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Leoncio González de Granda, militar y periodista carlista

Gijonés de 1852, condenado a muerte por levantamiento, encarcelado y combatiente en Cuba, fue fundador de periódicos y cronista de guerra

Leoncio González de Granda

El número 7.542 del diario “El Correo Español”, publicado en 10 de noviembre de 1913, abre su primera página con una excelente crónica homenaje a Leoncio González de la Granda, periodista y militar carlista, bajo el título Un muerto ilustre, de la que extraemos la historia de vida de un trabajador incansable en pro de la causa carlista que defendió hasta el final de sus días.

Nacido en Gijón el 12 de septiembre de 1852, con 14 años ingresó como cadete en el cuerpo de Infantería del Ejército español. Fue ascendido al grado de alférez a pesar de sufrir la humillación de la derrota por su participación heroica en la batalla del puente de Alcolea, que tuvo lugar el 28 de septiembre de 1868. En ella, un grupo de militares se sublevó contra las tropas realistas de Isabel II desatando la conocida Revolución Gloriosa que puso fin a su reinado.

Tras alcanzar el grado de teniente, combatió en la ciudad de Cádiz contra los republicanos hasta que, el 27 de junio de 1869, preparó junto a quien fuera alcalde de León, Pedro Balanzétegui, el alzamiento carlista en Redipollos del Puerto. En un primer momento fueron siete los que se colocaron al frente del levantamiento. Al día siguiente, llegaron a ser 74. 

Tras diversos enfrentamientos en Priorio y Velilla de Guardo, la pequeña fuerza revolucionaria fue sofocada y González de Granda apresado y conducido a Santander. Allí conoció la noticia del fusilamiento de su amigo Balanzétegui por orden del general Prim, quien también ordenó su ejecución. 

El destino de nuestro protagonista se reveló contra ese fatal desenlace. Así, en la cárcel de León fue sometido a un consejo de guerra y condenado a muerte, conmutándose esta pena posteriormente por la de cadena perpetua. 

En diciembre de 1869 fue trasladado a La Habana en la fragata de guerra Navas de Tolosa para ser encarcelado en el castillo de la Cabaña. Pero, al encargarse de la Capitanía General de la Gran Antilla el vizcaíno Blas Diego de Villate, conde de Valmaseda, se le trasladó a una guerrilla mandada por el turolense Manuel Macías (quien fue posteriormente nombrado teniente general). 

Por su valentía en el combate ascendió al grado de alférez y se le concedieron dos cruces rojas de la Real Orden del Mérito Militar. Tras alcanzar el cargo de fiscal general de la isla de Puerto Príncipe, a finales de enero de 1873 y, por problemas de salud, solicita su vuelta a la Península y finaliza su carrera militar en el Ejército español tras la petición de baja definitiva al entonces ministro de Marina.

Cabecera del periódico “El Cabecilla”. | Wikipedia

Sin embargo, su defensa de la causa carlista le empujó a volver a la vida castrense, organizando una Academia Militar en Aramayona (Álava) de la que fue nombrado maestro de cadetes. 

Participó en diversas contiendas y enfrentamientos defendiendo la causa del infante don Carlos hasta que, el 28 de febrero de 1876, finalizada la guerra y ya con el grado de coronel, se exilió en la localidad francesa de Angulema. 

En marzo de 1877 regresó a España y, desde ese momento, se dedicó en exclusiva al periodismo, convirtiéndose en una de las principales plumas nacionales en la defensa del movimiento carlista.

Fundó en León el diario “La Crónica” y se instaló definitivamente en Madrid, en 1880, como redactor del periódico “La Fe”, donde se hizo cargo de su sección “Disparos al aire”, artículos políticos y castrenses. 

Al refundirse este diario con “El Correo Español”, el coronel González de la Granda se convirtió en el redactor de los sucesos militares. La calidad de sus artículos le dio fama. En 1893 fue enviado a Melilla para cubrir la primera campaña de guerra contra los musulmanes, lo que le valió la Encomienda de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica. 

Leoncio González de la Granda fue propietario de varios periódicos de la época, entre los que destacaron “El Cabecilla” (junto a su amigo el fusilado Pedro Balanzétegui), “El Cruzado” y “Calacuerda”.

El infante don Carlos, al que tanto admiraba y con quien siempre mantuvo una estrecha y consolidada relación de amistad, en compensación por la defensa a ultranza de su causa le concedió, el 6 de enero de 1900, la faja de general de brigada.

Dedicó sus últimos años por completo a participar en mítines políticos y a seguir realizando artículos de corte tradicionalista en defensa de la causa carlista hasta que falleció en Madrid, a los 61 años. Fue enterrado en el cementerio de la Almudena de la capital española.

Montaraz de pura raza 

El diario carlista “El Cabecilla”, subtitulado “periódico montaraz de pura raza”, con sede en el número 18 de la calle Tudescos de Madrid, se publicaba todos los sábados bajo la dirección de González de Granda. Se editaba a 4 páginas y 3 columnas siempre con, al menos, una viñeta de corte político-humorístico. En su cabecera, dibujada por Cilia, se mostraba a un carlista tocado con boina y enarbolando una bandera donde podía leerse “Dios, Patria, Rey”.

En el Museo Cerralbo de Madrid se conserva correspondencia entre don Carlos María de Borbón y Austria y el propio marqués de Cerralbo, don Enrique de Aguilera y Gamboa, en la que don Carlos adjunta una carta de González de la Granda al marqués explicándole los agravios políticos que estaba sufriendo su diario “El Cabecilla”. En ella, don Carlos deja bien claro que González de la Granda cuenta con su total confianza para seguir defendiendo la causa carlista (N.º inv. FD00002).

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