Opinión

La rebelión de los lápices

Marjane Satrapi y la madurez literaria de la novela gráfica

Leo que "Persépolis", de la iraní Marjane Satrapi, se está agotando en las librerías asturianas E imagino que también anda en intenso tráfico de préstamo en nuestras bibliotecas y entre particulares. Lo celebro, es una obra magnífica en muchos aspectos, pero principalmente para desasnarnos en nuestra indisimulada ignorancia con respecto a Oriente Medio y particularmente Irán, y situarnos en el profundo drama de su población -sobremanera, las mujeres- después de la revolución islámica.

La flamante premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades es una divulgadora excepcional, capaz de convertir su historia personal de exiliada en Francia en la panorámica de toda una población que vive subyugada por un régimen cruel, terrorífico. La más mínima manifestación de desacuerdo es un riesgo cierto de muerte física o civil, personal y familiar. El desgarro de Satrapi es evidente, pero, lápiz en mano, su denuncia nos llega envuelta en una conmovedora ternura y hasta cierta dosis de humor.

El premio para esta mujer valiente, rebelde, desmelenada en el sentido más literal y arriesgado -la melena femenina es un campo de batalla en unos cuantos puntos del planeta- es un acierto doble. Además de poner el foco sobre la profunda tragedia de la mujer en Oriente, es un reconocimiento a la madurez alcanzada por la novela gráfica como género capaz de abordar con hondura aspectos complejos, delicados, plagados de matices.

El concepto de novela gráfica es reciente y surgió como derivada del cómic. La ilustración manda pero textos y tramas son más afines a lo literario. Siempre se ha reconocido su potencial para introducir en la lectura a los más pequeños. Pero ha sido la pandemia la que ha evidenciado que debía figurar con nombre propio en las encuestas de consumo cultural en todas las edades. Hoy, un 10% de personas lectoras se sumerge con asiduidad y sin reparos en las páginas de una novela gráfica o un libro ilustrado. Así que es puerta de entrada, sí, pero también destino.

Uno de los hitos en ese camino fue "Maus, relato de un sobreviviente", de Art Spiegelman, única novela gráfica en ganar un premio Pulitzer. En Asturias dos buenos ejemplos son Ángel de la Calle o Alfonso Zapico. Este último, autor de "La balada del norte", gesta gráfica en varias entregas en el contexto de la revolución asturiana de 1934. No es precisamente un reto menor.

Me emociona la capacidad de las personas creativas de encontrar su medio de expresión idóneo para sacar esas urgencias que llevan dentro. En Satrapi, el profundo dolor por su país, su extrañeza vital. La impresión es que ella calla para que lo cuenten sus lápices, embargados por su misma rebeldía.

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