Oviedo, E. FUENTES

-El informe hecho público el jueves por Amnistía Internacional sobre la situación de los Derechos Humanos (DD HH) es muy duro.

-Responde a la realidad. Según la Federación Internacional de DD HH, el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), el servicio de inteligencia, que depende directamente de Uribe, ha incurrido desde 2003, de modo generalizado y sistemático, en actividades ilegales contra defensores de los DD HH, opositores políticos, periodistas, líderes comunitarios, ONG nacionales e internacionales. Ha proporcionado a los paramilitares datos para ejecutar a sindicalistas, ha hecho seguimientos a magistrados de las cortes Constitucional y Suprema. Hay incluso atentados atribuidos a las FARC que muy probablemente son obra del DAS. La ONU y Amnistía Internacional denuncian que en Colombia se da una violación masiva y sistemática de los DD HH.

-Según las encuestas, la sociedad antepone ahora las políticas sociales a la seguridad.

-Uribe tenía compromisos respecto a los Objetivos del Milenio para 2015, pero, según la ONU, no se han logrado. Sobre todo, no se avanza en la lucha contra la pobreza. De los 45 millones de colombianos, 20 son pobres y de ellos 8 viven en extrema pobreza. Hay una ley del péndulo: aumenta la sensación de seguridad y se piden otras políticas. De todas maneras, no hay que simplificar la violencia. La mayoría de las muertes violentas en Colombia se vinculan a la delincuencia común.

-¿Afecta la corrupción al proceso electoral?

-Hay que hablar de megacorrupción. Muchos grupos políticos son empresas que explotan el negocio derivado de los cargos públicos. En cuanto a los paramilitares, obligan a la población de sus zonas a votar por los candidatos más próximos a sus intereses. La guerrilla llama a no votar. Por otra parte, la ONU ha alertado de que los candidatos compran el voto; se aprovechan de la pobreza con pequeños regalos o promesas de trabajo. Además, la abstención es muy alta. Uribe ganó en 2006 con 7,3 millones de votos y 14,6 millones de abstencionistas. Hay descreimiento popular respecto al sistema.