Oviedo, Ángel FERNÁNDEZ ORTEGA

El territorio de Laviana tiene en el Raigosu uno de sus valles más emblemáticos. Su intrincada orografía se arrincona contra los derrumbes norteños de la sierra al abrigo de los enriscados monolitos que encadenan los picos ForcáPeñas Negras y Peña Mea.

La profusión y el entramado de pequeñas vaguadas que, como laberinto físico, se impregnan en su atormentada orografía pétrea es la constante de este mágico paraje de la cuenca del Nalón. Los escabrosos relieves horadados durante miles de años por las tumultuosas aguas de sus arroyos han dibujado profundas barrancadas por donde el hilo de sus virginales aguas se precipita en continuas cascadas.

Las dos únicas y lógicas entradas al Valle las situamos en los pueblos de Los TornosAcebal. Elegimos Los Tornos (625 m) como punto de partida de esta excursión montañera que, profundizando por las entrañas y tajos de Raigosu, culmina en la cima del pico La Forcá (1.556 m), constituyéndose como estratégico y generoso atalayar de un prodigioso horizonte que se extiende desde estas latitudes hasta el valle del Nalón.

Llegamos a la aldea de Los Tornos procedentes de Villoria (AS-254), donde tomaremos otra carretera local (LU-7) que en 6 km de recorrido enlaza ambas poblaciones. Un desvío que encontraremos señalizado anteriormente nos llevaría por las estribaciones del pico Montarro hacia el área recreativa de La Campa Felguera.

Nada más atravesar el hilo de casas que jalona la caleya principal, hemos de tomar el camino carretero o pista de tierra que avanza hacia el primer apretón de las peñas Les Águiles y Fanu. Antes habremos de soslayar el desvío de otra pista que asciende a la Collada Doñango y Campa Felguera. Ligeramente vamos descendiendo hacia el cauce del río Raigosu, que cruzaremos por un rudimentario puente de cemento. Nada más cruzarlo nos hallaremos en la bifurcación con otra pista que procede del pueblo de Acebal. En seguida nos damos cuenta de la omnipresencia del agua que acaudala este río. Agua que procede también de la maraña de regatos que alumbran la cuenca fluvial. Aquí estamos inmersos en el primer embudo del barranco denominado La Ijesa, por donde el amplio camino labrado en la margen derecha profundiza hacia arriba ligado a la sinfonía del arroyo.

De manera sinuosa vamos ganando altura cambiando de margen en dos ocasiones en el tramo del valle denominado Cobellayos. Dos casas se sitúan a la derecha de la marcha, mientras que, más adelante, un puente de hormigón facilita el paso hacia una granja situada en la margen opuesta.

Valle adelante, de vez en cuando vamos descubriendo las perfiladas siluetas de la mole calcárea de Peña Mea a través de las vaguadas que desembocan por la margen izquierda de la arteria principal. Después, la pista afronta un nuevo remonte al paso de un nuevo estrechón de la peña que los lugareños denominan Foz del Vallu. La pista se despereza por el muro oriental de la foz tallando incluso un agreste paso bajo el cual se camufla una bonita cascada que la frondosidad del bosque trata de sustraernos de la vista.

La angostura del mismo va cediendo a medida que nos elevamos apareciendo una zona de pastizales con cabañas. Este lugar que recibe el nombre de La Braña ocupa un amplio espacio de la ladera al socaire de la Campa Los Collaos. La pista aquí se eleva en tobogán por encima de la mina revolviendo al mediodía sobre una cuadra restaurada.

Al paso por este lugar los horizontes se van ampliando hacia los ámbitos de la Cordillera, donde las altas cotas de La ForcáPeñas Negras y Peña Mea muestran su arrogante figura. Aquí la diversidad del paisaje se acentúa aún más sin duda por la presencia de las rústicas majadas.

Alcanzamos por fin la collada de Corgallones, (cota 1.054 m), asomándonos hacia la dentada crestería de la sierra del Crespón, que aparece por el horizonte oriental. Separados por el barranco de Les Cañaines, reconocemos con perfección las escarpadas montañas que se articulan de Norte a Sur. Comenzando por el Guanalón, el gran almenaje de montañas prosiguen por El Cogollupico del Arrozel Corbellusu y La Llomba.

La ruta todavía no finaliza aquí, si no que, retomando la pista, seguimos con la remontada hacia el escalón último de Los Collaos (1.125 m), que coronamos cuando se cumplen las dos horas y media de marcha. Este panorámico lugar formado por un núcleo de buenas cuadras alineadas en el cumbral de la loma está expuesto a los vientos que parecen fabricarse al compás de estas montañas. Las vistas abarcan los grandes espacios de la comarca del Nalón y los lindes con la vecina tierra allerana.

Hasta aquí hemos recorrido unos 7 km desde nuestra partida en Los Tornos, terreno que tendremos que desandar por el itinerario de subida, lo que ya es bastante esfuerzo para muchos de los senderistas. No obstante, aunque ya nos hemos decidido por la conquista del fácil pico Corgallones ubicado en la cota más baja, esta excursión puede ampliarse con la subida al pico La Forcá tomando el viejo sendero que sube loma arriba hasta el collado de La Pandiella. Desde el cumbral de Los Collaos y enfrente al abrevadero de aguas, exento casi siempre del líquido elemento que procede del manantial de la Carba de Los Collaos, abordamos por la vertiente del Raigosu el camino de La Pandiella.

La superamos tras una media hora más de marcha y nos presentamos a caballo de la sierra sobre los horizontes del valle del Aller. Allí se levantan algunas cabañas que se extienden por su campera. Por ella nos dirigimos al Oriente hacia el collado Veraniegu, rodeándolo por su reborde meridional hasta toparnos un canalizo, por donde conquistamos la pedregosa cimera. Hasta aquí hemos caminado unos 11 km en 4 horas de tiempo invertido y retornamos a Los Tornos por el camino de subida.