El Cairo / Múnich, Agencias

Crece el malestar causado en Oriente Medio por el veto impuesto el sábado por Rusia y China sobre la resolución de la ONU que pretendía la condena del régimen sirio por la despiadada represión que ejerce sobre la población civil.

Representantes de Yemen, Qatar, Turquía, Túnez y Egipto -en su mayoría primeros ministros y titulares de Exteriores- cargaron ayer en Múnich, donde se celebró la última jornada de la Conferencia de Seguridad, contra el mal uso de la capacidad de veto por Moscú y Pekín, y corresponsabilizaron a Rusia y China de las masacres del régimen de Bachar al Asad. La última de las masacres cometidas por la dictadura siria se produjo en la madrugada del sábado, cuando el bombardeo de la ciudad de Homs causó entre 250 y 350 muertos, además de 1.300 heridos.

El malestar es también muy notable en EE UU, cuya secretaria de Estado, Hillary Clinton, calificó de «esperpento» la votación en el Consejo de Seguridad. Clinton advirtió del peligro de una guerra civil en el país y amenazó con nuevas sanciones. Aseguró, en todo caso, que EE UU tiene la intención de «seguir trabajando con los amigos que la Siria democrática tiene en el mundo para respaldar los pacíficos planes de cambio político de la oposición». De igual modo, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, afirmó que su organización continuará sus esfuerzos para lograr el fin de la violencia en Siria.

Sobre el terreno, la sangría continúa. Al menos 31 personas murieron ayer, la mayoría en la provincia de Homs. Los opositores comités de coordinación local señalaron que entre las víctimas mortales figuran cinco menores y dos mujeres, y que el número de fallecidos en la ciudad de Homs, uno de los principales bastiones opositores, ascendió a 18 personas. Entre tanto, unos cien opositores sirios en el exilio han formado un partido político en Estambul denominado Corriente Nacional Libre, para apoyar a los revolucionarios.

En otro punto caliente del mundo árabe, Egipto, los choques entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes prosiguieron en el centro de la ciudad, después de que la ruptura de una pequeña tregua volviera a aumentar la tensión en la zona.

En el cuarto día consecutivo de disturbios en las inmediaciones del Ministerio egipcio del Interior, próximo a la plaza de Tahrir, los policías continuaron disparando gases lacrimógenos contra los manifestantes, que a su vez les lanzaban piedras. Los choques se han cobrado ya al menos 12 muertos y más de 2.500 heridos.

Decenas de personas presentaron ayer síntomas de asfixia por los gases y tuvieron que ser atendidas en los hospitales de campaña cercanos, indicó a «Efe» el médico Karim Salam. Mientras, en la plaza de Tahrir, epicentro de la revolución que hace un año obligó a renunciar al presidente Hosni Mubarak, los ánimos estaban más templados, si bien los manifestantes se negaron a bajar la guardia.