Fuerzas capaces de levantar montañas

Los Picos de Europa se alzaron por compresión de los fondos donde se formaron las rocas. Este fenómeno ocurrió dos veces en su historia geológica y ha dejado múltiples huellas, algunas tan gráficas como los cabalgamientos de Pambuches, en la fotografía izquierda. A la derecha, la panorámica del macizo occidental o Cornión permite apreciar cabalgamientos (marcados en rojo) y fallas (en amarillo).

Rocas disueltas por el agua y ríos de curso subterráneo

La predominancia de las rocas calizas y la abundancia de las lluvias han hecho de los Picos de Europa uno de los principales sistemas kársticos del mundo. Las marcas más conspicuas de los procesos kársticos (de disolución de la roca por el agua) son los lapiaces (izquierda), pero hay otras, externas y subterráneas. Entre estas últimas figuran conductos por los cuales discurren cursos fluviales, como el de Culiembro (derecha).

Un edificio calcáreo construido con restos de criaturas de un antiguo mar tropical

Las rocas calizas predominan en los tres macizos de los Picos de Europa. Están por doquier. La cresta rocosa que desciende desde la Torre del Friero hacia Cordiñanes (izquierda) muestra calizas estratificadas, en su parte inferior, y calizas masivas, en la superior. Estas rocas se originaron a partir de restos calcáreos de organismos que, como los corales fosilizados de la imagen derecha, habitaban en el mar tropical que cubría esta zona hace 300 millones de años.

El hielo glaciar, el gran escultor del relieve

Los Picos de Europa estuvieron cubiertos por el hielo durante las glaciaciones cuaternarias. La última de ellas finalizó hace 10.000 años. El rastro de las lenguas de hielo, con una extraordinaria capacidad erosiva, se aprecia en las morrenas o depósitos de rocas arrastradas por los glaciares, como la de Áliva (derecha), la mayor de los Picos de Europa, y en la forma en «u» de valles como el de Enol (izquierda).

Explotaciones mineras de montaña

La riqueza mineral de los Picos de Europa fue objeto de explotación minera, principalmente para la extracción de cinc, plomo, hierro y manganeso. Los rastros más notorios de esa actividad son los caminos, algunos tan trabajados como el que comunica Urdón y Tresviso (izquierda), y las bocaminas, apreciables en el macizo oriental o de Ándara (centro). La blenda acaramelada, un sulfuro de cinc (derecha), es el mineral más conocido de los Picos.

Catorce rutas permiten al profano adentrarse en los Picos de Europa, a pie o en coche, por itinerarios de dificultad, longitud y complejidad variables, y, guía en mano, interpretar el paisaje con los ojos del geólogo.

Un ejemplo: Bulnes. Excursión incluída en la categoría «difíciles / largas». Longitud: 14 kilómetros. Desnivel: 1.195 metros. Duración estimada: cinco horas y media. El trazado sigue el camino de herradura que tradicionalmente dio acceso al pueblo situado a los pies del Urriellu y que fue su único acceso hasta la inauguración del funicular, en el año 2000. Su atractivo paisajístico, montañero, es bien conocido. ¿Qué rasgos geológicos merecen atención? La guía propone ocho paradas, en otros tantos puntos de interés. El primero son los depósitos fluviales colgados unos 30 metros por encima del actual nivel del río, poco después del inicio de la ruta. Poco después, se señala una buena zona para fijarse en las calizas que constituyen el edificio rocoso de los Picos de Europa. Rocas masivas, blancas o grises, algunas teñidas de rojizo por las aguas arcillosas de escorrentía; otras, azuladas por los líquenes. Tercera parada: huellas glaciares que permiten apreciar el desvío del eje del valle. El propio entorno del pueblo de Bulnes ofrece interesantes peculiaridades: formaciones de pizarras y areniscas, dos tipos de rocas raros en estas montañas y que podrían haber determinado la ubicación de la aldea, ya que favorecen la fertilidad de los suelos. Más arriba, camino de Pandébano, desde el mirador del Urriellu, no sólo se disfruta de la vista del Picu; también es un emplazamiento idóneo para observar las canales de Balcosín y de Amuesa, por las que en otro tiempo descendían lenguas glaciares. Una reconstrucción infográfica incluida en la guía ayuda a imaginarse aquel paisaje helado. En Pandébano aparecen de nuevo sustratos de pizarras y areniscas, en las majadas donde crecen los mejores pastos. Por último, la Canal y los puertos de Amuesa ofrecen más pruebas del glaciarismo, como los derrubios originados por avalanchas de nieve, bloques desprendidos y rocas aborregadas, de perfiles redondeados, pulidos por la erosión del hielo.