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La transexualidad ya no es una patología mental, pero sigue el estigma

El colectivo se queja de que los médicos desconocen los procedimientos para el cambio, de las esperas quirúrgicas y de la incomprensión social

Marián Lago, en la plaza de la Escandalera. LUCÍA TORRADO / MIKI LÓPEZ

Las personas transexuales ya no son consideras enfermos mentales. Después de once años de lucha del colectivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró esta semana la transexualidad de su lista de enfermedades mentales. Sí aparecen en otro apartado como un "desorden de la identidad de género" para que puedan acogerse al servicio sanitario público que lleve a cabo su cambio.

Mané Fernández, el primer paciente en llevar a cabo una cirugía genital en Asturias, y Marián Lago, una mujer en pleno proceso de cambio, celebran la medida, aunque con matices. Utilizar el término "trastorno de género" no lo ven adecuado para terminar con los estigmas del colectivo, que, en Asturias, está en situación crítica: los médicos desconocen los procedimientos, las esperas para la cirugía son muy largas y la sociedad no comprende su situación.

Marián Lago no duda en responder a quienes le gritan "travelo" por la calle. Esta joven transexual, de 34 años y natural de Langreo, pisa fuerte y piensa en positivo: "Me miran mucho, pero prefiero pensar que es porque soy muy alta o llevo el pelo de colores". Que la OMS ya no la considere una "enferma mental" lo acoge con recelo. Aunque es un paso hacia adelante, "esperemos que provoque cambios en la atención sanitaria, sobre todo en el apartado psicológico". Su experiencia no fue buena.

Cuando acudió al ambulatorio de Villa, en Riaño, empezaron las trabas. El médico de atención primaria no sabía qué hacer. La mandó volver dos días más tarde para informarse sobre su caso.

De ahí, pasó a la Unidad de Trastorno de Identidad de Género (UTIG), situada en el Hospital San Agustín de Avilés. Una vez dentro del programa, llegan las sesiones con el psicólogo y las preguntas "inapropiadas" para valorar cada caso. "Son preguntas del tipo 'Cuando mantienes relaciones, ¿qué posición adoptas?'. No sé qué sentido tienen. Tampoco sé por qué preguntan sobre la orientación sexual. Yo soy bisexual y eso tampoco tiene que influir".

Hace unos meses modificó su nombre en el DNI y lleva algo más de un año con tratamiento hormonal. Su cambio vital va tomando forma, pero aún queda mucho que hacer por el colectivo: "A los trans siempre se nos relacionan con la farándula y la prostitución". Por eso, Lago no duda en sumarse a las manifestaciones que tienen lugar estos días en el Principado para solicitar una ley integral trans para acortar los plazos y defender los derechos del colectivo.

Todos las etiquetas negativas asociadas a las personas trans fueron las que hace 22 años impidieron a Marián contar su realidad. Tenía 12 años y comenzó a sentir cosas: "En clase veía el cambio físico de mis compañeras en la pubertad y me preguntaba, ¿por qué ellas tienen este cambio y yo no?".

La situación se complica aún más para realizar una cirugía genital o de pechos. En Asturias, como en otras comunidades autónomas, los casos se derivan a Málaga. Las listas de espera son largas porque recogen pacientes de diversos puntos del país. Lago calcula que tendrá que esperar unos tres o cuatro años. "Menos mal que me gusta llevar vestidos, aunque para ir a la playa este verano lo tendré más difícil", bromea.

La situación no ha cambiado mucho desde 2008, año en el que Mané Fernández se convirtió en el primer paciente de la Seguridad Social asturiana en llevar a cabo una cirugía genital. Los procesos también eran largos y los psicólogos eran quienes marcaban los tiempos.

Mané cree que el hecho de que la OMS deje de considerarlos enfermos mentales será decisivo para agilizar el proceso y "conseguir que cada usuario marque el ritmo de su cambio". Queda trabajo por hacer. El término "incongruencia de género" que usa la OMS para calificarlos no le parece el más adecuado.

Tema aparte son los médicos de atención primaria: "Le hemos pedido mil veces al Gobierno del Principado que explique en los ambulatorios el proceso: sólo tiene que derivar a la unidad de Avilés". Fernández es hoy el vicepresidente de la Federación estatal de LGTB y lo tiene claro: "Asturias va a la cola en este tema cuando en 2007 fuimos una de la primeras comunidades autónomas en tener una Unidad de Trastorno de Género".

La realización de cirugías en la región es otro caballo de batalla. El colectivo transexual pide que las operaciones más comunes, como las de mama, no se deriven a otras comunidades y se hagan en el Principado para acortar los plazos. "Para nosotros la cirugía no es un capricho, es una necesidad vital", explica.

Desde la Unidad de Trastorno de Identidad de Género del Principado de Asturias (UTIGPA) comparten reivindicación. "Le hemos pedido al Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) poder realizar la cirugía mamaria en la región", apunta José Antonio Álvarez, endocrino de esta unidad, que ha atendido a 220 personas en los últimos once años. No cree que el cambio de la OMS afecte demasiado a la atención de sus pacientes. Sí puede traer cambios la ley integral trans, en la que trabajan los colectivos asturianos de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales junto al Gobierno del Principado.

Esta ley es responsable de decidir qué primará en la región: la accesibilidad del servicio o la calidad y la seguridad, explica el doctor Álvarez. En Andalucía prima que el sistema sea accesible, en Asturias "apostamos más por equipos pequeños y especializados". Y matiza: "Debemos seguir apostando por la calidad del servicio, pero las cirugías más frecuentes podríamos asumirlas".

De no hacerlo, las personas transexuales se ven obligadas a acudir al sector privado. De 5.000 a 7.000 euros deben pagar por una cirugía mamaria. En el caso de la vaginoplastia, entre 15.000 y 20.000 euros. La faloplastia ronda los 30.000 euros.

La ley integral trans es la llave para cambiar esta situación, apunta Yosune Álvarez, la presidenta de la asociación asturiana de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (Xega). El colectivo elaboró un borrador de esta ley que Javier Fernández, el presidente del Principado, "se comprometió a llevar a cabo antes de que terminase su legislatura, pero no se ha hecho nada", explica Álvarez. El colectivo salió ayer a la calle para exigir esta ley, destinada a terminar con las trabas burocráticas para el cambio de nombre en el DNI, acelerar los procesos sanitarios y terminar con los estereotipos.

Marián Lago lo resume así: "En las series de televisión se nos pinta como un hombre con vestido y peluca". Todo empieza con un cambio de mentalidad.

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