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Riadas trágicas

Las avenidas de 1926 y 1938 se cuentan entre las más severas de la región: Oviedo, que siempre se salvó, registró entonces tanta lluvia en una semana como la de un año

Calles de Vegadeo anegadas por una riada en 1969.

Los últimos temporales de lluvia, con las graves consecuencias de pérdida de cuatro vidas humanas y destrozos en viviendas y haciendas en el reciente mes de enero nos invitan a rescatar información de las grandes riadas del pasado siglo, aunque Oviedo no ha sufrido los embates de las riadas por su situación geográfica alejada de ríos.

No disponemos de datos oficiales, ni de los medios de prensa, de la lluvia caída en las dos grandes avenidas del pasado siglo (1926-1938) relativas a Oviedo, dado su escasa incidencia en la capital. Sí conocemos, sin embargo, los devastadores daños causados por la riada del 7 al 13 de diciembre de 1926 en Asturias, con serios daños en la cabaña asturiana, derribo de viviendas, cuadras y graves destrozos en vegas, huertas y pomaradas y el abatimiento total o parcial de la mayoría de los puentes. Aunque es preciso matizar que, exceptuando los viejos y robustos puentes romanos, los demás, de madera, eran de construcción muy endeble.

La zona del Sella en Arriondas, siempre en situación de riesgo por riadas, registró la mayor tragedia humana al llevar el río en volandas una vivienda en la que perecieron seis personas de una misma familia, sobreviviendo la madre y un niño de 10 años .

Otra riada histórica se registró entre el 6 y el 10 de septiembre de 1938, con daños similares a la de 1926. En Figaredo la fuerza de las aguas invadía la vía del ferrocarril del Vasco, cuando transitaba un tren de viajeros, causando la muerte de cuatro personas. Sorprende, que de este accidente, el Juez de Instrucción de Mieres cita a todos los supervivientes a testificar en el juzgado. Otras tres víctimas se registraban en Villamayor (Piloña) al ser arrastrados por las aguas tres sargentos del destacamento militar "la Bandera de Lugo", destinada en la zona. En ambas avenidas en la desembocadura del Nalón, en San Juan de la Arena, se acumulaban decenas de reses vacunas, ovejas, cabras, cerdos, gallinas, perros o gatos.

En la riada de 1938 en Oviedo, después de un verano muy seco, empezó a llover el día 7 de septiembre y cesó el 12 con una intensidad desconocida, anegando las calles, convirtiéndolas en verdaderos ríos imposibles de transitar. Según apuntaba un diario local, el Observatorio Nacional, sin precisar los litros registrados, comparaba la lluvia caída con la equivalente a un año. En Trubia, el Nalón alcanzó unos niveles que hicieron temer una catástrofe. Afortunadamente, las citadas avenidas, en septiembre y diciembre, no coincidieron con épocas de destemple de nieve, en otro caso, estremece pensar la hecatombe que hubiera originado en las zonas afectadas.

En el pasado siglo ha habido otras riadas importantes como la registrada el 20 de diciembre de 1980, pero lejos de los devastadores efectos de las que se produjeron en 1926 o 1938.

Repasando los lugares más castigados por las riadas en nuestra región, se repiten invariablemente: El río Sella a su paso por Arrriondas, la zona del Caudal entre Ujo y Mieres, en el Nalón entre Laviana y Sama, la vega de Argame (Morcín), los concejos de Pravia y Salas, y Vegadeo donde el río Suarón causó serios daños en repetidas ocasiones.

Oviedo siempre ha permanecido al margen de los sustos de las avenidas y en su concejo sólo Trubia está amenazada tradicionalmente.

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