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Arquitectura personal 1

Un museo personal del diseño asturiano en internet

-Nací en el 11 de la calle Magdalena de Oviedo, en 1941. Tuve dos hermanas. La mayor, Mercedes, murió. La pequeña es la mezzosoprano Ana Santamarina. En casa había piano y mis hermanas estudiaron piano y canto. Yo no... no estaba bien visto.

- ¿Qué recuerdos tiene de infancia?

-De felicidad, de estar mucho jugando en la calle con los amigos, por Santo Domingo, por el Campillín, destrozado por la guerra. Vivíamos relativamente bien y en la familia nos llevábamos todos muy bien.

- ¿Cómo era su padre?

-José Pérez-Santamarina Suárez-Bravo era muy buena persona. Había hecho profesor mercantil y era contable del garajes Rivas, un negocio grande que llevaba la representación de Firestone. Pintaba y hacía caricaturas y fue quien me metió el gusanillo de pintar. Mi abuelo Ramón pintaba por afición y publicaba poesía en bable en "El Carbayón" con la firma de Roque Pérez.

- ¿Su padre le prestaba atención?

-Me enseñaba cosas de pintura como que las sombras tienen transparencias. Era muy creativo. Tengo dos cuadros de él, "La comida de las fieras", uno de fieras humanas y otro de animales salvajes, un adelanto de lo que pasa con el capitalismo.

- ¿Cómo era su madre?

-Roselia Laviada Obaya, de familia de Villaviciosa. Mi casa era una delegación y cuando venía alguien del pueblo al médico picaba a la puerta. El cajón de Navidad de la empresa llevaba un jamón y duraba poco porque había bocadillos para todos. Mi madre había estudiado en el Santo Ángel y se dedicaba a sus labores. Era muy cariñosa y sacrificada para que pudiéramos estudiar.

- En su casa había que estudiar.

-Era fundamental. Fui a las Dominicas hasta que abrieron los Dominicos. En 1949 hice ingreso y Bachiller en el Alfonso II.

- ¿Qué tipo de rapacín era usted?

-Me gustaba dibujar y jugar al fútbol, de portero. Es el puesto del que no sirve para otra cosa, pero creo que paraba, porque tenía las rodillas deshechas de la gravilla por tirarme sin miedo.

- ¿Era el niño dibujante?

-Si no sacaba matrícula de honor me desesperaba. En gimnasia, perfecto. En lo demás era un desastre. No me interesaba, me quitaba tiempo para dibujar. Tenía los márgenes de los libros llenos. Hacía esquemas de batallas y escoñaba las fotografías de la familia pintando gafas y bigotes. Leía cómics. "Hazañas Bélicas" y "Aventuras del FBI", de Luis Bermejo, que me gustaba mucho. En el Fontán había un puesto donde te los dejaban leer por una perrona.

- ¿Le hubiera gustado dibujar cómics?

-Sí, pero era muy pesado y a las cinco hojas cansaba. A los 15 o 16 años me gustaban los carteles y la publicidad. Coleccionaba programas de mano.

- ¿Cómo llevaba suspender Bachiller?

-No me importaba. Lo dejé en segundo porque conseguí una beca en la Universidad Laboral de Gijón. Empecé Maestría Industrial en 1953 y la terminé en 1957. Estaba mediopensionista y dormía en casa de unos familiares de mi madre en Pumarín. Volvía cada dos semanas a casa con la ropa sucia.

- ¿Cómo le fue?

-El primer año muy jodido. Como era de los mayores tenía que ir y venir todos los días en bicicleta, lloviera o nevara. No sé si hicieron negocio porque las vendían ellos. Los obreros iban en bicicleta y era prepararte para lo que ibas a ser.

- ¿No le gustaba la bicicleta?

-Sí, pero era una BH de acero y si llovía y tenías que ir con chubasquero era horrible. El segundo año tuve una otitis persistente, mi padre alegó frío y pude ir en bus con los pequeños.

- ¿Con sus familiares, bien?

-Era una vida muy independiente. Nos veíamos para cenar y en seguida había que acostarse porque al día siguiente tenía misa a las ocho de la mañana. La misa y el rosario no fallaban. Allí perdí la afición.

- ¿Era aficionado?

-No, en casa no obligaban a ir a misa, pero uno era tan obediente que iba.

- ¿Y de política?

-Eran un poco de izquierdas, dentro de lo poco que se hablaba. "Hay ropa tendida"... decían cuando éramos pequeños.

- Vida en la Laboral.

-El jueves por la tarde se libraba. El domingo había misa a las nueve y comida. Iba con mi pandilla al cine de Los Campos a ver películas de vaqueros y de aventuras. Era el más barato y una maravilla.

- ¿Qué tal estudió en la Laboral?

-Estaba en contra de mi voluntad, pero iba sacándolo, siempre con el dibujo por encima de todo. Hice un curso de delineante por correspondencia, de Ceac. Por la mañana teníamos cuatro horas de taller: ajuste mecánico, torno, fresadora, soldadura, carpintería. Por la tarde, clases de Matemáticas, Gramática... A la gente que salía de la Laboral se la rifaban. Lo normal era un pinche que empezaba y apenas sabía leer.

- ¿Aprendió algo de lo suyo?

-A mitad de los estudios, un profesor, Rubio, me daba Dibujo Técnico y era grafista. Con él vi el primer libro de "Modern Publicity". Era todo lo que me gustaba. Yo no leía el periódico pero veía la gráfica. Le vi hacer un cartel, los bocetos, las variaciones de color con guache. Hacía concursos de pintura. Con 16 años tuve alguna relación con alguien de publicidad Prema de Gijón y les hice algunos dibujos. Fue el despertar.

- Se acabó la confusión.

-Supe que me quería dedicar a dibujar publicidad. Di el ultimátum en casa. Acabaría Maestría, pero no haría perito ni ingeniero. ¡Hubo un disgusto en casa! Mi madre preguntaba "¿qué vas a hacer?", pero veía que no era feliz con aquello. Mi padre lo veía lógico.

- ¿A qué edad volvió a Oviedo?

-A los 18 años. Aproveché las tardes para entrar en Artes y Oficios, a hacer dibujo artístico con Folgueras y, alguna vez, con Magín Berenguer, que daba clase a las chicas.

- ¿Encontró un ambiente que le gustara?

-En la escuela coincidí con Jesús Alvaméndez (Álvarez Menéndez). Éramos vecinos. Sus abuelos tenían una mueblería en la calle del Sol. Nos conocíamos de jugar de niños, de dibujar recortables para nosotros y mariquitas para mis hermanas y de hacer películas en papel cebolla que poníamos en un cine Nic. En la escuela nos hicimos amigos de estar todo el día juntos. Yo tenía el día libre hasta las seis de la tarde. Jesús había entrado a trabajar en Arte Comercial eMe.

- ¿Qué era eso?

-Una empresa de publicidad de exteriores que rotulaba medianeras y furgonetas. Necesitaban alguien en la oficina para coger el teléfono y hacer proyectos. Allí llegó a mis manos el primer manual de identidad gráfica de Coca-Cola, que estaba entrando en España. Fue el Nuevo Testamento. Tienes una imagen y debes implantarla en un montón de cosas de una forma milimetrada, pautada.

- Tenía usted un mirar poco frecuente.

-Era como si yo ya supiera todo aquello, pero nunca lo había visto. Había unas medianeras grandes frente a la Fábrica de Armas en edificios de siete plantas de Coca-Cola.

- ¿Quién era el dueño?

-Melcón, un trabajador de la Caja de Ahorros que pidió la excedencia porque le gustaba pintar. Se había asociado con Parente, que era rotulista. Luego puso Arte Comercial eMe. En 1959 era una novedad. Yo iba a aprender por la mañana hasta la una. Disfrutaba. Salíamos los tres a pintar los domingos.

- ¿Dónde iban?

-Una vez fuimos a Tazones en un coche y coincidimos con otro coche en el que iban Ruperto Caravia, Ángel Enrique y Pedro Álvarez. La Guardia Civil quiso detenernos. Nos identificaron y nos dijeron que no se podía pintar en los puertos. Al día siguiente preguntaron por mí a Antonio García Miñor, el director de Artes y Oficios. Con Melcón aprendí a hacer mosaicos. Un conocido de la familia tenía relación con los Botas y me metieron de ayudante de escaparatista.

- ¿Qué tal le fue?

-Duré mes y medio. Almacenes Botas era muy puntera y hacía unos escaparates preciosos, pero lo mío no era copiar en grande los dibujos de René Gruau que publicaba la revista "Elle" y le encantaban a mi jefe.

- ¿Qué tal era el sueldo?

-Bueno. Cuando me despedí me decía don Luis Botas "¿usted sabe lo que hace, con el porvenir que tiene?". Yo le contesté: "Lo siento, pero esto no". Otro disgusto en casa. Yo luchaba por lo que me gustaba.

- ¿Qué hizo?

-Folgueras se dio cuenta de que quería dedicarme a la publicidad. Mucha gente iba a preparar la entrada a Bellas Artes en Madrid, con aquellos carboncillos que podían llevar un mes. Me dijo que hiciera apuntes rápidos y hacía dos por día. Eso me ayudó.

-Le gusta resolver rápido.

-Sí, investigar resultados. Cuando empecé a pintar hacía paisajes y agoté el interés, no disfrutaba. Años después pasé a hacer desnudos femeninos de recorte en los que el volumen me daba las formas. Llegué al límite y perdí el estímulo. Aproveché la técnica y me metí con geometría y volúmenes.

- Fue profesor en Artes y Oficios.

-Folgueras habló con Antonio García Miñor y entré de ayudante suyo para dar decoración de interiores. No me gustaba mucho, pero era otro sueldín. Me interesaba más aprender que enseñar. Estuve dos años.

- Siguiente paso.

-Independizado de Alas Publicidad, Gil Lus Publicidad necesitaba dibujante.

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