La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cien bajo el mar

España estrenó hace ahora justo un siglo su primer submarino de guerra, fabricado en EE UU l Los últimos modelos S-80, encargados a Navantia, se demoran por problemas de diseño

Un submarino C-4. 3.

El Arma Submarina de la Marina de Guerra española se creó el 12 de febrero de 1915, pero no fue hasta el 25 de enero de 1917, ahora hace un siglo, cuando recibió su primera unidad. Se trataba del "Isaac Peral", bautizado con el nombre del inventor del submarino. Era de propulsión eléctrica, armado con un tubo lanzatorpedos situado a proa e incorporado al servicio en 1888, si bien, incomprensiblemente, dos años después fue retirado. Se conserva en Cartagena. Desde el desastre naval de 1898, en que se perdieron las últimas colonias de ultramar, Cuba y Filipinas, se baraja la posibilidad de que si se hubiera contado con una flotilla de submarinos las derrota ante la todopoderosa flota de los Estados Unidos no se hubieran producido.

Aunque con mucho retraso, España asumió la necesidad de disponer de una flotilla de submarinos cuando la Gran Guerra cumplía seis meses de su inicio. Ya en 1912 la incorporación de submarinos a nuestra Marina de Guerra empezó a tomar forma en firme gracias al proyecto de Canalejas, presidente del Gobierno, que establecía nuevas construcciones navales en las que se incluían seis sumergibles, plan frustrado por el asesinato del político. En 1915 el submarino va cogiendo fama de arma tan letal como psicológica, estableciendo una nueva forma de hacer la guerra en el mar. En la ambiciosa ley del almirante Augusto Miranda se pusieron los cimientos para la creación del Arma Submarina española. El almirante eligió, acertadamente, para ser el primer jefe al experimentado capitán de corbeta Cosme García de los Reyes, especialista en ingeniería eléctrica, técnica vital para el buen funcionamiento de los equipos de un submarino. Este marino alcanzó una alta experiencia en el Arma Submarina gracias a ser comisionado para seguir la construcción de la unidad encargada a Estados Unidos, como la de las tres naves a realizar en Italia.

La incorporación de las primeras unidades supuso un gran reto, pues se partía de cero para disponer una adecuada infraestructura en tierra. A la base de Cartagena se unió en 1923 la de Maó, instalada en su estación naval, la tercera se creó en 1925, en La Graña, en Ferrol.

El "Isaac Peral", primera unidad operativa de la recién creada Arma Submarina Española, botado en 1916 y entregado en 1917, fue construido en los astilleros norteamericanos Fore River & Co., en Quincy (Nueva York), Estado de Massachusetts, siguiendo un proyecto de la Electric Boat. Pertenecía a la clase "Holland M", iniciada en 1915. Se trataba de un diseño de propulsión diésel-eléctrico, del cual se construyeron once unidades. Desplazaba 450 toneladas en superficie, mientras que sumergido podía llegar de las 548 toneladas a las 762 toneladas.

Debido a que la entrada de los Estados Unidos en la I Guerra Mundial era inminente, por lo que el peligro de que el "Isaac Peral" fuera incautado por la US Navy estaba en mente de su comandante, Fernando de Carranza, se aceleró su salida de aguas estadounidenses, que fue casi furtiva. Disponía de una dotación de 24 hombres. Estaba armado con cuatro tubos lanzatorpedos. En superficie alcanzaba una velocidad de 15 nudos. Sumergido navegaba a diez nudos como máximo, con una autonomía de casi 3.000 millas. Durante la travesía hacia Las Palmas de Gran Canaria, el submarino estuvo acompañado del buque mercante "Claudio López", a modo de buque nodriza, pues tuvo que auxiliarle en varias ocasiones.

El 12 de marzo de 1916, el "Isaac Peral" llegaba a aguas canarias, quedando abarloado al crucero "Cataluña", en el puerto de La Luz. Tuvo un apoteósico recibimiento. A esta primera unidad del Arma Submarina española se sumaron los submarinos "Narciso Monturiol A-1", "Cosme García A-2" y "A-3", construidos en los astilleros italianos Fiat-San Giorgio, de la Spezia. Pertenecían a la clase "Laurentie", con desplazamiento menor que el "Holland", disponiendo sólo de dos tubos lanzatorpedos, por lo que fueron dedicados a la vigilancia costera y adiestramiento.

Ante las necesidades de la Armada de incorporar nuevos submarinos, se encargan a la Sociedad Española de Construcción Naval, situada en Cartagena, una serie de seis unidades de la clase B, que se entregaron entre 1922 y 1926. Fueron inspirados en la clase "Holland", pero con diseño y equipos más avanzados, ya que desplazaban entre 491 y 570 toneladas en superficie, mientras que en inmersión alcanzaban las 715 toneladas. Disponían de cuatro tubos lanzatorpedos y un cañón Vickers de 76,2 mm. Las unidades A y B tuvieron su bautismo de fuego en la guerra de Marruecos. Ante el aumento que experimentaba la flotilla submarina española, se encarga al astillero holandés Wuerf Conrad, en 1919, la construcción de un buque de salvamento de submarinos, de 2.700 toneladas, de desplazamiento y casco catamarán. Fue entregado en 1920.

En la misma factoría cartagenera se iniciaron, entre 1928 y 1930, los trabajos para la construcción de las seis unidades oceánicas, de la clase C, de los cuales los C-1, C-3, C-5 y C-3, con los B-5 y B-6, fueron hundidos durante la Guerra Civil, mientras que el C-4 se perdió el 30 de abril de 1946, durante las maniobras navales en aguas de Sóller, al emerger sobre la roda del destructor "Lepanto", convirtiéndose sus restos con 44 tripulantes a bordo en Panteón Naval Sumergido.

Los submarinos C se inspiraron en la modernizada clase "Holland 105 F", si bien las baterías similares a las de los B limitaban su velocidad y maniobrabilidad, reduciendo su permanencia en inmersión. Tenía una eslora de 73,3 metros y desplazaba 925 toneladas en superficie y 1.144 toneladas, estando armado con seis tubos y una pieza artillera Vickers, que en los C-3 y C-4 se sustituyeron por el Bonifaz de 75 mm. El submarino E-1 construido en los astilleros gaditanos de Horacio Echevarrieta, pensado en la Armada española, venta que no prosperó, fue adquirido por Turquía en 1935.

La Guerra Civil coge casi finalizando su construcción al submarino D-1, también en Cartagena. Esta unidad se termina en 1947, debido a las penurias materias de la posguerra española. En los primeros años 50 del siglo XX se entregan los D-2 y D-3, que mostraron notables defectos, serie proyectada durante la II República, sufriendo baja en 1959. Los dos submarinos italianos bautizados como "General Mola" y "General Sanjurjo", entregados a Franco en 1937, finalizaron su servicio en 1959. Durante la II Guerra Mundial, el submarino alemán U-573 de la clase VII/C-41 quedó internado en Cartagena por averías sufridas tras ser atacado por un avión británico a 50 millas de Cabo Palos. Las gestiones de Madrid con Berlín dieron como resultado su adquisición por España, convirtiéndose en el G-7.

Los acuerdos firmados entre España y Estados Unidos supusieron cierta modernización de la Armada española, aunque ésta tuvo que esperar hasta 1959 para que el primero de los cinco submarinos que al final se recibieron de la II Guerra Mundial llegara a Cartagena. El último de estos submarinos, el S-35, era dado de baja el 31 de diciembre de 1984. En esa fecha, la Marina española tenía ya en servicio los cuatro de la clase "Delfín", inspirado en los Dafne franceses, dados ya de baja, mientras que de los oceánicos Galerna, de la clase gala "Agosta", empezaban a sumarse a la lista de buques. Actualmente aún están en servicio tres, pero necesitan un cercano relevo por parte de los S-80.

Una paradoja de este centenario que ahora se conmemora es que el proyecto del submarino S-80, encargado a Navantia, para la construcción de cuatro unidades se demora. En el 2015 se conocieron una serie de problemas técnicos surgidos en la primera unidad, especialmente en su exceso de desplazamiento, así como en su sistema de navegación en inmersión (AIP), provocando un aumento notable en su coste, haciendo peligrar la construcción de la cuarta unidad.

Compartir el artículo

stats