El hospital de Cangas del Narcea cierra una etapa con la jubilación de Rafael Suárez del Villar, el médico que lo puso en marcha

"La gente del Suroccidente es encantadora y eso ayuda muchísimo en el trabajo de cada día", señala el facultativo, hasta ahora jefe de Medicina Interna del Carmen y Severo Ochoa

Rafael Suárez del Villar.

Rafael Suárez del Villar. / R. T. C.

T. Cascudo

El médico Rafael Suárez del Villar (Gijón, 1954) dice adiós, "con un corazón lleno de agradecimiento", a cuatro décadas de trayectoria profesional, buena parte de ellas en el Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea. Su marcha es simbólica, ya que, además de su puesto más reciente como jefe de Medicina Interna, fue el encargado de la puesta en marcha del equipamiento, cuyo servicio supuso "un antes y un después" para los vecinos de Cangas, Ibias, Degaña, Allande y Tineo. "La gente del Suroccidente es encantadora y eso, sin lugar a dudas, ayuda muchísimo en el trabajo de cada día", señala el facultativo en su despedida.

Suárez del Villar se formó en la Universidad Autónoma de Madrid. Su primer destino fue el hospital de Cabueñes, en Gijón. Poco después, y siendo coordinador de Urgencias del centro gijonés, en el año 1985 le proponen desplazarse al Suroccidente para la puesta en marcha del hospital que hoy es cabecera del Área Sanitaria II. "El director provincial de entonces me lo pidió y para un chaval joven esas cosas siempre son ilusionantes. Fue un reto importante", afirma el doctor, que llegó a Cangas en 1985. Un año después, en julio de 1986, inauguró el centro.

"El hospital estaba en pelota picada e hicimos muchísimas cosas que ahora se consideran normales y entonces no lo parecían tanto. Sin duda, el centro marcó un antes y un después en la comarca. Hay que pensar que cuando llegamos en 1985 todavía había en Cangas casas de partera. El hospital supuso un salto cualitivo y cuantitativo tremendo", precisa Suárez del Villar, quien también recuerda la labor que hicieron los sanitarios de su generación. "La gente de ahora está hecha de otra pasta y eso condiciona muchísimas cosas. Antes, la gente no miraba el horario, solo lo que quedaba por hacer. Ahora, no. Ahora estamos funcionariando de una forma absolutamente salvaje y la gente entra a la hora y sale a la hora", señala.

Suárez del Villar puso en marcha el centro cangués y, después, asumió la gerencia hasta finales de los años noventa del siglo pasado. Hizo un paréntesis como asesor técnico del antiguo Insalud, en Oviedo, tras lo que trabajó otros cuatro años en Albacete hasta que su mujer, madrileña de nacimiento, le pidió regresar a la que ya consideraban su casa. "Somos canguesos, canguesos", bromea el facultativo, que regresó al concejo en 1999. Ya no se movió más del Carmen y Severo Ochoa, donde se convirtió en jefe de Medicina Interna.

"El hospital de Cangas es un sitio agradable para trabajar, donde se hacen las cosas bien y donde los médicos pueden aprender muchísimo. El problema fundamental que hemos tenido siempre es el de falta de personal, porque la gente no quiere ir a un sitio donde tenga una hora y cuarto o hora y media de coche. Es el problema fundamental, unido al hecho real de que no hay médicos", reflexiona Suárez del Villar, quien también aplaude la reciente puesta en marcha de la UVI móvil del hospital.

El doctor Suárez del Villar también tuvo mucho que decir en la detección de la elevada tasa de celiaquía en el Suroccidente, una dolencia con mucha incidencia en la zona y que, especialmente Cangas, ha aprovechado desde un punto de vista turístico, convirtiendo el concejo en un paraíso de los que buscan alimentarse sin gluten. "Antes se hacía un enfoque diferente y ahora abordamos los casos de una manera multidisciplinar, donde interviene mucha gente", cuenta el doctor, quien atribuye la alta incidencia de la celiaquía a la antigua exclusión que sufrían los vaqueiros. "Esto se traduce en una endogamia tremenda y como es una enfermedad que se transmite hereditariamente...", añade.

Suárez del Villar se jubila tres años más tarde de lo que le corresponde y con una sensación "agridulce" por dejar pendientes algunos proyectos que le hubiera gustado rematar. Pero se va también agradecido por el cariño de la gente y el "orgullo" de haber potenciado el servicio de Medicina Interna en Cangas. "Pasamos de seis a doce profesionales, se potenció el área de cardiología y el de neumología, se mejoró el nivel tecnológico...", precisa el facultativo, que está convencido de que tanto Medicina Interna como el servicio de Urgencias son capitales en los hospitales, especialmente en los centros de menor tamaño como es el caso de Cangas del Narcea.