Opinión

Hoy puede ser un gran día: Serrat, en la memoria de cada cual

Joan Manuel Serrat retratado en su casa, en Barcelona.

Joan Manuel Serrat retratado en su casa, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Eso debió pensar Joan Manuel Serrat cuando le comunicaron que sería pemio "Princesa de Asturias" de las Artes este 2024. En octubre se subirá al escenario del Campoamor, no como lo hiciera en 1968 presentado al parecer por la abuela de la hoy Reina para cantar, sino para recibir un galardón merecidísimo por habernos arropado el alma y los sentimientos durante toda una vida.

Cuando se anunció el resultado del jurado para una distinción siempre muy reñida como es la de las Artes, recordamos a Meryl Streep por reciente y por haber reinado en su medio, el escenario. O a Scorsese hace unos años (2018), a Coppola (2015), Leonard Cohen (2011), Woody Allen (2002) o Vittorio Gassman (1997). Pero también a Carmen Linares y María Pagés (2022), Nuria Espert (2016), Paco de Lucía (2004), Fernando Fernán Gómez (1995), Alfredo Kraus (1991)… rescatados por la memoria personal que es selectiva y emocional, no histórica ni estadística. Entre los que con el cine o la música nos han hecho soñar cada uno elige los suyos.

El Serrat rebelde y joven entró en nuestras vidas, en las de muchos, por no ir al Eurovisión que ganó Massiel (1968), pero en 1969 nos hizo volar con "La paloma", aquella que el poema de Rafael Alberti contaba que equivocada confundió el rumbo. Serrat lo encontró en su "Mediterráneo" (1971) que se convirtió en un himno permanente evocador de bellezas coreadas hasta la saciedad porque no cansaban en él ni el mar, ni "Aquellas pequeñas cosas" que podía contarnos el "Tío Alberto" o el querer escaparse del moribundo "Pueblo Blanco" tal vez para marcharse con "Lucía" a la grupa del Rocinante quijotesco de "Vencidos". Si con aquel álbum lo bordó siguió ejerciendo un oficio pleno de poesía musicada. Y animador de la buena letra y la lectura a través de sus discos nos incitó a leer a don Antonio Machado (1969) o a Miguel Hernández (1972), maestro uno, pastor otro.

Fue a más, no defraudaba ni cuando la voz se le quebraba. Nos transportó a la niñez, a la juventud de la emergencia sensitiva "Para piel de manzana" (1975) subiéndonos al "Carrusel del Furo" de las atracciones de feria lejos de la "Aristocracia del Barrio". Recordó que somos diferentes y que anda "Cada loco con su tema" (1983) sobreviviendo pese a lo errático de quienes nos vapulean en la vida y a los que no perdonamos porque entre esos tipos y nosotros hay sin duda "Algo personal". Qué caray, si hasta nos hizo cantar en catalán aquello de "Ara que tinc vint anys" (1967) repetida 20 años después.

"Nadie es perfecto" (1994), mantenemos la fragilidad de hilvanar la vida sobre idealidades que no vuelven, ni siquiera a la estación donde envejece esperando "Penélope" (1969), la eterna tejedora de sueños, que tal vez no supiera que hay un cielo en el que como en el "Romance de Curro El Palmo": "Pa’ las buenas almas/El currito "el palmo"/Sigue dando palmas". Porque cuando todo se da por perdido y se nos hunde la esperanza nos aferramos a la vida con los amigos componiendo al borde del abismo los últimos compases de "La orquesta del Titanic" (2012).

Canciones para toda una vida en la que cada día debemos creer que también "Hoy puede ser un gran día", gracias quizá a los momentos que nos brindó Serrat con sus canciones. Felicidades al príncipe de la belleza sonora de letras inolvidables.

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