La Triunfante, dos siglos haciendo galletas, suspiros y cascadientes con firma moscona
La casa, emblema de Grado, nació en 1829 y ha llegado a nuestros días de la mano de la misma familia, con la quinta generación hoy al frente
Camino de los doscientos años de historia. Cerca de cumplirlos está la famosa marca galletera de Grado La Triunfante, con la quinta generación al frente de una firma de renombre y que a día de hoy se sigue vendiendo por toda Asturias. Nacida en 1829, esta popular casa suma nada menos que 195 años y lo mejor, gozando de muy buena salud, manteniendo las recetas tradicionales y siendo un emblema moscón sinónimo de buen hacer y calidad.
Actualmente el obrador está en la zona de la recta de Peñaflor, aunque sus orígenes se remontan primero a Cimadevilla y luego a La Cruz. El primer establecimiento era de venta de chocolate y las galletas empezaron a hacerse como complemento, tal y como recuerdan Covadonga y Pilar López-Acevedo Fernández, ahora a cargo de la firma. Los fundadores fueron los abuelos de la madre de estas dos hermanas que mantienen la tradición de fabricar suspiros y rosquillas de anís, entre los productos que más se venden, además de otros como mosconinas de avellana, cascadientes, magdalenas o bizcochos. El chocolate, curiosamente, quedó atrás y lo que se mantuvo fue la elaboración galletera que ha llegado a nuestros días.
Covadonga y Pilar López-Acevedo Fernández recuerdan que inicialmente la marca se llamaba La Cruz, pero cuando con el transcurrir de los años hubo que registrarla, esa "ya estaba cogida" y se eligió otra, que fue "La Triunfante", tal y como se comercializan ya desde hace muchísimos años los productos que están en pequeños comercios de distintos puntos Asturias y también en supermercados de toda la región a través de la cadena que los tiene en sus estantes de manera habitual.
De la historia de esta familia escribe José Luis Areces Sánchez en su magnífica obra "Grao, cien años de comercio, industria, ferias y mercados". Relata que los fundadores llegaron a Grado desde Santander y que se establecieron con "una pequeña fábrica de chocolate". "Su primer destino fue la calle Cimadevilla, con varios productos, pero el que más triunfó fue el chocolate a la taza hoy tristemente desaparecido de nuestros hogares".
"Dado el éxito logrado con este negocio, deciden complementarlo con la elaboración de galletas artesanales en unas nuevas instalaciones asentadas en el barrio de La Cruz", señala Areces. Al actual obrador, en la recta de Peñaflor, se llevó la producción ya cuando la firma estaba en manos de la cuarta generación, a cargo de María Teresa Fernández y su esposo, Miguel López-Acevedo, padres de Pilar y Covadonga, que llevan en este momento las riendas.
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