Malabares con la Davis

Ha llegado el momento de cruzar los dedos con la ensaladera, o ponchera, que creó mister Dwight Filley Davis, es decir, la Copa Davis cuya semifinal adornará la ciudad de Gijón en septiembre. Al parecer, los folletos informativos que la organización de la Davis ofrece a las sedes que la acojan, y que la Federación Española de Tenis se encarga de distribuir generosamente, pueden fallar como una escopeta de feria. Esto es, que supuestamente por cada euro invertido a cargo de la municipalidad implicada revierten 30 en el vecindario, pero la experiencia sevillana del año pasado acaba de mostrar que la ciudad andaluza palmó casi un millón de euros, a razón de pérdidas de unos 600.000 en el propio evento más los 330.000 euros que costó la adecuación del recinto de la competición. En conjunto, Sevilla gastó 3,7 millones de euros y recuperó 2,8 millones, aunque es cierto que esas cifras no recogen lo que los hosteleros pudieron ingresar por el consumo de pescaítos fritos, o los hoteles por los alojamientos, o la ciudad en su conjunto por la imagen difundida a través de los medios de comunicación. Pero el caso es que los caudales públicos municipales sí sufrieron un importante revés.

En consecuencia, cruzamos los dedos de todas las maneras, aunque la Villa de Jovellanos, al acoger únicamente una semifinal, y no el paquete completo como en Sevilla, empleará cifras más modestas: 700.000 euros de canon y 400.000 por el montaje de la cancha.

Total, 1,1 millones de euros que gracias a esos malabarismos que los ayuntamientos ejecutan con sus empresas municipales saldrán de los beneficios de Emulsa, la que limpia Gijón. Esta circunstancia, tomada así, en estado mostrenco, es suficiente argumento como para insistir en que se revise a fondo la creación y existencia de entes públicos, algo tan soberanamente hinchado en comunidades autónomas y ayuntamientos. Porque, en suma, con los impuestos del ciudadano que puedan dejar beneficios un Ayuntamiento parece capaz de hacer lo que le dé la gana.