Psicólogo clínico especialista en intervenciones en crisis y desastres

Palma de Mallorca,

Lorenzo Marina

El entrenamiento y la educación recibida por los japoneses para afrontar este tipo de catástrofes constituyen para Luis Conrado (Palma, 1962) un modelo a estudiar y a seguir. Este psicólogo clínico, adscrito durante años a servicios de emergencia del 112 y experto en intervenciones de crisis, encuentra unas raíces más profundas que explican este comportamiento: la mentalidad samurái. Prevalece el bien de la comunidad frente al individualismo campante en Occidente.

-¿Qué mecanismo se activa en la mente ante una catástrofe de grandes proporciones como la ocurrida en Japón?

-Diferenciamos un desastre natural de otro desastre en el que mueren personas. Se producen tres fases: preimpacto, impacto y posimpacto. El primero se tiene muy en cuenta en Japón. Se trabaja en la escuela, en oficinas y en empresas.

-¿Es una terapia preventiva?

-Más bien es un entrenamiento para algo. Un imprevisto siempre hace reaccionar de forma dramática al ser humano. Si estamos preparados para algo, nos da una seguridad brutal. El impacto provoca caos. Un sentimiento de «me salvo yo y a los míos». Provoca colapso. En ese momento, surgen fases heroicas.

-¿Qué papel tiene la educación en este comportamiento?

-Mucho. La población japonesa mantiene los principios de la educación samurái. Se educa por el bien de la comunidad. No quieren destacar y se quieren iguales. Funcionan siempre en equipo no individualmente.

-Se dice que, a menudo, los japoneses reprimen todas sus emociones.

-Sacrifican sus emociones. Es una consecuencia del sistema feudal. Aprenden a contenerlas y está mal visto expresarlas en público. Aunque se repriman, en algún lado se tienen que manifestar. En su cultura tienen actos como el haraquiri, que es una expresión de una emoción.

-¿Cómo se puede gestionar esta crisis?

-En la fase de impacto, en la que aún estamos, aparecen niños y personas aisladas. En medio de la nada. Les va a afectar. Ocasiona una serie de reacciones fisiológicas, comportamentales y emocionales. Se pierde el sueño, el apetito, y uno se vuelve más irritable.

-¿Cómo se trata a una persona que está sufriendo una gran tragedia?

-La persona tiene una serie de carencias. Puede haber fases de bloqueo. La gente puede estar paralizada, hiperactivada o que simplemente se sienten solos. Lo principal en este tipo de casos es disminuir la incidencia de las reacciones más negativas.

-En el caso de Japón, la sucesión de catástrofes es difícilmente comparable. Mucha gente se puede sentir desesperada.

-La intervención se centra en el momento del duelo psicológico. Lo importante es dar a esa persona sensación de seguridad. Que dé detalles del trauma. Relatar lo vivido y disociarlo de su vida real. Deben asumir que se trata de algo puntual. La disociación de lo padecido facilita el despegue a la vida normal. Me propongo otros objetivos y aprendo a convivir con ello.