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Guillermo Ulacia | Presidente de Femetal

"Necesitamos una cantera de vocaciones industriales desde la escuela"

"Los trabajos del Consejo Asesor del Principado quedaron bonitos en una balda; la cuestión es por qué no somos capaces de trabajar sobre una base así, fijar hacia dónde tiene que ir Asturias a largo plazo"

Guillermo Ulacia. NACHO OREJAS

Guillermo Ulacia nació en Baracaldo (Vizcaya), pero suele reivindicar la condición de asturiano sin renunciar a la de vasco. Asturias ha tenido gran protagonismo en su ejecutoria profesional. Como vicepresidente ejecutivo del sector de planos de Arcelor, de él dependieron las plantas siderúrgicas de la región hasta 2005. Desde 2014 preside la patronal asturiana Femetal, tarea que compagina con sus responsabilidades como primer ejecutivo de la multinacional de raíz vasca Tubos Reunidos y, últimamente, con su participación como representante de la CEOE en el comité de catorce expertos que asesora al Gobierno sobre la llamada transición energética. En 2018, confirma en esta entrevista, dejará el liderazgo de la patronal que representa los intereses del metal, la más importante actividad fabril de Asturias.

- ¿Cómo late el corazón industrial de Asturias en este momento?

-El sector del metal vive un buen momento. Las estadísticas lo reflejan. Los pedidos están al alza y el posicionamiento estratégico de nuestras principales empresas en las cadenas globales de valor evoluciona positivamente. Toda la política de especialización tecnológica en proyectos relacionados con la energía y la industria petroquímica, por ejemplo, sigue dando frutos.

- Hay noticias con signos opuestos: Arcelor invierte y refuerza su compromiso con Asturias, pero Duro Felguera, otro emblema industrial, atraviesa severas dificultades.

-Forma parte del mundo económico que nos toca gestionar en este momento, de incertidumbre y alta volatilidad. Es muy positivo todo el programa de inversiones de Arcelor-Mittal, no sólo por lo que significa para la propia empresa, sino por la capacidad de tracción que tiene sobre las compañías auxiliares que trabajan para ella y para las de bienes de equipo e ingeniería que, estoy convencido, van a poder participar. En el caso de Duro Felguera, hay una situación crítica y un plan de viabilidad, y tenemos que seguir teniendo confianza. Recuerdo de mis épocas anteriores en Asturias que Duro tuvo sus crisis y que de todas ellas, como dicen los asiáticos, surgieron oportunidades y el grupo salió fortalecido. No tenemos por qué pensar que en esta ocasión Duro no pueda salir de nuevo hacia adelante.

- El nuevo rumbo tecnológico es la robotización y la digitalización, la industria 4.0. ¿Está el metal asturiano enganchándose a ese desafío?

-Estamos comprometidos con él. Una de las principales iniciativas de Femetal ha sido crear el clúster (agrupación de empresas) Metalindustry4, con el apoyo de los centros tecnológicos y del IDEPA. Uno de sus objetivos es compensar la falta de tamaño de las empresas y generar proyectos en competencia y en cooperación que nos permitan ofrecer cosas con mayor valor añadido en los mercados internacionales. Otro de esos objetivos tiene que ver con la gestión del capital humano. El tamaño inadecuado de las empresas no facilita que las personas accedan al conocimiento en los temas de los que estamos hablando. Estamos desarrollando técnicas que ponen en contacto a las empresas y que les ayudan a cooperar también en ese aspecto, y hemos impulsado un máster pionero en España sobre industria 4.0 junto a la Universidad de Oviedo.

- A veces cuesta creer lo que se dice desde la industria: que no encuentra personal cualificado, pese a que hay casi 80.000 asturianos en el paro.

-Es una paradoja que se está dando en Asturias y también a nivel nacional. A corto plazo tiene la solución que pueda encontrar cada empresa. Para el medio plazo estamos tomando medidas, empezando por definir los perfiles y las profesiones que tienen futuro en la industria del metal. A partir de ahí, se debe actuar en el plano de la Formación Profesional y a nivel universitario. Tenemos que fomentar las vocaciones técnicas y ofrecer puestos atractivos para que esas vocaciones no acaben marchándose fuera de Asturias. Y estamos trabajando también para ver cómo fomentamos esas vocaciones industriales y tecnológicas en la escuela. Hemos de conseguir una cantera desde ese nivel, que los niños y niñas consideren la opción de llegar a ser metalúrgicos, soldadores o profesionales de la electrónica que, por ejemplo, quieran manejarse con la robótica.

- ¿Cómo se fomenta algo así?

-Por ejemplo, a través de los juegos y de los campus tecnológicos, donde se hacen desafíos y las escuelas compiten y fomentan el trabajo en equipo. Porque no se trata sólo del cambio tecnológico, sino de saber trabajar como un equipo para dar respuesta a un desafío.

- Llevamos muchos años en Asturias hablando de impulsar la FP dual, pero los avances son modestos.

-Por diferentes motivos, dimos prioridad a la Formación Profesional dual ocupacional, aquella que trataba de dar salidas a personas que no tenían estudios ni trabajo. Aquel proyecto salió razonablemente bien y ha sido un piloto que debemos poner en valor. La formación dual reglada, la del sistema educativo, ha dado un salto al incorporar mayor número de horas de prácticas en las empresas. Es cierto que nos gustaría ir más rápido, como en otras comunidades, pero en los últimos años hemos dado pasos importantes hacia adelante. Tenemos que coger ese impulso y aprender de otros para pasarlos en cuanto podamos. Me gustaría decir, no obstante, que nos hace falta poner más énfasis en las cosas que estamos consiguiendo y menos en lo que hemos dejado de conseguir; porque al final estamos buscando las razones para justificar que no hemos progresado.

- ¿Habla de una especie de cambio de mentalidad colectiva?

-Si seguimos con la misma mentalidad, difícilmente lograremos un cambio de resultados. A la hora de la verdad, la clave de un proceso de transformación no sólo es definir lo que te falta por conseguir, sino poner en valor lo que estás consiguiendo, y a través de ese proceso lograr más adhesiones y que haya más gente deseando hacer lo mismo que tú e incluso mejorarlo.

- ¿A quienes compete principalmente promover esa transformación?

-Es responsabilidad de todos como sociedad, pero indudablemente tiene que tener referentes, sitios hacia los que mirar y decir: "Nos gusta lo que hacen y queremos hacerlo como ellos". Requiere que tanto los agentes socioeconómicos, los académicos y tecnológicos, los medios de comunicación y la propia Administración interaccionen y tengan claro cuál es el plan y cuáles los objetivos de ciclo largo, no supeditados a las votaciones políticas anuales, porque es cómo la sociedad quiere evolucionar hacia un modelo mejor y compartido.

- Usted participó en un reciente intento de perfilar ese modelo, como miembro del Consejo Asesor de Asuntos Económicos de la Presidencia del Principado (extinguido en 2015). ¿Con qué resultado?

-Se definieron claves y ha quedado bonito en una balda. Quizá dentro de veinte años volvamos a decir: "Pues fíjate, parece que aquellos acertaron". Independientemente de quienes hicieron ese diagnóstico, que quizá sea mejorable, la cuestión es por qué no somos capaces de trabajar sobre una base así y tenemos que estar sistemáticamente reinventando otras prioridades y otros diagnósticos. Es un auténtico despilfarro intelectual, una pérdida del ritmo de paso que piden los tiempos. ¿Por qué no se toma como punto de partida aquella reflexión para definir un plan, una visión a largo plazo de hacia dónde tiene que ir Asturias? Ahí es donde debemos hacer énfasis. En su día dije que en esta región estamos superdiagnosticados, pero que nuestra mayor dificultad es la implantación, marcar las prioridades, asignar los recursos y comprometerse con objetivos y plazos. Insisto: es un desafío colectivo, no individual.

- Ahora está usted implicado, como representante de la CEOE, en el análisis de la transición energética hacia una economía baja en emisiones de CO 2 que España y el conjunto de Europa se han comprometido a abordar. ¿Cómo debe ser esa transición para que sus impactos económicos y sociales sean asumibles?

-Utilizamos mucho la expresión de que la transición se tiene que hacer de forma inteligente. Se tiene que orientar a cumplir los objetivos comprometidos con Europa (reducción drástica de emisiones de CO2 en el horizonte de 2050), pero para ello hay distintos escenarios posibles. Hay que definir cuál es el ritmo de penetración de las energías renovables, impulsar nuevas tecnologías que favorezcan la eficiencia energética y ver cuál va a ser el papel de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas). Debemos definir también cómo trabajamos con la energía nuclear, que no emite CO2, es estable y cubre más del 20% de la demanda eléctrica. Lo más importante es precisar cada variable, ver los beneficios de cada alternativa y elegir aquella que cumple los objetivos al mínimo coste, incluyendo que no se aumente la vulnerabilidad de las empresas o los efectos sociales adversos.

- ¿Conviene acelerar el cierre de las térmicas de carbón, como ya se ha planteado con la asturiana de Lada?

-Las centrales térmicas que utilizan el carbón tienen entre otras dos características técnicas principales: su capacidad de actuar como energía de respaldo de las renovables y el factor de moderación de los precios energéticos. Asumiendo que con producción de las térmicas de carbón se puedan cumplir los objetivos medioambientales y siendo conscientes de que ya se ha desacoplado mucho consumo de carbón nacional, creemos que son instalaciones válidas para el mix energético (combinación de tecnologías) que estamos previendo para el futuro.

- Hasta ahora se ha puesto mucho el foco sobre los impactos económicos adversos que puede tener la transición energética en Asturias. ¿Traerá también oportunidades para la industria?

-Claro que sí. Cuando hablamos del sector del metal lo hacemos a menudo con una visión convencional, mirando la importancia que ha tenido y que tiene el acero u otros metales, como el aluminio y cinc. Seguimos teniendo los materiales básicos, pero hemos progresado en su transformación para convertirlos en soluciones. Por ejemplo, soluciones para la movilidad inteligente, como los pasillos rodantes que Thyssenkrupp diseña y fabrica aquí y que nos convierten en un referente mundial. Somos referentes también en energías renovables: no fabricamos un modelo de aerogenerador, pero en determinados componentes, como las bases, somos líderes. Somos igualmente una referencia en proyectos de ciclos combinados (centrales de gas) y de energía solar, y damos soluciones para que tecnológicamente el sector petroquímico siga cumpliendo los objetivos de reducción de emisiones. Es ahí, en la transformación, donde el conocimiento adquiere valor, donde podemos ser competitivos. En esta transición energética Asturias tiene una base industrial muy bien posicionada y puede desarrollarla aún más.

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