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MIGUEL VILLABRILLE | Tiene una empresa de barras festivas

Festejos "llave en mano". La novedad

Miguel Villabrille. RICARDO SOLÍS

Miguel Villabrille, praviano afincado en Avilés, tiene negocios de hostelería y forma parte del batallón que trabaja para que otros se diviertan en romerías y verbenas. Gestiona los bares-barra y, si hay acuerdo económico con la comisión de festejos, monta la fiesta entera "llave en mano". Lleva quince años en el sector y aguanta porque "no queda otra", pero se alinea con los pesimistas.

-¿Por qué un hostelero gestiona romerías?

-Por casualidad y necesidad... Hace quince años, por probar, mi socio y yo cogimos el bar de la Jira al pantano de Trasona. Nunca llovió tanto el 1 de mayo; nos pegamos tal leñazo que no nos quedó más remedio que insistir para recuperar las pérdidas. Hay veranos buenos, regulares y últimamente abundan los malos.

-¿Las fiestas populares están en crisis?

-Sufren una evolución negativa.

-Busquemos culpables.

-Echar la culpa a la proliferación del botellón -aun siendo un fenómeno muy dañino para las fiestas de prau- es simplista; habría que hablar de la pérdida de identidad de las fiestas, de la falta de relevo generacional en las comisiones, del sobredimensionamiento suicida de algunos programas y del afán recaudatorio de la Sociedad General de Autores.

-Y la excesiva burocracia para organizar un festejo, la creciente exigencia en seguridad...

-No iré yo contra la seguridad y las normativas que obliguen a cumplir unos mínimos organizativos. Estos aspectos forman parte de la demanda social y del derecho a disfrutar de las fiestas en paz y con seguridad.

-¿El bar aún es la gran fuente de financiación?

-Sí, salvo cuando organiza el festejo un Ayuntamiento o -los menos- una comisión muy activa en recaudar dinero todo el año. La paulatina caída del rendimiento de las barras está convirtiendo esta actividad en ruinosa: va a llegar el día que en vez de pagar por gestionar la barra tendremos que cobrar.

-¿Cómo se llega a organizar fiestas llave en mano ?

-En muchos de los casos por una apuesta demasiado arriesgada de las comisiones, arruinadas por contratar orquestas con cachés fuera de sus posibilidades. En años siguientes juntan el dinero que pueden y, por mantener la fiesta, entregan esa cantidad y la gestión de la barra a cambio de que el hostelero corra con voladores, alumbrado, música...

-¿Y una vuelta a los orígenes?

-Trabajo mucho por zonas rurales y la gente se lo pasa en grande con un dúo, un trío o una orquestina modesta. Llevan las ganas puestas de casa y con poca excusa bailan y se divierten.

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