"Soy una persona nerviosa y necesitaba estar ocupado", reconoce José Ramón Navia, un jubilado de San Esteban de Coaña, diabético y con una maculopatía de Stargardt que le ha dejado con sólo un diez por ciento de visión central. Tenía un taller de tapicería y cuando perdió visión y se afilió a la ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España) le consiguieron unas gafas especiales, gracias a las cuales pudo seguir trabajando, a partir de entonces como calderero. Se incorporó al programa "Paciente Activo" después de asistir a uno de los talleres y la experiencia le parece "sumamente interesante: conoces gente a la que puedes ayudar y que te puede ayudar", cuenta. El secreto del éxito y de la buena salud se asienta, explica José Ramón Navia, en tres pilares, que son "la alimentación, el ejercicio físico y la relajación". "La gente no sabe cómo controlarse", cuenta, después de haber ejercido como monitor de varios grupos. El programa, diseñado en Stanford y que en España sólo han implantado dos comunidades autónomas, el País Vasco y Asturias, consigue que "la gente tenga más autoestima y valore más la vida". "El primer día los enfermos llegan al taller desorientados. El segundo las caras ya habían cambiado. Les das un montón de consejos y se les pide que todo lo que se hable se quede allí", explica.
