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Los últimos de Carbonar

Los ocho mineros que se quedan en paro guardan esperanzas de que la nueva empresa que se hará cargo de la explotación de Cangas del Narcea pueda darles trabajo

Por la izquierda, José Luis Rodríguez, Nacho Antón, Alfredo González, Javier Rodríguez y Carlos Menéndez, ayer, a la entrada de la mina. D. Á.

Los últimos mineros de Cangas del Narcea entraron por última vez a las instalaciones de la mina de Vega de Rengos el miércoles 30 de septiembre para recoger sus taquillas, con lo que ponían fin a su relación laboral con la empresa Carbonar y con la única mina del concejo que mantenía empleados. En estos años tan solo quedaban en la explotación 15 personas para llevar a cabo las labores de mantenimiento y de desmantelamiento del interior de la mina. De ellos, ocho trabajadores se van ahora al paro después de una larga trayectoria vinculados a la minería y a Carbonar.

Con pocas expectativas de futuro en el concejo y con pena de ver cerrar a una empresa que dio trabajo a centenares de personas se despedían los trabajadores, que lamentaron que casi dos años después de la fecha marcada por el Gobierno para el fin del carbón, las ayudas prometidas para reactivar las comarcas mineras no hayan llegado, así como tampoco lo han hecho los cursos de formación para su reciclaje laboral ni las bolsas de empleo para los que se quedaban fuera de las prejubilaciones. A la vez que recordaron que el compromiso del Gobierno era no dejar a nadie atrás en el proceso de transición, siendo ellos un ejemplo de que esa promesa no se está cumpliendo.

"Esto es un desastre mayúsculo, era un trabajo que teníamos al lado de casa y al que dedicamos una vida entera, la sensación ahora es de vacío", señala Carlos Menéndez, que llevaba 17 años trabajando en la mina. Mira al futuro con incertidumbre porque asegura que ahora mismo la única experiencia que tiene es la de minero y es un trabajo que ya no existe, por lo que el año pasado empezó a estudiar un ciclo formativo relacionado con la fontanería. "No se nos ofreció ningún curso de formación para integrarnos en otras industrias, con el dinero de los fondos mineros que vino para crear empleo no se hizo nada y ahora nos encontramos en el paro y solo con experiencia minera", lamenta.

Alfredo González suma 18 años en la explotación como ayudante minero y su temor también está en cómo reengancharse al mercado laboral. Su intención es quedarse en su municipio y mira con cierta esperanza que la empresa que adquirió los activos de la mina pueda ofrecerles un puesto de trabajo.

Carbonar había solicitado concurso de acreedores voluntario en 2018, después de que en su interior se declarase un incendio que obligó a detener la extracción de carbón y a prescindir primero de los trabajadores de las empresas auxiliares y luego a plantear un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para su plantilla justo unos meses antes de que llegase la fecha del fin de la minería privada en España. La empresa entró en liquidación y fue subastada siendo la mejor oferta para su compra la presentada por el grupo Tyc la Mata, nacido en Grado. Pero por ahora los trabajadores desconocen los planes del nuevo propietario de la explotación y tampoco saben cuáles son los plazos de inicio de actividad que baraja.

No se trata de la única empresa que ha comprado una mina con la intención de sacar antracita para el sector siderúrgico. En Ibias, la mina Miura de Villares ya está en funcionamiento y, recientemente, se conoció que la empresa Natural Mining Resources se hizo con la mina de Carballo, en Cangas del Narcea, y con la de Pilotuerto, en Tineo. Proyectos que generan cierta esperanza en los mineros en paro que quieren confiar en que alguno de ellos pueda dar empleos y eviten así que tengan que marchar del concejo.

Es el caso de Nacho Antón que cuando entró a trabajar en la mina hace 13 años y medio pensaba que se prejubilaría en el sector. "Lo que queríamos era trabajar en nuestro concejo y ahora nos quedamos en el paro, hay varios proyectos de minería en la zona y tenemos que intentar colocarnos porque es lo que sabemos hacer todos, con la intención de evitar marchar de aquí, porque tenemos familia y la vida hecha aquí", expone.

Un pensamiento que también comparte uno de los más veteranos del grupo, con más de 18 años trabajados para Carbonar, José Luis Rodríguez, que destaca el varapalo que supone perder su puesto en el lugar donde tiene su casa, su familia y donde también tiene empleo su mujer, por lo que se aferra a pensar que pueda volver al sector con las nuevas iniciativas que están surgiendo.

Más pesimista es Javier Rodríguez, con 15 años en la mina, que cree que tiene muchas posibilidades de tener que irse. "Llegamos a este momento con pena, dolor y asco, son muchos años trabajando aquí, buenos años, y que se acabe fastidia bastante", reconoce.

Precisamente, los mineros rememoraron que en marzo pasado se cumplieron 100 años del inicio de la explotación minera en toda la zona del valle de Rengos y aseguran que se podría continuar otros tantos.

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