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Memorias
Boni Ortiz | Histórico de la izquierda gijonesa

"Perdí 11 kilos en una huelga de hambre en una cárcel franquista"

"Con García Rúa no solo encontré cobijo ideológico, también alimento para el alma; no era como la gente del PCE, con un planteamiento mucho más autoritario"

Boni Ortiz, en la zona de Fomento, en Gijón. | JUAN PLAZA

José Bonifacio Ortiz Cabello, Boni Ortiz (Madrid, 16-8-1953), el segundo y único varón de cinco hermanos, es un histórico de la izquierda gijonesa, cofundador del Café Gijón y experto en el teatro asturiano.

Llegada a Gijón. "Vine con 5 años, después de que mi padre hubiera venido a trabajar como maître del restaurante Hernán Cortés. Nuestro primer piso estaba en la calle Capua, desde el que se veía la Ciudadela de Anselmo Solar. Al poco marchamos para El Llano, cerca de la Milagrosa, y ahí es donde yo empiezo a tener recuerdos de los juegos en pandilla en la calle y en la Milagrosa fue donde hice la primera comunión. De aquella jugábamos en la calle. De los momentos más plenos y felices que recuerdo es estar jugando en la calle una tarde de septiembre con los amigos al pío campo... correr, sudar, compañerismo, aquello era mágico. De aquella la avenida Schultz subía a medio asfaltar, con adoquines y los laterales, prácticamente desde la calle Mieres para arriba, era todo tierra. Y ahí era donde jugábamos. Luego cambiamos a otro piso en la avenida de la Constitución".

La playa. "Yo iba a la escueluca, al Grupo Escolar Jovellanos, que era donde prácticamente íbamos todo el mundo y, a pesar de que vivía en El Llano, eso me permitía estar cerca de la playa. Salíamos del colegio e íbamos corriendo para la zona de la Escalerona a jugar en la playa y allí aprendí también a nadar. También echábamos horas hablando entre los amigos, contando historias".

Agrupación Artística. "En torno a los 11 años tuve mis primeras veleidades artísticas y estuve en la Agrupación Artística Gijonesa, que entonces estaba en la calle La Playa. Allí estuve un año, cantando canciones de Raphael, de Lucho Gatica y ese tipo de cosas".

Estudios. "Tras hacer el examen de ingreso a Bachiller, fui de la primera o la segunda promoción del Instituto Jovellanos, del nuevo. Entonces los guajes y las crías estudiábamos en aulas separadas, entrando por puertas distintas y con un muro de separación en el patio. Ahí estuve poco tiempo, porque saqué una beca para la Universidad Laboral, donde estuve un par de años estudiando una oficialía. A los dos años tuve que marchar, porque era un guaje rebelde, pilláronme fumando y pirando clases. Pusiéronme un cero en conducta y suspendiéronme otras dos, con lo que perdí la beca. Tendría yo 14 añinos".

"La Máscara". "En ese tiempo empecé a tomar contacto con el grupo de teatro ‘La Máscara’, que estaba en el Ateneo Jovellanos. Primero íbamos a ver a ensayar a uno de la pandilla, Eladio de Pablo, y en un momento dado te tocaba participar con algún papelín pequeño. Aquello a mí gustome mucho, porque descubrí un trabajo colectivo y otras vías alejadas de la cultura oficial perronera del franquismo. Me abrió un mundo. Hubo un momento en el que ya participo, me intereso, leo mucho teatro. En 1969, vino Antonio Malonda, un tío fundamental en lo que empezaba a ser el teatro independiente, a darnos un cursillo de expresión corporal y metodología teatral. Yo estaba mejorando y ofreciome la posibilidad de ir a estudiar a Madrid en la Escuela de Arte Dramático, en la que era profesor. Durante un año estuve muy entusiasmado con aquella posibilidad, con lo que volví al Instituto Jovellanos, porque se necesitaba cuarto de Bachiller para ir luego a Madrid. Estudié en nocturno, porque compaginaba los estudios con trabajos. Acabé renunciando a irme a Madrid, porque tenía una novia de la que estaba enamorado absolutamente y además quería hacer la revolución socialista y acabar con el franquismo y con el capitalismo".

García Rúa y Gesto. "Por parte de un amiguete de ‘La Máscara’ tuvimos acceso a un cursillo de José Luis García Rúa sobre historia de la filosofía. García Rúa abrió los ojos a mucha gente, y a mí en particular. Te daba capacidad crítica. Íbamos una docena o así y cuando salíamos de aquellas conferencias íbamos a la Sociedad Cultural Gesto, que estaba en la calle Dindurra. Rúa no solo de hablaba de cuestiones políticas. En Gesto, con él yo empecé a descubrir poetas españoles, Machado, Alberti, Lorca... y cantantes como Lluís Llach y Raimon. Con él no solo encontrabas cobijo ideológico, sino también alimento para el alma. No era como la gente que estuvo en la orla del PCE, que tenían un planteamiento mucho más autoritario de la militancia política. En Gesto di varios recitales, representé alguna obra pequeña y me incorporé con gracia a su vida societaria".

Militancia política. "Gesto era un sitio donde operaba políticamente CRAS (Comunas Revolucionarias de Acción Socialista), una organización clandestina de tipo libertario. Aquello también me llamó. Era un momento en el que muchos chavales de aquella época nos incorporábamos al antifranquismo por la vía de la lucha contra la represión. Fue un momento muy importante para gente como yo. En 1970, en el instituto hay movilizaciones con el tema del consejo de guerra de Burgos. En las clases de Religión aprovechábamos para hablar de eso. Eran espacios de libertad que conseguíamos; el cura iba de majo, le apretábamos las clavijas y hablábamos de lo que nos interesaba. Y de ahí salieron manifestaciones y huelgas. En ese contexto es cuando yo empiezo a tomar contacto con CRAS, en Gesto y con 17 años empiezo a militar, incorporándome en una de sus células".

Primera detención. "La gente que estábamos en grupos de teatro independiente, íbamos al teatro Jovellanos a ver las compañías que llegaban a través del Ministerio de Información y Turismo con obras de autores que prohibían interpretar a nuestros grupos, como Bertolt Brecht o Arnold Wesker. A nosotros nos lo prohibían y estos que venían de la mano de Fraga traían un montaje nefasto. Entonces íbamos a montarles unas broncas terribles. En una de estas me detienen. Era abril de 1971 y estábamos en estado de excepción por el proceso de Burgos. Me detienen por el pateo que formamos en el teatro a la compañía de Goyanes, que traía una obra de Wesker. Estuve seis días detenido en Gijón y cinco en Oviedo porque me reclamó el comisario jefe de Asturias, Claudio Ramos, en el momento en que vieron que era vocal juvenil de Gesto. A mí no me torturaron. Maltratado, sí, iban borrachos a las tantas de la mañana haciéndome ponerme de pie y dándome en el pecho lo más. En aquel momento, un amigo, Chema Castiello, y el jefe de estudios del instituto empezaron a recoger firmas para que me dejasen libre o bien me pasasen al juez. Presentaron cientos de firmas de alumnos y profesores de Gijón, y nada más presentarlas, me soltaron dándome unas perrucas para coger el alsa".

La visita de Franco. "En septiembre de 1971 nos detuvieron a un grupo de tres personas y nos acusan de haber roto las lunas de dos comercios que habían salido con furgonetas por Gijón a convocar a la gente a la plaza Mayor, adonde iba a venir Franco, que visitaba Asturias para inaugurar Ensidesa. También le pusieron la megafonía para el discurso. Dos negamos haber participado y el tercero, torturado, dijo que habíamos sido nosotros. Le pegaron a él y al otro amigo. A mí no me pegaron nunca, yo lo achaco a que la mi moza de aquella era fía de un policía. Sí maltrato de palabra y molestarte mucho, pero no torturarte. Nos procesaron, entré en la cárcel, salimos en libertad provisional. En 1972 el gobernador civil me pone una multa de 10.000 pesetas por este tipo de cosas, que pago con un mes de cárcel. En 1974 ya empiezo a cumplir condena, porque me metieron dos años y medio por este asunto. Los otros dos rapaces se habían marchado de España y yo fui solo al juicio, entonces me ‘premiaron’ con una sentencia pequeña; esos dos años y medio era un chollo, porque me juzgaban por terrorismo, según el franquismo".

En la cárcel. "Al final solo cumplí un año, por un indulto general que se llamó el ‘Matesa’, un caso de corrupción en el que había muchos cuadros del franquismo metidos en aquel ‘merde’. Pasé por la cárcel de El Coto, en Gijón, y la de Oviedo antes de ir a cumplir la condena en la de Torrero, en Zaragoza. Era 1974 y primeros de 1975. Era una cárcel nueva, en la que fui compañero de celda y muy amigo de Chato Galante, sobre cuya trayectoria se construyó luego el documental ‘El silencio de los otros’. A mí en la cárcel llamábanme ‘multero’, porque eran unos meses de condena, que es como se pagaban las multas, cuando los demás presos políticos tenían penas mucho más largas".

Huelga de hambre. "En la cárcel hacíamos talleres, por ejemplo sobre la Revolución rusa, leyendo a los clásicos del marxismo. Ya había cierta permisividad con las editoriales, que empezaban a editar cosas aquí, y los funcionarios hacían la vista gorda cuando nos pasaban para adentro los textos. Los presos políticos queríamos tener una galería para nosotros, un patio para nosotros, una celda de economato donde tener la comida que nos hacían llegar de fuera y también una biblioteca específica para nosotros. Todo eso había que reivindicarlo cada vez que se abría una cárcel nueva. En Torrero me tocaron huelgas de hambre. En una de 13 días, en la que solicitábamos autoorganización y mejorar las condiciones de vida, perdí 11 kilos".

Boni Ortiz, en la zona de Fomento, en Gijón. | JUAN PLAZA

«El Café Gijón fue toda una institución cultural que montamos en una zona en decadencia» 

Boni Ortiz (1953) cuenta en esta segunda parte de sus memorias su trayectoria tras salir de una cárcel franquista.

La mili. «Había escrito al capitán diciendo que no podía incorporarme cuando me tocaba porque estaba cumpliendo pena por el sumario 1018/71 del Tribunal de Orden Público. Cuando me pude incorporar, me recibieron ‘con los brazos abiertos’. Hice la mili en Valladolid, en Artillería 26, y me putearon todo lo que pudieron y más. Yo daba mucha tabarra, por ejemplo cuando fusilaron a los cinco del FRAP y de ETA, vino a comernos la cabeza diciéndonos que los países que habían protestado tenían ánimo antiespañol. Yo le pregunté, ‘mi capitán, ¿usted cree que el Vaticano tiene ánimo antiespañol?’, porque estaba entre los que habían solicitado el indulto. Cuando murió Pacho, estaban muy despistados y nos metieron todo el día, sin instrucción ni nada, en el hogar del soldado. Estábamos formados para entrar al comedor a cenar, di un paso adelante y digo ‘mi capitán, quiero elevar una queja porque estuvimos todo el día sin mando, que además nos explicara el significado de la coronación del rey para el futuro democrático de nuestro país’. Metió a los demás al comedor y a mí al calabozo un mes. Era el capitán Izquierdo, del Servicio de Inteligencia Militar.

Los curas. «Haciendo la mili, volvieron a detenerme, a principios de 1976, ya muerto Pacho. Yo estaba entonces en la Organización de Izquierda Comunista, que en 1979 se unificó con el Movimiento Comunista, donde seguí hasta 1981. En 1976 caímos más de 20 personas en una reunión en un colegio de curas en Valladolid. Los curas nos daban cuartelillo y allí nos reuníamos. Habíamos caído porque un coche que venía de Cataluña estaba controlado por la Policía. Me metieron en el calabozo y me procesaron. Al poco fue la proclamación del rey, con un indulto a cualquier delito hasta los seis años de cárcel, con lo que sobreseyeron la causa. En el ejército licenciaban a la gente con un 15 días o un mes antes del tiempo previsto. Yo estuve hasta el último día, 18 meses. El capitán Izquierdo fue a verme salir por la puerta. Miré para él y marché».

Cabeza de lista. «Me puse a disposición del partido al salir. Me dijeron que volviera a Gijón. Después de varios trabajos, entré a trabajar en la Fábrica de Loza, en El Natahoyo, donde estuve más de un año. En junio de 1977 encabecé la lista al Congreso por Asturias en las primeras elecciones, del Frente por la Unidad de los Trabajadores, una coalición de la LCR, la OIC, Acción Comunista y el POUM, que aún eran partidos ilegales, pero ya actuábamos a las claras. Sacamos muy pocos votos. Aquel año me casé con mi primera mujer.

Minero. «Yo tenía muchas ganas de entrar a trabajar en la mina, por aquella mitología revolucionaria del minero. Logré entrar en La Camocha en 1978 gracias a un compañero de CC OO que consiguió que no me pidieran la cartilla militar, la blanca, porque en la valoración en el grado de confianza me pusieron ‘poco’. Para mí eso era un sobresaliente, un orgullo no merecer confianza del ejército de Franco, pero era un problema para entrar a la mina. Estuve en la mina hasta el verano de 1981. Tuve diversos oficios, el último año fui picador. Acabé harto de los mineros, que lo único que querían era ganar más perres, ver quién aparcaba el coche más grande allí. No tenían ningún tipo de formación, eran acémilas y los sindicatos no hacían nada por mejorar aquello. Las perspectivas de lucha y revolución que yo identificaba con la mina no las vi».

Expulsión de CC OO. «Tuve responsabilidades sindicales en la Unión Comarcal de Gijón y en el Consejo Regional de la Minería de CC OO. Fui uno de los que expulsaron luego de CC OO y creamos la Corriente Sindical de Izquierdas, en 1981».

Boni Ortiz, en la zona de Fomento, en Gijón. | JUAN PLAZA

El Café Gijón. «Ignacio Villa y yo montamos el Café Gijón, que entonces estaba en la esquina de las calles Marqués de San Esteban con Pedro Duro, cuando esa era una zona industrial en decadencia. Había unos aguarones como conejos, corriendo de un lado para otro y la zona de astilleros en franco declive. El Café Gijón fue toda una institución en un momento en el que en Gijón no existía ni la Fundación Municipal de Cultura. Por allí pasaron desde Alfonso Sastre hasta Julian Beck, hacíamos exposiciones de pintura, presentaciones de libros, de revistas, montamos varias convocatorias de arte en los soportales de Marqués de San Esteban. Creamos el Primer Premio de Novela Corta Café Gijón, que luego retomó el Ayuntamiento. Estuvimos cinco años en el Café Gijón y cansamos, porque era un tute de trabajo. Era un pequeño local y estuvimos hasta siete familias viviendo de él. Echamos a andar lo que no se había hecho en Gijón en décadas; poner a funcionar la caña de cerveza, porque aquí había un mito de que lo que caía del vaso volvía a la barrica y la gente no la quería. Nosotros abrimos ese mercado; nos nombraron en reuniones de los cerveceros en Madrid. En 1981 monté una Asociación de Amistad con Cuba, por la que estuve tirando un par de años, lo que me valió bastantes llamadas de cubanos al Café Gijón amenazándome de muerte».

La Fábrika. «Con otro compañero con el que había coincidido en La Camocha, montamos la discoteca La Fábrika, en la antigua factoría de Unipán, donde organizábamos conciertos de rock and roll. Cerrábamos a las seis de la madrugada. La noche fue para mí muy mala; estuve muy colgado del alcohol y de la cocaína un par de años. Mi primera mujer, Marisa López, y Chema Castiello, fueron los que consiguieron que dejara las adicciones a finales de los 80. Dejé la hostelería y volví al tajo, a una empresa de construcción y empecé a currar de peón. Me vino como dios».

Cataluña. «Trabajé en el montaje de la nueva imagen de las gasolineras asturianas cuando se liberalizó el sector. Me acabó fichando una empresa de Cataluña y viví en Granollers tiempo. Me divorcié y unos años después empecé mi relación con Isabel Sufuentes, con la que tengo dos hijas. La conocí allí y cuando lo de las gasolineras se acabó, vinimos para Asturias, sobre 1993 o 94. Me dio trabajo en Gijón en un empresa de pladur el amigo con el que había montado la Fábrika».

Vuelta al activismo. «Me vinculé a IU cuando llegué a Gijón y volví a sindicarme en CSI, donde estuve unos años hasta que también hubo expulsiones y marché, porque no llevo bien el autoritarismo. Siempre estuve en organizaciones en las que las minorías tenían derechos. A mediados de los 90 fui uno de los creadores del Aula Popular José Luis García Rúa. Hace varios lustros también participé en la sección de Asturias de la Fundación Andreu Nin, que había sido el secretario del POUM, un partido antiestalinista».

Teatro. «Hubo un momento en el que volví a la vieja afición teatral, dedicándome a investigar su historia en Asturias. Tengo varios libros publicados al respecto. Desde hace 20 años saco el ‘Anuario del Teatro de Asturias’, que recoge toda la actividad amateur como profesional. En los últimos años me centré mucho en esas cuestiones en torno al teatro. También en el Ateneo Obrero, al que me vinculé en 2000 y del que formo parte de su directiva. Hace más de dos décadas que me jubilaron tras dos infartos».

Anticapitalista. «A finales de los 2000, la gente que había creado Espacio Alternativo, una corriente de IU, se salen y crean Izquierda Anticapitalista, a la que yo me vinculo y es donde ahora sigo militando. No como de chaval, cuando vivíamos para eso. En este momento no tengo edad, ni ganas ni fuerza. Sigo pensando que la humanidad equivocó su camino hace 200 años, porque con el capitalismo no hay salida para la humanidad ni para el planeta, porque es extractivo. Y en esas estoy, con menos fuerza y vigor, pero más convencido».

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