Llegado el mes de julio me vienen a la memoria las grandes fiestas de La Laguna que se celebraban en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Era un tiempo en que, a pesar de ser época estival que invitaba a partir hacia las playas u otros lugares de asueto, la gente no lo hacía. Esta permanencia en los pueblos de la mayoría de la gente incidía en la gran concurrencia a las fiestas patronales. Con gran trabajo, debido a los pocos fondos disponibles, las comisiones de festejos programaban una serie de actividades, más que dignas.
Las fiestas de La Laguna, en El Entrego, eran de las de más renombre de la Cuenca del Nalón. A ellas acudían atracciones, algunas de mucha celebridad, procedentes de diversos puntos de España.
En la ocasión en que sitúo este relato, una de las más destacadas era el ”Teatro Circo Chino”, compañía que fue formada en 1950 por el matrimonio compuesto por Manuela Fernández Pérez (de 23 años) y Chen Tse-Ping (de 47). En referencia al origen del empresario se le dio el nombre de “Teatro-Circo Chino”.
Adquirieron unas instalaciones portátiles y, acto seguido, comenzaron a recorrer las fiestas de diferentes puntos de nuestra geografía, llegando a El Entrego para los festejos de 1951.
Su programación consistía en un espectáculo de variedades, con la presencia en escena de llamativas “vedettes”, que hacían verdaderos equilibrios para sortear la censura oficial, saliendo a escena con unas espectaculares vestimentas, escasas de telas; los cómicos con sus insinuantes chistes y cantantes con un repertorio extenso, todo bajo el lema “¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes!”, completaban la programación. Con estos ingredientes conseguían llenar el teatro todas las funciones.
Para la instalación del teatro en El Entrego, al estar el parque atiborrado de atracciones, se escogió el espacio existente entre la finca de los García-Argüelles (de la familia de Onofre, esposa del escritor Leopoldo Alas, “Clarín”) y la vía de Renfe que iba a Carrocera.
Era una superficie de casi cuatrocientos metros cuadrados en lo que hoy es la Calle Albéniz, confluencia con la de Manuel G. Vigil. El sitio era inmejorable, pero el peligro era evidente.
La circulación de trenes por ese tramo ferroviario era constante, ya que transportaban los carbones tratados en el lavadero situado en el espacio que hoy ocupa una gran superficie comercial. La tracción de los mismos era frecuentemente realizada por la locomotora “San Sebastián”, que con sus resoplidos daba buena cuenta de su presencia, a la vez que por su chimenea expulsaba pequeñas chispas que se diseminaban por los aledaños de la vía.
Sucedió lo que nadie previó: en uno de sus viajes, las partículas incandescentes cayeron sobre la carpa del teatro incendiándola.
Y el fuego se propagó a toda la instalación, arrasando el patio de butacas y parte de las paredes, todo de madera.
Pronto acudieron numerosas personas con la intención de apagar el fuego, apoyando a empleados municipales, pero debido a la alta combustibilidad de los materiales del teatro, fue imposible contener las llamas. Era la mañana del lunes 16 de julio de 1951.
La desolación que se reflejaba en el rostro de los artistas y dueños del teatro era evidente.
Los entreguinos, impresionados por la magnitud de la tragedia a que se veían sometidos los más de veinte artistas que formaban el elenco, pronto se prestaron a ayudar de la mejor manera posible, suministrándoles ropas de calle y otras ayudas.
Por otra parte, la Comisión de Festejos se puso a buscar la manera de mitigar el impacto de esa desgracia y solicitó al Ayuntamiento la cesión del Mercado de Abastos para celebrar algunas funciones.
En aquellos años había en El Entrego una magnífica agrupación artística denominada “Melodías de Luz y Color” que disponía de un vestuario, no de la espectacularidad del que se perdió en el siniestro, pero sí muy digno. Con él se hicieron unas representaciones en citado Mercado, abarrota de público en todas las funciones.
LA NUEVA ESPAÑA al día siguiente, 17 de julio, da una detallada información del desastre, facilitada por su corresponsal, que fue distribuida por las agencias de prensa para todo el país.
Según informaciones posteriores, el “Teatro Circo Chino” siguió haciendo giras por España, con el título de “Teatro-Circo Chino Manolita Chen”, que debido a una reclamación de otro empresario teatral, tuvo que cambiar el título. Mantuvo la actividad hasta 1986.
Chen Tse-Pin falleció en Sevilla en 1997 a los 94 años y Manolita Chen en 2017 con 90 años de edad.
