Es una gran noticia para Llanera la iniciativa tomada por LA NUEVA ESPAÑA de prestar atención especial al concejo de Llanera con una edición digital. Los que somos de aquí y vivimos en sus villas y en sus pueblos nos sentimos honrados y satisfechos de que el gran diario de Asturias se acerque más a Llanera, a sus habitantes, a su vida cotidiana, a sus empresas, a su actividad cultural, que dé noticia a nuestros vecinos y a todos los asturianos de lo que es y lo que representa Llanera en el conjunto de la región.

Es esta una tierra de encuentro desde hace milenios. Sus llanuras fértiles, regadas por el río Nora y por otras corrientes fluviales, favorecieron el asentamiento de diferentes grupos humanos ya desde el Paleolítico Inferior, si no antes. Como la historia demuestra cumplidamente, esta planicie se convirtió de la mano del imperio romano en un lugar estratégico de la Asturias transmontana. Aquí se cruzaban los caminos que, desde el sur, desde Astorga, iban al Mar Cantábrico y los que atravesaban la actual Asturias de oeste a este. Y en torno a ese cruce de caminos, nació y fue creciendo un poblamiento, una ciuitas, Lucus Asturum, cuya grandeza, ya conocida, y esplendor pretérito comienzan a vislumbrarse con las recientes excavaciones arqueológicas propiciadas y sostenidas por nuestro Ayuntamiento.

Y nunca más abandonó Llanera hasta llegar a nuestros días esa posición estratégica que ocupaba desde antiguo. En 1890, se inauguraba la estación de Villabona, lo que hizo de este lugar el gran nudo de comunicaciones ferroviarias de Asturias, al dividirse allí la vía en dos ramales que conducían a Avilés y a Gijón.

El concejo mantiene en la actualidad esa centralidad en las comunicaciones ferroviarias y en las de carretera, no en vano su territorio lo atraviesan la autopista más importante y con más tráfico de la Asturias, la conocida como y griega, y la autovía AS-II que une las dos principales poblaciones de la región, Gijón y Oviedo.

Esta privilegiada situación tenía forzosamente que traducirse en una realidad fecunda para el concejo. A su tradición minera, con yacimientos en explotación a gran escala desde el siglo XIX hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo XX, y fabril, con empresas tan importantes como Cerámicas Guisasola o la fábrica de explosivos, ambas en la parroquia de Cayés, sucede hoy un potente sector industrial y de servicios, localizados fundamentalmente en dos de los más importantes polígonos industriales de la región, Silvota y Asipo.

De esta situación estratégica privilegiada y de su pasado histórico se derivan las fortalezas y debilidades del concejo. No cabe duda de que Llanera tiene muchas de las primeras y, al mismo tiempo, algunas debilidades que señalaremos a continuación.

Una economía en plena expansión, unas comunicaciones excepcionales, unos servicios públicos de calidad, un comercio y una hostelería que satisfacen ampliamente la demanda de vecinos y forasteros, una importante oferta educativa, sobre todo pública, pero también privada, o la cercanía a los núcleos `poblacionales más importantes de la región explican, entre otras razones, que Llanera sea un polo de atracción para muchos asturianos que deciden venirse a vivir aquí, a sus dos conjuntos urbanos más poblados, Lugo y Posada, pero también a otros puntos del concejo como Pruvia, con la urbanización de Soto de Llanera a la cabeza, o a otras parroquias, como Ables o San Cucao, que en los últimos años han visto como han crecido las viviendas unifamiliares.

Existe una imagen muy conocida de Llanera como tierra industrial, que lo es, pero son muchos los que desconocen la enorme belleza de sus pueblos, en los que abundan casas tradicionales, hórreos y paneras e incluso molinos y de paisajes singulares en los que las pequeñas alturas existentes en el concejo dan al terreno un carácter suave poco común en nuestra agreste orografía regional.

Ciertamente, al lado de estos elementos positivos hay otros problemáticos. Unos tienen fácil solución, otros no tanto y algunos sufren retrasos, que tienen su explicación, pero que resultan difícilmente comprensibles para el común de los mortales.

No resulta fácil de entender por qué obras tan importantes para el concejo, como la variante de Cayés y la de Posada no se llevan a efecto. Son obras absolutamente necesarias cuya puesta en marcha resolvería muchos problemas que sufren a diario los vecinos. A pesar de todo confiamos en que los esfuerzos municipales para lograr que estas mejoras, que dependen del gobierno regional, se lleven a cabo surtan pronto sus efectos.

Por otro lado, Llanera debe dar prioridad al cuidado de su importante patrimonio histórico y etnográfico y, por desgracia, eso no ocurre en muchos casos. En esta labor, la iniciativa privada es fundamental, pero también se requiere el apoyo de las instituciones oficiales. De este aspecto tan importante en la vida de un concejo, nos ocuparemos en otro momento, aunque se puede decir que la preocupación vecinal aumenta y que el Ayuntamiento, en la medida de sus posibilidades, contribuye a esta recuperación

Como decía al principio, Llanera es tierra de encuentro de gentes diversas y lugar sumamente atractivo por muchas razones, alguna de las cuales hemos esbozado en estas líneas. LA NUEVA ESPAÑA, estamos seguros de ello, contribuirá decisivamente a que los asturianos así lo perciban.