetivos.

Partiendo de que no existe una definición universal del terrorismo, es la política la que define a que se debe o no aplicar, el término puede ser utilizado, cogiendo de aquí o de allá, para describir cualquier tipo de violencia como definición concreta, otra cosa distinta, es que lo sea. Sin salirme de ese guion, se puede etiquetar de terrorismo ecológico y social al proyecto alternativo en superficie de acceso a El Musel por suponer mayor riesgo para la salud de los vecinos de la zona. Además, se daría en mi opinión, el agravante, de que sus bienes (fincas, negocios y viviendas) sufrirían depreciación como término aplicable a la disminución de su valor.

Así las cosas, solo nos queda crear un nuevo frente movilizador, sostenible en el tiempo, visible, organizado, de diversidad plural, con cabida de medios informativos, deportivos de la zona, etcétera, porque nos estamos jugando la existencia de muchas cosas, la dignidad entre ellas, así que es de razón oponerse a tanto desagravio político, traducido, en atropello y oprobio hacia la villa gijonesa por el incumplimiento sistemático de infraestructuras claves. Ante esta mala praxis política el Consejo Municipal Ciudadano, con la alcaldesa a la cabeza en su responsabilidad política de hacer ciudad y, el tejido ciudadano tenemos que pasar de la curiosidad a la acción. Cuesta aceptar que Asturias, embarazada permanente de proyectos que abortan o tardan, en ver la luz esté estigmatizada por ojo de mal agüero. Sr. Barbón, la diferencia entre el buen o mal político la marca el ser o el estar. A usted le ocupa ubicarse.

El irremplazable líder vecinal Manuel Hevia Carriles acuñó una frase muy propia para el caso "Entre todos podemos". Pues eso, unámonos en la forma de actuar que nos haga más fuertes

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