Oviedo, Ángel FERNÁNDEZ ORTEGA

La Focella es un pueblo tevergano que se asienta en la ladera septentrional del cordal de La Mesa a una altitud de 1.069 m. Tiene acceso rodado desde San Martín de Teverga, siguiendo la traza de la carretera AS-228.

A la altura de Páramo surge la carretera local que con sinuoso trazo finaliza en La Foceya. Una vez en dicho lugar llama poderosamente la atención la arquitectura tradicional de esta aldea, donde sobresale su iglesia bajo la sombra de un vetusto texu. La Focella es una aldea cargada de historia, pues constituye uno de los tres núcleos (Páramo, Villa de Sub y La Foceya) que componían El Previlegio. En tiempos pretéritos gozaban de independencia y tenían consideración de concejo. Disfrutaban de estas franquicias merced a una real albalá del siglo XI que se prolongó hasta el año 1827. Sus hórreos y casonas también son elementos a destacar, así como el antiguo albergue convertido ahora en casa rural. Sobresale dentro de su perímetro la huella de un gran lago (recupera aguas del deshielo) que citó Jovellanos en uno de sus viajes.

 Esta población es el punto de arranque de una bonita ruta circular en torno a una serie de cascadas y brañas que jalonan esta parte de la orografía tevergana. La ruta, que está medianamente señalizada bajo la epigrafía P. R. AS-156, parte de La Focella por el camino real de Las Navariegas que toma rumbo al Sur. Llanea inicialmente a su paso por la fuente de Las Llanas hasta plantarnos en el crucero de La Firbencia. Aquí giramos a la derecha con ligero remonte por un camino tallado y con continuados escalones de piedra que constituyen excelentes miradores de la cascada del Xilbu, la cual se desploma desde Las Navariegas por una inclinada torrentera de más de 300 m. de longitud.

 Pasados los primeros repechos el camino se remansa a la entrada inferior de Las Navariegas que se escuda bajo las laderas del cordal de La Mesa. Después el camino se enmascara por las entrañas de un bosque de piornos para aflorar a una zona de abiertos pastizales. Asoman seguidamente las primeras cabañas de Las Navariegas que se escalonan con sus correspondientes chozos redondos por la herbosa ladera (1.625 m.). Nos arrimamos hacia su fuente ubicada en medio de la campera y nos dirigimos cuesta arriba hacia el collado del Conde, por donde traspasamos al valle contiguo (11 Km de marcha en 2 horas de andadura). En esta collada abordamos el camino que procede de Castilla y por él faldeamos la sierra hacia la contigua braña de Carbaceo con sus cabañas en ruinas.

 Desde este lugar y soslayando el antiguo camino que discurre por el collado Presaoria en dirección a la antiquísima ermita de Miraoriu, iniciamos la corta ascensión hacia el cercano pico Las Piedras de 1.927 m de altitud y desde su cimera contemplamos un gran abanico de montañas que confinan al puerto somedano de La Mesa.

 Nos deslizamos directamente hacia el collado Cuevas bajo el cual y rodeando el pico Valago se desploman las aguas de las gemelas riegas del arroyo de Cuevas, originando ruidosas cascadas. Comienza aquí y fuerte desplome hacia la braña Cuevas por medio de un sendero que traspasa la braña Las Piedras.

 Alcanzamos el rellano de Cuevas en cuyo reborde meridional se localizan un par de cabañas. Este lugar constituye un mágico rincón natural en donde vierten las dos cascadas gemelas (1.610 m).

 La belleza paisajística de este entorno se manifiesta con más profusión por las interioridades del valle que profundiza hasta La Focella.

 Vuelven los escalones tallados en la roca sombrados por un tupido bosque que cubre la margen izquierda del arroyo. Sus aguas siguen su alocada carrera hacia el fondo del valle teniendo como compañero de viaje este ancestral camino, significado valor del patrimonio viario regional. A la llegada al manantial de Cuestavellosa el camino amplía su traza y así prosigue a su paso por Les Fueyes y La Vega Foceya tras la cual desembocamos en el núcleo rural de La Foceya.

 Con un vehículo de apoyo se puede prolongar esta excursión hasta Cueva Huerta y los abrigos prehistóricos de Fresneo siguiendo la huella de un camino carretero que asciende al collado del Pando para después desplomarse hasta el mismo cauce del río Páramo.