Camino del Palacio de Villabona, un paseo entre vías, robles y castaños hacia la morada de los Alonso

El recorrido es breve, de media hora, aunque cuesta arriba, hasta llegar a la entrada de la edificación, rodeada por un muro de piedra que conserva algunos canecillos colocados en su exterior

El palacio de Villabona perteneció a una de las estirpes más destacadas del concejo de Llanera, los Alonso de Villabona, que lo habitaron en los siglos XVI y XVII, según el panel informativo acerca del inmueble que está colocado en un camino próximo al lugar. Es la única de las tres edificaciones palaciegas de Llanera que es difícil de ver, pues está muy protegido por la arboleda, entre la que se atisba la silueta de su torre. Es posible buscar algunas perspectivas desde distintos puntos de la parroquia de Villardeveyo en la que se ubica, pero se trata de una propiedad privada, cuya ubicación no permite la vista desde el exterior de sus inmediaciones, como ocurre en los casos de la Torre de los Valdés o el palacio de Villanueva, ambos en San Cucao. No obstante, sí es posible realizar una caminata interesante hasta la verja y el muro de piedra que conforman la entrada, un vial que transcurre entre un bosque y que es zona habitual de senderistas y ciclistas.

La ruta puede iniciarse en la localidad de Villabona, dejando el coche en el pueblo y subiendo hasta atravesar la zona que está decorada con un gran mural en lona, el mayor de Asturias de sus características. Se sigue hacia arriba por la carretera hasta un paso sobre las vías del tren que cuenta con unas barandillas de color azul y bajo el que pasan cada pocos minutos convoyes. Siempre caminando recto, sin desvíos, se aprecia el inicio del camino que marca el comienzo del bosque a ambos lados de la carretera. Hay que transitar bien arrimado a los márgenes, pues es un vial con tráfico, aunque sea escaso. A partir del inicio hay aproximadamente un kilómetro hasta la entrada del Palacio de Villabona. Eso sí, cuesta arriba prácticamente todo el trayecto. La marcha discurre entre ejemplares de roble y castaño, cuyos frutos o restos de ellos llenan los bordes del camino en otoño.

Zona de inicio de la ruta, con dos caminantes abajo, comenzando la subida hacia el palacio de Villabona.

Zona de inicio de la ruta, con dos caminantes abajo, comenzando la subida hacia el palacio de Villabona. / P. T.

El paseo no lleva más de media hora hasta alcanzar la verja de la entrada al palacio, en cuyo exterior, un muro de piedra conserva además algunos canecillos colocados en distintos puntos de la estructura. Desde la puerta se aprecia parte de los jardines y algunas pequeñas estatutas decorativas a ambos lados del pequeño camino que conduce al interior. En la subida del caminante se aprecia la silueta de la torre entre los árboles, pero lo cierto es que el palacio queda lejos de la vista. Puede verse un lateral de parte de la edificación desde un tramo de la carretera cercano que desciende en dirección a Villabona o buscarse una perspectiva algo más completa desde la iglesia de San Miguel de Villardeveyo, que la ofrece desde la lejanía, pero más completa.

Panel informativo sobre el palacio, que no se encuentra en la ruta de subida al palacio, sino en un vial paralelo.

Panel informativo sobre el palacio, que no se encuentra en la ruta de subida al palacio, sino en un vial paralelo. / P. T.

Pese a que resulte complicado acceder a su vista, merece la pena interesarse por el Palacio de Villabona, declarado Bien de Interés Cultural en 1982 (monumento histórico-artístico de carácter nacional entonces, según terminología utilizada en el Boletín Oficial del Estado en el que se publicó la resolución). La fachada es atribuida por algunos autores a Juan de Naveda, quien también trabajó en la girola de la Catedral de Oviedo, según refiere Ramón Rodríguez en su libro sobre Llanera editado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA). En esta fachada hay una portada románica, que anteriormente estuvo integrada en el muro que cierra la fábrica y "que procede de la iglesia del monasterio de Santa Clara, de Oviedo, y que fue colocada ahí tras una remodelación que tuvo lugar en 1986", añade Rodríguez.

Dos caminantes, realizando la ruta.

Dos caminantes, realizando la ruta. / P. T.

La vuelta hacia Villabona es desandando el camino. Casi culminada la bajada se da con un desvío, un indicador hacia las minas de la localidad que permite caminar hacia los vestigios de una antigua antigua actividad extractiva y de paso permite ver de cerca la gran estación ferroviaria de Villabona, a la que llegan modernos trenes cada pocos minutos. Conserva además los restos de la antigua estación "inglesa", cada vez peor conservada pese a los intentos de los vecinos por lograr su rehabilitación y se pueda recuperar un conjunto que, junto al edificio de casas de los antiguos ferroviarios, conforma un valioso legado que forma parte del Inventario de Patrimonio de Asturias.

Palacio de Villabona, no visible durante la ruta, pues es propiedad privada y el edificio no se ve desde el exterior.

Palacio de Villabona, no visible durante la ruta, pues es propiedad privada y el edificio no se ve desde el exterior. / LNE