La Real Sociedad Matemática Española celebra esta semana su congreso bienal en Oviedo y durante unos días la vetusta ciudad acogerá a unos centenares de brillantes profesionales para quienes la pasión por los números, las ecuaciones, las figuras y los cálculos es una forma de vida. Nuestra ilustre ciudad es bien conocida por su amor a las artes, en sus teatros brilló Renata Tebaldi y su encanto ha cautivado recientemente a Woody Allen. Pero Asturias es también la tierra de Severo Ochoa y sólo por ello el amor a la ciencia debería ser una seña de identidad regional. Los premios «Príncipe de Asturias» recogen ese respeto por la cultura científica, que no siempre llega al público, pues el científico huye del glamour hacia la paz de su laboratorio.

Con todo, al ciudadano se le hace difícil visualizar a los «matemáticos en congreso» y se pregunta ¿qué pueden hacer tantas horas reunidos? ¿Qué pueden estar inventando? ¿Tas seguru que trabayen? Hace aún unos años todo el mundo parecía compartir la opinión de que las matemáticas son muy difíciles, sus símbolos y cálculos, incomprensibles, y quizá su necesidad es muy relativa. Ilustres y menos ilustres hombres públicos alardeaban de una «extensa cultura y cero en matemáticas».

Las matemáticas son, en efecto, difíciles, ya Pitágoras y Platón opinaban que eran una cima del pensamiento humano, pero el resto de las opiniones anteriores no es tan cierto y anda, además, un poco «demodé». En efecto, un aire nuevo recorre las universidades, las empresas y las administraciones en todo el mundo, y está empezando a llegar al público: saber matemáticas está de moda, o, mejor dicho y para ser más humildes y realistas, saber ciertas matemáticas que son muy útiles es «in» y cada cual aprende las suyas como puede, pues no es fácil. No hace mucho sólo los físicos y los ingenieros compartían con los matemáticos la fascinación ante la efectividad de los números, las figuras y las fórmulas y la belleza arrebatadora de un razonamiento lógicamente perfecto o la alegría por la resolución de un problema difícil. Se me dirá que la cultura clásica tuvo siempre como pilares la lengua, el latín y las matemáticas, así como un sano amor a la filosofía de la vida y la filosofía natural, pero, claro, a la cultura clásica le ha ido mal últimamente.

¿Qué es lo que da ese nuevo y discreto encanto a la vieja ciencia para que muchos de quienes habitualmente presumían de «no saber nada de números y fórmulas» se hayan ido convirtiendo a ojos vistas? Como en todos los fenómenos sociales, caben muchas y diversas opiniones, pero yo diría que no se debe a que los matemáticos sean más listos y más sociables, que lo son, sino a que el mundo ha cambiado tanto que ni se le reconoce, y además ha cambiado a mejor para nosotros, los matemáticos. Vivimos hoy en el mundo de la imagen, la información y la comunicación, donde el bit y el píxel son reyes, el proceso de datos es centro del universo laboral o del ocio, y ocurre que la administración de ese universo tiene mucho de matemáticas. Al lector ilustrado no se le escapa que una de las claves del mundo actual es la electrónica. Si continuando con su curiosidad intenta comprender qué es el electrón y cómo se mueve e interactúa con sus semejantes, cualquier libro de química le dirá que lo más que sabemos de él es que es un ente matemático, mitad onda mitad partícula. Quitad las matemáticas y os quedaréis sin Planck, Einstein, Bohr, Schrödinger o Dirac, sin los físico-matemáticos héroes del descubrimiento del nuevo mundo en los albores del siglo XX. Parafraseando a la serie televisiva, «sin ecuaciones diferenciales de la física no hay paraíso».

Actuando en todos los frentes. Pocas áreas de actividad se escapan a la tendencia matematizadora. Esta incluye la actividad de los «poderosos de este mundo» como las finanzas de los bancos o los gobiernos, la previsión del tiempo o del clima, la ecología, la gestión de datos de las empresas, las previsiones de gastos sociales de las administraciones, el funcionamiento del mercado de valores, pero también el funcionamiento de los servicios que afectan al individuo personalmente, como la previsión del tiempo de las vacaciones, las reservas electrónicas, las finanzas individuales, la transmisión segura de datos, el funcionamiento del GPS, la música digitalizada o comprimida, el diseño de los automóviles y tantos otros aspectos de la vida diaria en la sociedad contemporánea. Y no digamos nada de los avances en las ciencias de la salud, donde la simulación y el control matemático han llegado.

Me imagino ya al amable e ilustrado lector dibujando una sonrisa complaciente, pues le parece que el argumento no está mal traído pero exagera un poco: todas esas actividades son posibles gracias a los avances de la ingeniería, de la informática, de la física o de otras ciencias. Punto muy justo concedido. Lo que deseo afirmar aquí es muy sencillo: los avances son, sin duda, de las ciencias que se mencionan, pero sin las matemáticas que los acompañan no tendrían nada de su capacidad y su utilidad presentes. Es la capacidad de traducir los problemas a números y la capacidad de las teorías científicas para explicar qué hacer con ellos lo que permite al final del cálculo recibir una información o visualizar una gráfica, y, en su caso, decidir, actuar, comprar, viajar o lo que sea. El lema clásico de la Universidad Autónoma de Madrid dice que la Universidad «perfundet omnia luce» («todo lo llena de luz»). Eso es lo que han hecho las matemáticas en mi vida y lo que les hacen a las otras ciencias, les dan una luz que las llena de coherencia y de verdad. Y en el mundo de hoy, de utilidad. De la extensa cultura con cero en mates que antes mencionaba, mejor no hablar, pues.

La vida diaria de un matemático. Tras la enumeración de tantos cambios en el papel social de las matemáticas podría parecer que la disciplina ha cambiado de arriba abajo y que nada es como era. Ello es menos verdad que mentira.

De hecho, las matemáticas se ocupan en el fondo de lo mismo que se ocupaba Pitágoras hace 26 siglos, de describir la lógica interna y la belleza de las relaciones de esos entes de la mente humana que son los números y las figuras geométricas, a los que se han añadido las ecuaciones y, más recientemente, las probabilidades. Por ello la actividad normal del congreso trata de los avances en las áreas que llevan nombres centenarios pero que tienen contenidos que hace 50 años eran desconocidos. En las sesiones se presenta el resultado de muchas horas de trabajo diario y continuado; como la de los deportistas de competición, la vida del investigador científico incluye muchas horas de mucha concentración durante muchos días.

Pero todo tiene dos caras. La llegada de los ordenadores ha cambiado la vida de todos los científicos, pues hoy en día calcular es rápido y barato, mientras que un experimento de laboratorio es usualmente destructivo y costoso. La simulación matemática se ha ido convirtiendo en el gran aliado de los procesos industriales y, a partir de ahí, de las predicciones gubernamentales o sociales. Para mencionar un problema acuciante, el estudio del cambio climático no tiene ningún sentido fuera de los modelos matemáticos fiables, por decirlo brevemente, sin matemáticas todo es religión en ese tema. Por ello, en el congreso se debatirán algunas de esas tendencias de la vida práctica.

En resumen, amable ovetense, durante una semana se puede usted encontrar por las calles a unos curiosos seres sonrientes y abstraídos. Si los ve ocasionalmente acalorados sepa que no discuten, debaten. Son matemáticos, cuídelos, que nos pueden ser muy útiles. Han trabajado bien en estas décadas afortunadas de desarrollo cultural del país; España es hoy en día un país importante en el concierto matemático mundial, por algo será.

A los matemáticos que nos visitan les diría que la capital de una comunidad en la que el presidente regional es matemático y acude a las conferencias científicas de S. Alberto Magno es un lugar que ha de seros acogedor. Sin olvidar la sidra, la buena cocina, la buena música y la hermosa vista del Naranco, el Aramo y la Madalena, nuestras montañas protectoras. Que vos preste.