Nueva cita con la temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica de Gijón; en esta ocasión fue el turno para el Dúo Salzburgo, formado por los húngaros Yvonne Timoianu (violoncelo) y Alexander Preda (piano), que el pasado miércoles ofrecieron un recital en el teatro Jovellanos con obras de Schubert, Mozart, Debussy y Erwin Schulhoff. Un recorrido desde el clasicismo pleno al pos romanticismo que demuestra la versatilidad y la compenetración de este dúo, alcanzada en una intensa actividad que supera el millar de conciertos por todo el mundo a lo largo de más de 25 años.

Los comienzos del concierto fueron algo fríos, con una interpretación muy técnica de la suite «Viaje de invierno», de Franz Schubert. La estructura ordenada y el cuidado de las ideas melódicas en la obra de este compositor, conocido por ser uno de los clásicos entre los románticos, sin duda contribuyeron a jerarquizar los roles de los dos instrumentos, con un piano que se mantuvo en un segundo plano frente al chelo, que reclamaba constantemente su protagonismo con las exposiciones más afectadas de los temas. No obstante, el despliegue de recursos interpretativos en ambos instrumentos sirvió para otorgar su aire a cada número, demostrando una buena lectura de la obra de Schubert. Con las danzas «sacra» y «profana» de Claude Debussy llegó la disolución de la melodía, y la compenetración entre ambos músicos funcionó a la perfección para recrear las atmósferas propias del impresionismo francés a través de pasajes con registros contrastantes y motivos que constantemente se complementaban, mientras el tempo se desdibujaba. La vuelta a la textura clásica vino de la mano de Mozart, con una adaptación para piano y chelo de la suite «Papageno», basada en temas del singspiel «La flauta mágica», en la que es fácil reconocer el lenguaje del compositor austriaco, especialmente al piano.

Tras la pausa, llegó el punto álgido de la noche, con la interpretación de la «Gran sonata en do mayor para violonchelo y piano» (1914), de Erwin Schulhoff, obra de juventud de este compositor checo en la que la tonalidad extendida y el lirismo de muchos de sus pasajes remiten al periodo del pos romanticismo. Fue en la interpretación de esta obra en la que el dúo se mostró más cómodo y en la que vimos una mayor expresividad, sin descuidar la técnica. El primer movimiento combinó pasajes líricos con enérgicos ataques que continuaron acompañando las interesantes progresiones armónicas desarrolladas en el «Langsam und getragen» y los glisandos descendentes del chelo en el «Tempo di menuetto». La obra se cerró con un rondó magistralmente interpretado en el que el dúo generó la ilusión de dos tempos simultáneos al combinar las rápidas escalas en el piano con la ejecución afectada de notas largas en el chelo; un contraste de caracteres que demuestra la profesionalidad y la complicidad de este dúo.

La obra de Schulhoff desató los aplausos entre el público, que fueron correspondidos con la interpretación de la «Danza andaluza», de Joaquín Nin, obra enmarcada en el lenguaje del nacionalismo español en la que las notas picadas del piano y las cuerdas dobles del chelo imprimieron fuerza a la pieza, rematada por Yvonne Timoianu con un «olé».