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Asturianos en misiones internacionales

A los soldados les gustan las películas de guerra

Seis militares del Regimiento "Príncipe", que suman 22 operaciones en el exterior, relatan sus "subidones" de adrenalina en Afganistán, Líbano, Kosovo y Bosnia

De los puestos avanzados de combate de Afganistán, al alcance de los Kalashnikov y RPG's de los talibanes, a los verdes valles de Bosnia, pasando por Irak, Malí, Kosovo, Líbano o Pakistán, los soldados asturianos del Regimiento "Príncipe" número 3 han acumulado una gran experiencia en misiones internacionales, hasta el punto de que la unidad, junto a la brigada a la que pertenece, la Ligera Aerotransportable "Galicia VII", ha sido designada para el año 2016 como la "Spearhead" o "punta de lanza" de la OTAN, la primera que será movilizada, en el plazo de 48 horas, en caso de conflicto en territorio de la Alianza Atlántica. Los soldados del "Príncipe" saben lo que es que les silben las balas alrededor. En la última misión en Afganistán, de la que regresaron en la primavera de 2013, el hostigamiento era continuo en puntos como el puesto avanzado de combate de Ludina, y hubo que lamentar la muerte de un sargento de artificieros del contingente, David Fernández Ureña. Pero la anterior misión en tierras afganas, de noviembre de 2010 a abril de 2011, fue aún peor. Allí ganaron sus condecoraciones con distintivo rojo los capitanes del "Príncipe" Pedro López de Lis y Alberto Pérez Montes, el primero por tomar una loma y mantenerla frente a los talibanes, en el valle de Murghab, y el segundo por su comportamiento en una emboscada de los talibanes en la ruta Lithium, al noroeste de Ludina, combate en el que resultó herido un cabo de Infantería de Marina.

Lo cierto es que estas misiones "enganchan", como reconocen seis soldados del regimiento "Príncipe", que entre todos suman la friolera de 22 operaciones en tierras extranjeras. El "subidón" de adrenalina, la oportunidad de llevar a la práctica el entrenamiento de años, el deseo de conocer otras tierras y culturas, o la ocasión de participar en una misión de importancia internacional son algunos de los motivos que empujan a estos soldados. "Me gusta ir de misión", dice sin ambages el cabo primero gijonés David Fernández González, de 41 años, que acumula nueve operaciones en el exterior. En el 95 se estrenó con la misión de Unprofor en Bosnia-Herzegovina, la que más le marcó, no sólo por ser novato, sino por las cosas que vio allí. En 1997 y 1999 repetiría en Bosnia (estuvo acantonado en Trebinje y Mostar), luego pasaría a Kosovo (en 2000, 2002 y 2009), Líbano (2007) y Afganistán (2005 y 2010), que fue "la mejor". Fue allí donde sufrió en sus carnes el hostigamiento de los talibanes. "A los 'malos' a veces los veías, a 500 o 700 metros, aunque aprovechaban sobre todo la noche para dispararnos", asegura este militar. El riesgo está ahí, de forma constante. "Yo siempre digo que, el que es bombero, se puede quemar. Pues el militar lo mismo: hay que atenerse a lo que hay", añade el cabo primero Fernández, que dice no haber tenido problemas familiares por su largo historial de misiones. "Mi mujer es militar y sabe lo que hay", dice.

Otro soldado asturiano que pasó por Afganistán es el ovetense Borja Varela Pérez, de 35 años, con cinco misiones a sus espaldas, dos en Kosovo (2000 y 2002), una en el Líbano (2007) y otras dos en Afganistán, en 2006 y 2010. "Estaba en los convoyes que comunicaban los puestos avanzados de Ludina y Moqur, y los grandes que iban a Herat, escoltando al personal de la Agencia Española de Cooperación. Cuando hay un tiroteo, lo que haces es buscar un agujero donde meterte, Pero es en misiones como Afganistán donde realmente te sientes útil", asegura.

El también ovetense Daniel Baizán López del Vallado, de 30 años, estuvo en la última misión de Afganistán, la del repliegue de las tropas españolas, patrullando la ruta Opal, entre las localidades de Qala e Naw y Darrah e Bun, recibiendo de vez en cuando el hostigamiento de los talibanes, que siempre mantenían la tensión. "Siempre hay riesgos, en todas las rutas y en todas las misiones", señala este joven. Lo más duro fue sin duda la muerte del sargento de zapadores David Fernández Ureña, granadino nacido en Bilbao. "No tenía mucha relación con él, porque era de otra unidad, pero algo así golpea la moral. En el momento, sí es duro", dice.

Uno de los atractivos es viajar y conocer otros lugares y paisanajes, pero en ocasiones, como en el caso de Afganistán, el choque es brutal. "Duele ver a los críos. Viven peor que en la Edad Media, no tienen nada. Fe, claro que tienen: están rezando todo el día", opina Daniel Baizán. Ese abismo hace reflexionar a los soldados. "Te das cuenta de lo que tienes en casa, que no lo valoras hasta que te das cuenta de que hay gente que tiene mucho menos que tú", reconoce Baizán.

Lo más duro es vivir lejos de la familia, aunque es siempre peor para los que se quedan, con el alma en vilo a que pasen los cuatro o seis meses de la misión. Los soldados están "entretenidos", y en caso de que la moral flojee un poco, siempre tienen al resto de los compañeros para apoyarse. Cuando no hay un servicio de guardia o una patrulla, los soldados matan el tiempo con videojuegos, lectura o películas. Y es que, como aseguran estos militares, les gustan las películas de guerra, eso sí las que acaban bien.

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