Casa Manunca, la última incorporación a la DOP vino de Cangas, se propone "embotellar el paisaje"

La bodega se plantea como objetivo elaborar entre 10.000 y 12.000 botellas  de vino al año

Juan Alonso en el viñedo de La Galiana.

Juan Alonso en el viñedo de La Galiana. / D. Álvarez

"Embotellar un paisaje". Ese es el objetivo de la nueva bodega adscrita a la Denominación de Origen Protegida (DOP) vino de Cangas Casa Manunca Viñedos de Asturias. De hecho, sus vinos cogen el nombre del territorio en el que se producen: Galiana de Limés, porque la filosofía de los bodegueros Juan Alonso y Marian López de Lacalle es dar protagonismo al viñedo de vides centenarias que están trabajando.

Ellos son los encargados de continuar con el trabajo de toda una vida del viticultor y bodeguero Antonio Álvarez, más conocido como Antón Chicote, que falleció en 2022. Alquilaron sus instalaciones y viñedos e iniciaron su propia andadura. Los vinos de ese 2022 fueron elaborados en parte por Antón Chicote y en parte por ellos y salieron al mercado ya con su marca y con la etiqueta de la DOP, heredada de su predecesor. La vendimia de ese año no fue buena y decidieron posponer su entrada a la Denominación de Origen a 2023, coincidiendo con la mejor cosecha de uva en cantidad y calidad de los últimos años del vino de Cangas, según reconocen los viticultores y bodegueros. En 2024, cuando salgan los nuevos vinos, la intención es que lo hagan bajo la etiqueta de calidad que otorga el Consejo Regulador.

“En 2019 ya habíamos comprado viñedo en Tremado de Carballo y Obanca, con el desagraciado fallecimiento de Antón la familia se puso en contacto con nosotros por si queríamos arrendar y no lo dudamos, teníamos las instalaciones y el viñedo en uno de los mejores parajes de Cangas, La Galiana, además todo era viñedo viejo y de uva tinta, lo que más nos interesaba”, cuenta Juan Alonso.

Él es cangués y aunque su familia no tenía vinculación con el sector vinícola a él siempre le había despertado interés. Cuando le tocó pensar en su futuro tenía claro que no quería un trabajo de oficina y que necesitaba estar en contacto con la naturaleza, así que un amigo le animó a adentrarse en el mundo del vino y se fue a Logroño a estudiar vitivinicultura, cursando su segundo año en Elda (Alicante). Allí conoció a su pareja, Marian López de Lacalle, con quien emprendió esta aventura. En su caso, sí tenía una vinculación familiar con el sector, son los fundadores de la bodega Artadi, donde ambos empezaron a trabajar antes de lanzarse a emprender en Cangas del Narcea.

Juan Alonso tenía claro que quería volver a su tierra, porque confía en las posibilidades y en el valor que tiene: “Creemos en el potencial de esta zona y en el perfil de vino que estamos haciendo”. La Bodega Casa Manunca está centrada en hacer vino tinto recurriendo a la raíz de los vinos que tradicionalmente se hacían en Cangas.

Para ello apuestan por la mezcla de distintas variedades, vendimiando cada parcela de viñedo de forma individual. “Intentamos elaborar todos los viñedos por separado, con el porcentaje de cada variedad que tengan, en casi todas las parcelas hay entre un tres y un siete por ciento de uva blanca y el resto son diferentes variedades de tinta”, describe Juan Alonso, que explica que esta forma de trabajar les permite “conocer lo que tenemos y el potencial de cada viña, porque no todas dan buen vino y hay que identificarlas”.

Juan Alonso en la bodega.

Juan Alonso en la bodega. / D. Álvarez

Además, se marca como objetivo hacer unas 10.000 0 12.000 botellas de “buen vino” cada año, aunque las cuatro hectáreas de viñedo que están trabajando tengan más producción, como es el caso de esta vendimia. Con ese objetivo claro tampoco se plantean crecer realizando nuevas plantaciones: “Nuestro foco está en que no se pierda el viñedo viejo, porque lo que buscamos es mantener la historia de la tradición del viñedo antiguo en coplantación”.

En este sentido, Juan Alonso cree que debería producirse un cambio dentro de la DOP y empezar a clasificar los viñedos según la calidad, ya que para él no todos son iguales por la antigüedad de las cepas y por la situación de las parcelas. Una vez clasificados los terrenos cree que dentro de la DOP se puede hacer una diferenciación de los vinos que se producen según esa procedencia para partir de un vino genérico dentro de la marca de calidad y luego establecer diferentes escalones que indiquen calidades superiores. “Ahora hay 60 hectáreas de viñedo y creo que es el momento de poner unas bases sólidas para crecer, empezando a calificar los viñedos según la calidad y, como en otras denominaciones, ofrecer unos vinos diferenciados que lleven otros nombres como vinos de pueblo o de paraje”, propone.

Apunta que tomar esta medida también conllevaría una variación de precios de la uva en función de la calidad y ayudaría a preservar la continuidad de los viñedos viejos “porque ahora se paga todo igual y al final a un viticultor no le sale a cuenta cultivar un viñedo viejo en pendiente y si lo mantiene es porque es bueno”. Por eso insiste en que es el momento de “identificar y dar valor al territorio que al final es el que va a permanecer aquí, nosotros estamos de paso”.

Juan Alonso apuesta por mantener esa visión, en cierta manera “romántica”, de la elaboración de un vino con historia y tradición. Es lo que le movió a emprender en su tierra y es claro cuando reconoce que si solo buscara hacer negocio: “Lo que haría es arrancar todas las viñas que hay ahora, poner variedades blancas en bancales y vender a seis euros toda la producción, pero de esta manera se pierde la historia, la cultura y la tradición del vino de Cangas”.