Leo un artículo titulado «Generación Chollo» donde se reflexionaba sobre las virtudes de la FP y las oscuridades de los estudios universitarios, en definitiva, del mercado laboral; y, aunque no puedo más que estar de acuerdo con todas y cada una de sus palabras, es imposible dejar de entrever un cierto utilitarismo extremo, un pragmatismo tremendamente peligroso, una especie de llamamiento, sutil, a hacer realidad la distopía huxleyana de «Un mundo feliz».

Nadie normal duda que los de mi generación fuimos estafados y engañados, ¡fíjense quien lo dice! Uno que estudió Derecho, una de las titulaciones más lamentables a la hora de encontrar curro, a excepción de ser hijo de los miembros de la secta o contar con un buen padrino, también he intentado ponerme por mi cuenta, por cuenta ajena, trabajar gratis, pagar para trabajar, hacer espiritismo laboral, vender mi alma al diablo -sólo la mitad, eso sí, porque el resto de la vendí al Colegio de Abogados- y nada de nada.

Jamás en mi colegio escuché alguna mención a la FP, salvo para decir que aquello era cosa de acabados y fracasados; también es cierto que de aquélla la FP era muy diferente y menos interesante que los módulos de hoy en día.

Con todo, no hay que olvidar las aspiraciones personales, la «voluntad de ser», la vocación profesional, tener unos conocimientos, querer desarrollar una tarea y no un simple trabajo, ahondar en una pasión, en una vocación, y más, hoy en día, que los intereses mayoritarios pasan por OT, el titular del «Marca», saber si la Pantoja se depila la ingle a tijera, maquinilla, con cera de vela roja o saber si a Amor, de «Gran hermano» le han vuelto a crecer los güevines. Obviar todo eso, decirle «no» al joven que quiere ser médico para curar enfermedades, para llevar una bata blanca o para tener un estetoscopio colgado al cuello, al joven que quiere ser abogado para ir vestido de Batman a los juicios, el que quiere profundizar en el conocimiento de la historia, el que quiere ser químico para hacer mezclas, matemático porque le gustan los números? es seguir el juego a los mismos que nos estafaron, nos engañaron y nos manipularon a nosotros, ¿quién puede decir a un joven «tú no estudies Biología, vete a hacer un modulín de contabilidad» sabiendo que tal vez ese joven sea un nuevo Pasteur que cure enfermedades? Poner la educación, derecho humano fundamental, al servicio del mercado es ya lo último que nos queda y lo peor que podemos hacer.

Esto suena a aquello que decía Benn: «Ser tonto y tener trabajo es la felicidad». ¿Es ése el mensaje que dirigir a los jóvenes? ¿Qué ocurrirá cuando en nombre de la religión del mercado digan que ya no necesitan titulados de FP o cualquier otra cosa? Escuché hace tiempo a un alto representante de FADE decir que la Universidad debería pactar con los empresarios las titulaciones y ofertar, principalmente, aquello que éstos necesitasen? ¡Buff! ¿Qué pasará cuando la religión de mercado cambié y ya no necesiten? ¿Les garantizará FADE el pan y el techo? Por cierto, hace un tiempo los titulares rezaban que en Asturias faltaban unos 900 informáticos, los módulos de FP de informática son los más solicitados, de todos los conocidos que tengo que han cursado esa titulación sólo uno trabaja con un teclado y pantalla, el resto son comerciales, dependientes, ¿cómo entender esto? Tal vez tenga algo que ver con la obsesión de ciertos movimientos de bajar los salarios, con la falta de contratos de verdad, con la explotación cada vez más impune -cada vez que ustedes vean un inspector de Trabajo tendrán ante sí un hombre que no cumple con su trabajo-, con la tendencia al trabajo esclavo; personalmente, yo creo que sí.