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Esa ilusión cargada de incertidumbres

Oviedo y Sporting reanudan la Liga con la misma cifra de fichajes, once, y seguidores que mezclan la fe con las dudas por el turbio fin de campaña azul y el cambio de ciclo rojiblanco

Esa ilusión cargada de incertidumbres

Según por dónde se mire el diccionario, la ilusión puede ser esa "esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo", o un concepto, una imagen "sin verdadera realidad, sugerido por la imaginación o causado por engaño de los sentidos". El fútbol conoce muy bien el trayecto que va de la primera acepción a la segunda, o de la fe al espejismo, pero hoy, acaso sólo hoy, ahora que los contadores de la Liga están puestos a cero y que la antorcha olímpica se apaga para que el fútbol empiece a encender el fuego entero, en la grada domina intacta, sola, todavía sin resultados que la manchen, esa dulce ilusión de la esperanza. Rueda el balón, renace la incondicional pasión inexplicable y en Asturias, o más bien a los dos lados de la Asturias balompédica, Sporting y Oviedo ilusionan a la vez con el pequeño cosquilleo de la incertidumbre. De acuerdo en lo esencial aunque por motivos bien distintos, con once fichajes clavados en cada bando, las dos Asturias del balón en el Principado se reinician a partir de hoy después de que los azules sembrasen de dudas la última parte de su temporada pasada y los rojiblancos respondiesen al éxito de la permanencia con un viraje al modelo y un tránsito abrupto desde los recortes y la cantera hasta una cierta holgura de la cartera y esas once caras nuevas, todas de fuera.

Mirándolos a los dos desde la grada, parroquianos de ambos lados de la trinchera concederán a continuación algún lugar a la duda sobre el rendimiento, con esa prevención con la que no acaba de convencer nada de lo nuevo, pero ninguna en cuanto al sustento popular de la grada. El Sporting tiene 24.000 abonados y lista de espera guiada por el gran revulsivo de la permanencia en Primera; la última cuenta del Oviedo, más de 13.000 actualizados el pasado viernes, avanza ahora con largas colas para hacer socios sobre todo desde que el club confirmó anteayer que el equipo volverá a tener a Michu nueve años después de que el delantero dejara el Carlos Tartiere para triunfar hasta la Premier League y la selección española.

Hay cambios, muchos cambios, cambios por casi todas partes menos por una, el banquillo del Sporting, y "lógicamente estás expectante por la incertidumbre". Diego del Valle habla por sí sin saber que tal vez podría hacerlo por todos en los dos extremos de la Asturias futbolística. Preside la asociación "Tu fe nunca decaiga", que con su nombre elocuente, extraído de una estrofa de la letra del himno del Sporting, no necesita mirar las cifras de abonados para saber que aquí siempre habrá gente detrás. El caso es que ahora, después de años de estrecheces y prohibiciones de contrataciones externas, el equipo tiene de pronto una alineación inicial entera de caras nuevas y eso, de entrada, hasta a lo mejor inquieta por desusado a la orilla del Piles. "A ver cómo se van a acoplar, cómo se integran", sobre todo porque "el aficionado medio tiene esa incógnita sobre el nivel de implicación", también porque El Molinón viene de ver triunfar a una plantilla hecha casi entera en casa por necesidad, y de vencer y ascender y seguir en Primera de la mano de un equipo que "con sus virtudes y sus defectos se involucraba al doscientos por cien. Era tremendo".

En las vísperas de la vuelta al principio, con un vestuario lleno de inquilinos nuevos, eso puede estar asegurado, o no. "Queda esa incertidumbre de si van a venir más acomodados. Se ha perdido la esencia de ese Sporting de los guajes que en su día se puso de moda y hay que ver cómo se acopla el nuevo proyecto". Es la inquietud de tener que repetir un principio, "hay dudas, pero muchas ganas", precisa el seguidor rojiblanco, consciente también de que la implicación sola no gana partidos y de que al pundonor de los "guajes" le venía haciendo falta el condimento de algunas de las aportaciones que prometen los nuevos, esa "experiencia en Primera" cuya ausencia pudo colaborar a alejar la permanencia hasta el último partido.

El dinero, que todo lo puede, que duele cuando falta, a veces también lastima si abunda. Plácido Rodríguez Guerrero, catedrático de Economía en la Universidad de Oviedo y expresidente del Sporting, consciente de que fueron "las restricciones económicas" las que configuraron en buena medida el equipo que ascendió de Segunda hace dos años y que acaba de quedarse en Primera, lamenta que "este año", sin embargo, con la hinchazón de la cartera por los ingresos de la televisión "hayamos vuelto" , paradójicamente, "a las políticas que no le gustan al aficionado, que todas las temporadas vengan diez o doce jugadores de fuera". No agrada a la grada, remarca el profesor, y "es una pequeña decepción" porque, "en el fondo, lo que le habría gustado al seguidor sportinguista sería haber podido retener a jugadores como Luis Hernández o Bernardo, muy integrados aunque no fueran de al cantera, o a Jony". Nada de esto importará si entra el balón lo suficiente, éste es un axioma futbolístico impenetrable, pero en caso contrario aflorará, apunta, esa cierta desazón de quien se pregunta "por qué no se ha iniciado la negociación a tiempo o no se ha renovado con un contrato largo a esos futbolistas a los que has ido formando y con los que la afición se había identificado". "No me gusta que cada año el equipo incorpore a una decena de jugadores de fuera", subraya el expresidente recordando "la política desastrosa de la época de José Fernández", enfilando el argumento de que "este equipo con la filosofía de Mareo funciona, con otras no estoy tan seguro", y enlazándolo con la certeza sin fisuras de que también "hay que dar confianza a los nuevos".

Sin dudas sobre la "retroalimentación" de la "mareona" como "imagen de marca" del sportinguismo, Rodríguez Guerrero se frota los ojos delante de los 24.000 socios y de los que siguen en lista de espera y completa el alegato orgulloso de esta inequívoca prueba de vida: "Hace que volvamos a estar otra vez entre los quince mejores equipos de la historia del fútbol español".

La "típica ilusión de estas alturas" tiene, no lo puede evitar, "algo de miedo también". El periodista inglés Sid Lowe, oviedista desde que una beca "Erasmus" le trajo a la capital del Principado y uno de los motores de la campaña insólita que salvó al Oviedo haciendo accionistas azules por todo el mundo en 2012, dirá enseguida que "talento hay y afición, también". Que después de salvadas varias bolas de partido uno se siente más fuerte, y más optimista desde que sabe que vuelve Michu, casi "más por la ilusión que tiene él que por la nuestra". Juan Ramón González, que para no olvidar preside una asociación de oviedistas que se llama "Espíritu 2003", el año del conato de muerte y de la resurrección del Oviedo, ajusta la definición más canónica del hincha cuando mira grupos de WhatsApp y descubre que "los aficionados al fútbol somos tan de extremos, tan polares que hay días que parece que viene el apocalipsis azul y al siguiente ya tienes otro punto de vista y todo vuelve a ir bien. Somos así".

Los once fichajes apenas son noticia en el Carlos Tartiere, donde la reconstrucción veraniega es un clásico moderno. Las dudas que aderezan la ilusión vienen aquí, eso sí es nuevo, de la recta final desastrosa de un equipo que la temporada pasada se había ganado la condición de aspirante al retorno a Primera en la primera temporada desde su regreso a Segunda. Lo perdieron, los vítores se hicieron silbidos y las heridas, "es evidente", "no están cerradas, porque hay gente dentro a la que al menos desde fuera se le ve como corresponsable de la situación". La mosca detrás de la oreja sólo se disipará "si se ve cohesión y el equipo tira para arriba. Pero a la primera las cosas vayan mal ya estará liada", sostiene González después de asentir al calmante de mucha calidad que viene al equipo con Michu y de negar la mayor sobre la exigencia de la grada del Tartiere. "La afición del Oviedo es fácil de contentar si percibe dedicación y sacrificio. Si hay veces que celebramos hasta saques de esquina sólo por ver al equipo entregado..." El verano ha cosechado once caras nuevas para el campo, ninguna de relumbre y eso pesa, pero "el cuerpo técnico tiene reputación", dice el presidente de "Espíritu 2003" con la vista en la hoja de servicios de Fernando Hierro y sus ayudantes. Remata que "saben lo que tienen entre manos" y en este punto asiente Sid Lowe. Desde la distancia, un ojo puesto siempre en el Oviedo, el periodista británico, corresponsal del diario "The Guardian" en España, invoca "buenas sensaciones" cuando enfoca la imagen del excapitán de la selección española en el banquillo del Tartiere. "Aunque no tenga experiencia como primer entrenador, sí la tiene amplia en todo el fútbol y es una persona bastante más cauta, inteligente, elocuente y sabia de lo que algunos creen".

También se puede mirar por otro lado una temporada que "por talento no debería haber terminado como acabó. Hasta cierto punto, los futbolistas lo demostraron durante el campeonato. Hasta los diez últimos partidos, lo que estaba en cuestión era si íbamos a subir directamente, el playoff no se discutía". Se torció, los que a priori habrían firmado el octavo puesto "como benditos", igual que Juan Ramón González, protestaron airadamente contra la plantilla que tuvo el objetivo a tiro y lo perdió. "La crispación no venía de los resultados en sí", aporta Lowe, "sino de cierta sensación de dejadez. La afición acepta a un futbolista que lo da todo y no gana, pero aquí hubo momentos en que tal vez se pensó que había otras cosas menos perdonables".

La pregunta es si eso va a pesar y la respuesta un gallego "depende" que se pone en manos de los resultados y de la respuesta del equipo. "La presión existe" desde que el Oviedo juega donde no le corresponde y tal vez así ha de ser, "pero yo quiero pensar que será buena, de aquellas que motiva, que obliga pero en el buen sentido, que exige a los futbolistas que no bajen los brazos". Y aquí, a la sutura de las viejas heridas y a la recuperación de la confianza mutua entre el campo y la grada, Sid Lowe también piensa que va a ayudar Michu. "Merecía esta oportunidad por sentir no sólo el Oviedo, el fútbol. Me importa más su felicidad que la nuestra" y sabiendo que ambas van unidas remata la certeza de que "la afición necesita a Michu, pero después de la honradez que él demostró al irse a jugar al Langreo y el deportismo que eso significa me parece importantísimo que tenga esta oportunidad de sentirse feliz".

El caso es que salen de casi de todas partes motivos para creer. Sólo el tiempo dirá si esta ilusión era sólo una ilusión.

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