Oviedo, Ángel FERNÁNDEZ ORTEGA

El puerto tevergano de Maravio, ubicado a una altitud media de 1.000 metros, constituye un lugar sorprendente, mágico y un hermoso paraíso natural que está resguardado al socaire de la Sierra de la Padiella al Sur y la Sierra de Granda al Norte. Prados y robustas cuadras componen este paraje con las altas peñas sobresaliendo de un mar de exuberante vegetación salpicada de acebos y espineras. No podemos olvidar tampoco la policromía de su variopinto paisaje, su rica fauna encabezada por el oso, como tampoco debemos desdeñar que este lugar es un importante hito histórico del discurrir de la vía romana o «Camín Francés» que desde Cueiro se desvía a Oviedo por Vicenteru, Maravio, Cuellagar, Linares, Tenebreo, Las Caldas, etcétera.

Cuando nos introducimos en este territorio, incluido en la Red Regional de Espacios Naturales Protegidos con la figura de Paisaje Protegido, se nos transmite la sensación de que el reloj del tiempo se ha parado por sus caminos.

El pico Caldoveiro (1.354 m), una de las montañas más relevantes de este espacio protegido, conforma un territorio de intrincada estructura calcárea. Se trata de un amplio sistema cárstico constituido por un conjunto de valles ciegos y colinas, con un importante desarrollo subterráneo que origina grandes cuevas y simas que actúan como sumideros. La erosión ha propiciado un relieve de contrastes, donde se extiende uno de los mayores conjuntos cársticos subterráneos de Asturias, llegando a alcanzar un desarrollo máximo de 5,9 km (sistema La Veigadonga), la sima de Vistulaz, que supera los 3 km, las cuevas Rosa y Llombán y el sumidero de Fondadal.

El paisaje resultante es muy llamativo, salpicado de pequeñas lagunas de montaña como los lagos de Tambaisna, Cadupo, Barrera y Fos de la Yegua. En cuanto a la fauna, la presencia por estas montañas del oso y el ciervo es ocasional. No obstante, aquí hay otras especies animales: lobo ibérico, corzo, jabalí y un buen número de aves rapaces, entre las que se encuentran el alimoche común y el águila.

El acceso al puerto de Maravio se lleva a cabo por medio de una carretera local que enlaza los pueblos de Gradura en Teverga y Villabre en Yernes y Tameza. Hace unos años, ante la inexistencia de la carretera que ahora lo cruza, la ascensión al Caldoveiro resultaba un tanto larga y escabrosa. En estos tiempos el vehículo supera Villabre por la AS-311 presentándose en el Alto del Puerto tras 5,3 km de sinuosa ascensión.

Aparcamos al lado de una gran cuadra denominada la casa de D. Pablo (950 m), emprendiendo la marcha entre acebos y espineras por una pista de tierra que pronto alcanza la ruinosa braña de Cubriellos. Después proseguimos el avance por el «Camín Francés», que aún conserva buena parte de su traza, roturando un monte tapizado de una densa vegetación. Por ahí ganamos el Alto de Tambaisna (1.200 m), 1 hora, escalón superior de esta cómoda subida.

La afrontamos yéndonos hacia la ladera occidental siguiendo el curso de unos «jitos» que progresan por una herbosa canal que culmina en la brecha de la arista cimera. Desde allíy girando al Este encaramos el corto trecho que nos separa del pico, remontando el flanco occidental con resaltes que iremos superando hasta que coronamos este bastión de la sierra. Desde su mojón geodésico dominamos la intrincada orografía con profundos valles, hoyos y vallinas. También constituye el balcón natural de Villabre, que reaparece en lo más hondo de la imagen.

A nuestros pies, y por el frente occidental, se extiende la vega y laguna de Tambaisna, de características similares a la contigua Cadupo, ubicada bajo la arista Norte.

Con tiempo de por medio, llevaremos a cabo un circuito montañero, itinerario que nos mostrará el pintoresco paisaje serrano.

Para tal fin descenderemos por el filo Norte hasta situarnos en el Alto de Santiago, hito importante de este ancestral camino, que además tiene próximo una fuente. Desde aquí proseguimos al pico La Arena, que se consigue con facilidad y cuya cima amplía las vistas hacia otro rincón de la sierra. De inmediato nos deslizamos hacia la vega de Fos de la Yegua, bello rincón que posee un lago y varias cabañas, una de las cuales es de construcción circular. Hacia el flanco más oriental podemos asomarnos para contemplar el profundo valle de Bandujo y todas las montañas que jalonan la cuenca del río Trubia.

Desde Fos de la Yegua abandonamos definitivamente esta zona lacustre, retornando hacia la carretera de Maravio, por lo que iremos descendiendo por una amplia vaguada hasta toparnos con un camino tallado en la roca que nos conduce a la majada Cartel y a la carretera en un lugar próximo al que fijamos como inicio de la marcha.